El hartazgo del bloque independentista por la situación de los políticos presos y fugados, así como las ansias por la construcción de la nueva República Catalana se exacerbó con la celebración en Barcelona de un Consejo de Ministros del presidente español, el socialista Pedro Sánchez, quien pretendía tender puentes de diálogo entre ambas regiones; pero en lugar de concordia hubo enfrentamientos entre independentistas radicales y agentes antidisturbios de la policía autonómica, con un saldo de 77 heridos -de los cuales 35 fueron policías- y 13 detenidos.
La visita de Sánchez y su gabinete a Barcelona se desarrolló en un clima de excepcionalidad; un hermético dispositivo de seguridad blindó con mil agente policiales los alrededor de la Lonja de Mar, donde se llevó a cabo la reunión. En rechazo a la visita del Ejecutivo español, los autodenominados Grupos de Defensa de la República (GDR´s), atacaron con piedras, bengalas y pintura a los agentes antidisturbios, aunque por la tarde una masiva manifestación de decenas de miles de personas transcurrió pacíficamente.
Durante las manifestaciones pacíficas que se llevaron a cabo por la tarde se registró una afluencia masiva en Barcelona, Tarragona, Lleida y Girona, en donde se exigió la liberación de los políticos presos y el regreso sin consecuencias penales a los que se fugaron a otros países para evadir a los tribunales españoles, entre ellos el ex presidente Carles Puigdemont. En las marchas coincidieron las reivindicaciones: “Tumbemos el régimen para construir una nueva República Catalana, liberar a los presos políticos y el regreso de los exiliados”.
Los independentistas tacharon de “provocación” que Sánchez celebrara un Consejo de Ministros en el primer aniversario de las elecciones autonómicas del pasado año, que fueron a su vez convocadas por el entonces gobierno español del derechista Mariano Rajoy tras la intervención de las instituciones catalanas a través de la aplicación del articulo 155 de la Constitución tras la declaración fallida de independencia del 27 de octubre del 2017.
A pesar de que Sánchez intentó trasladar una supuesta “normalidad” en su visita a Barcelona, al llegar caminando desde su hotel a la sede donde se celebró el encuentro ministerial alrededor del perímetro las medidas de seguridad eran extremas. Se fijó un amplio perímetro de seguridad que nadie podía romper, salvo las personas con acreditación tramitada días antes para pasar, entre ellas trabajadores de hoteles y restaurantes o de oficinas públicas.
Sánchez celebró su reunión ministerial, en la que aprobó varias medidas concretas para favorecer a Cataluña, entre ellas el cambio de nombre del aeropuerto de Barcelona, que actualmente se llama Prat y que ahora tendrá el nombre de Josep Tarradellas, el primer presidente autonómico tras la restauración de la democracia. Además, se anunció la anulación del juicio militar contra Lluis Companys.
Los independentistas advirtieron días antes que paralizarían Cataluña para impedir la reunión del gobierno español y aunque no lo lograron sí provocaron numerosos problemas en la circulación vial tanto de las principales ciudades como de las carreteras de la región. Las estaciones de tren como las principales instituciones de Cataluña funcionaron con normalidad.
Fuente: La Jornada