Por Jaime García Chávez
Las campañas electorales de Chihuahua me recordaron al legendario político y militar romano Quinto Fabio máximo, apodado Cuncator, que significa “el que retrasa” porque en lugar de enfrentar a los cartagineses, contemporizaba y postergaba las batallas. Así veo al PAN que a pesar de que sabe dónde y cómo, esquiva la crítica, pierde tiempo no denominando a las cosas por su nombre y a veinte días del 7 de julio -día de la elección- lo más seguro es que las oportunidades de batallar por su éxito se hayan extinguido. Tan se pierde miserablemente el tiempo por este partido, que escuchamos de Miguel Riggs la genialidad de traer cuatro drones para aplicarlos a la seguridad del municipio de Chihuahua. Probablemente se quiso ver muy superior a su ancestro Juan Blanco con su tren ligero ó a Garfio con su Vivebús primera etapa, proponiendo ya, sin saldar cuentas, la segunda etapa. Por eso pienso que la campaña deambula entre drones y cabrones. Pero estos últimos forman un elenco que empieza por el cacique mayor, sigue con Patricio Martínez, Enrique Serrano, el propio César Camacho Quiroz, y una que otra dama que en estricto rigor genérico caerían en el lente de las chivas.
Hablando del líder nacional priísta, no se sabe si se pronunció en serio sobre un escalofriante futuro del país cuando dijo que ojalá y hubiera muchos césar duartes en otras partes del país. Si con este ya no hallamos qué hacer, imagínese que el país se infeste. La cabronidad no tiene límites, porque para el jefe del PRI, Duarte, el de aquí, “manda sabiendo obedecer”, aunque omitió decirnos que sólo a sí mismo, a contrapelo del rescoldo zapatista que se quiso asignar a su panegírico. En la reunión priísta “estatal” brilló el gasto público que desmiente a la austeridad para el gran acarreo que a la hora de la hora -cuando se espera la ovación- se vio cómo el auditorio, cansado, aburrido y en el hastío producto de una gran desvelada previa, se vació más del 50 por ciento. Y cómo no iba a ser así si los oradores -Héctor Barraza entre ellos- se dedicaron a alabar -alabado sea el Señor- a César Duarte. Al parecer la consigna fue de que los discursos fueran breves, concisos, pero ni así lograron el propósito de motivar al aborregado auditorio. Y es que en el fondo, muchos de los que llegaron en los lujosos camiones venían a pasearse bajo la divisa, muy ballezana por cierto, que reza: la liebre en el campo corre, el pez en el mar sondea, el que es pendejo se jode y el que es cabrón se pasea.
Entre drones y cabrones, la democracia muere en Chihuahua.
Fuente: Ahoramismo.com.mx
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En resumidas cuentas, tenemos una nueva generación mutante de CADRONES.