El coronavirus no discrimina entre ricos y pobres, pero las consecuencias económicas y sociales de la pandemia revelan la profunda desigualdad en Estados Unidos dejando claro que no todos sufren igual.
Entre el 18 de marzo y el 10 de abril, más de 22 millones de trabajadores perdieron sus empleos en el sector formal; durante esas mismas tres semanas, la riqueza de los multimillonarios (fortunas de más de mil millones) se incrementaron por 282 mil millones de dólares, una ganancia de casi 10 por ciento, reveló la investigación titulada Bonanza multimillonaria 2020, del Instituto de Estudios de Política (IPS, por sus siglas en inglés), en Washington.
La fortuna de Jeff Bezos, fundador de Amazon, se incrementó en aproximadamente 25 mil millones de enero al 15 de abril de este año, un aumento sin precedente que es mayor que el producto interno bruto de Honduras.
De hecho, los multimillonarios se habían beneficiado durante los pasados 30 años, abriendo una brecha de desigualdad sin precedente que la pandemia ha revelado al mundo.
Entre 1990 y 2020, la riqueza de los multimillonarios se incrementó mil 30 por ciento, 200 veces más que la media de la población; entre 1980 y 2020 las obligaciones tributarias de los multimillonarios estadunidenses se han reducido 79 por ciento.
Tres multimillonarios –Bezos, Bill Gates y Warren Buffett– tienen una riqueza combinada equivalente a la de 50 por ciento de los hogares estadunidenses de menor ingreso, según la investigación de IPS (https://inequality.org/wp-content/uploads/2020/04/Billionaire-Bonanza-2020-April-21.pdf).
Para empresas como Amazon, Facebook, Apple, Microsoft y Facebook, entre otras, la pandemia representa un auge, porque de repente y a fuerza casi toda actividad económica y social ahora se tiene que manejar por el universo cibernético que ellos controlan.
Mientras tanto, entre la mitad y tres cuartas partes de los hogares están viviendo de quincena a quincena, y con más de 26 millones de nuevos desempleados (total que aumentará aún más este jueves cuando se reportan las cifras de desempleo), la pandemia está colocando a la gran mayoría sobre un precipicio económico sin precedente desde la Gran Depresión.
Según sondeos recientes, el sector de ingresos más bajos fue el más afectado hasta ahora por las consecuencias económicas de la pandemia (52 por ciento perdieron su empleo o su sueldo fue reducido). De este sector, 77 por ciento no tiene suficientes ahorros de emergencia para soportar tres meses.
La economía estadunidense se desplomó 4.8 por ciento en el primer trimestre de 2020 –la mayor contracción desde la recesión de 2008–, informó el gobierno federal ayer. Pero economistas señalan que será mucho peor la cifra del segundo trimestre, que podría llegar a registrar un desplome dramático de hasta más de 30 por ciento. Analistas dicen que es probable que ésta será la recesión más grave desde hace ocho décadas.
Se sabe que las cosas están verdaderamente mal cuando Las Vegas apaga sus luces y, junto con Disneylandia, está despidiendo a decenas de miles de empleados.
Ante el desastre económico y sus implicaciones electorales, Donald Trump y sus asesores y aliados están desesperados por reabrir la economía, aun en contra el consenso de expertos de salud pública de que hacerlo de una manera precipitada tendría un costo en más muertes.
Por su lado, la Reserva Federal y el Departamento de Tesoro están preparando un programa para proveer un total de hasta 500 mil millones de dólares en bonos a empresas grandes sin requerirles que salven empleos ni imponerles límites sobre pagos a ejecutivos y accionistas.
Trump firmó ayer una orden ejecutiva para obligar a rastros y empacadoras de carne a permanecer abiertos a pesar de que varias de las plantas son focos de contagio y por lo menos 20 trabajadores de ese sector han muerto por el virus.
Un alto porcentaje de la fuerza laboral de las plantas procesadoras de carne son migrantes, entre ellos muchos mexicanos. Como comentó un crítico de la medida: son trabajadores esenciales hoy, pero desechables mañana
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“La desigualdad de riqueza extrema es, para ser breve la ‘condición prexistente’ de Estados Unidos”, concluyó Chuck Collins, el principal autor de la investigación de IPS, y advierte que la pandemia podría empeorar eso aún más si no se insiste en un giro en las políticas de rescate para que beneficien a la gente trabajadora.
Fuente: La Jornada