Enfrenta el 9/11 a CIA con el Congreso

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Un reporte secreto de la CIA sobre el programa de detenciones e interrogatorios sobre el ataque a las Torres Gemelas, que fue duramente enjuiciado por el Congreso debido a que arrojó escasa información útil, confronta a ambas instituciones, luego de que la CIA puso bajo investigación al Comité de Inteligencia del Senado, según una investigación de The New York Times

Washington— Fue a principios de diciembre cuando la Agencia Central de Inteligencia empezó a sospechar haber sufrido lo que consideraba una vergonzosa infiltración computacional.

Desde el sótano de un edificio en Virginia de la dependencia conocida como CIA, por sus siglas en inglés, agentes que investigaban para el Comité de Inteligencia del Senado habían obtenido una revisión interna de la instancia donde se resumían miles de documentos relacionados con su programa de detenciones e interrogatorios.

Fragmentos del reporte de la CIA arrojan una luz particularmente severa sobre el programa, el mismo que la dependencia se hallaba defendiendo durante una prolongada disputa con el comité de inteligencia.

Lo que la CIA hizo a continuación abrió un capítulo nuevo e incluso más rencoroso en la lucha por redactar la historia del programa de interrogatorios.

Funcionarios de la dependencia empezaron a revisar los registros digitales de la red computacional que empleados del Senado utilizan a fin de intentar averiguar cómo y dónde obtuvieron el reporte.

La búsqueda no sólo despertó preguntas constitucionales en torno a si una agencia investigadora debía estar haciendo indagaciones acerca de sus propios supervisores, sino que ha dado asimismo como resultado dos investigaciones paralelas por parte del Departamento de Justicia: una sobre la CIA y la otra teniendo al comité como objetivo.

Cada uno de los bandos acusa al otro de espiarlo, mientras que hoy el Departamento de Justicia hace el incómodo papel de juez de arbitraje en la encarnizada disputa.

“Investigar al Congreso siempre ha representado una propuesta azarosa”, dijo W. George Jameson, quien lleva décadas siendo abogado de la CIA.

“No es algo que se tome a la ligera”.

El meollo de la disputa es la revisión interna sobre el programa de detenciones e interrogatorios realizada por la CIA, revisión que según senadores demócratas avala la conclusión del reporte de 6 mil 300 páginas hecho por el comité de inteligencia en el sentido de que el programa produjo pocos datos valiosos de inteligencia.

La historia acerca de cómo se convirtió la revisión interna en el punto central de una creciente pelea se basa en entrevistas con más de 12 funcionarios y ex funcionarios gubernamentales de ambos lados de la batalla. La mayoría no quisieron ser identificados debido a las indagatorias en curso. Desde el principio, el esfuerzo por escribir la exhaustiva historia relativa a las operaciones de detención de la CIA ha sido tenso.

El presidente Obama puso oficialmente fin al programa –el cual comenzó meses después de los ataques del 11 de septiembre y creció hasta transformarse en una red de penales secretos en Tailandia, Rumania, Lituania y otros países— durante su primera semana como mandatario, en el 2009.

El comité de inteligencia anunció su intención de analizar a fondo el programa, pero en la Casa Blanca hubo poca disposición a acceder a la solicitud que el comité hizo de todos los cables clasificados de la CIA al respecto.

“En la Casa Blanca la postura era que esto cruzaría un límite bastante considerable en términos de proporcionar información al comité”, recordó un exfuncionario estadounidense de alto nivel que participó en el debate.

Sin embargo, Leon E. Panetta, el director de la CIA, y la senadora Dianne Feinstein de California, directora demócrata del comité de inteligencia, llegaron a un acuerdo para permitir que el comité tuviera acceso a millones de documentos en un edificio de la CIA situado cerca de la matriz de la instancia en Langley, Virginia.

Los documentos abarcaban aproximadamente cinco años: desde el inicio del programa hasta septiembre del 2006, cuando todos los prisioneros de la CIA se trasladaron a la prisión militar estadounidense localizada en la Bahía de Guantánamo, Cuba.

Al mismo tiempo, Panetta ordenó a la CIA efectuar su propia revisión de los documentos.

Fuente: The New York Times vía El Diario

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