En su primer papel cinematográfico, Yalitza Aparicio proyecta las difíciles condiciones de trabajo y de vida que padece uno de los sectores más discriminados de la sociedad mexicana: las empleadas domésticas. Su paisana Hilda, quien revela a Proceso que aún no ha visto Roma, también se dedica a esas tareas y ha sido víctima de abuso laboral. De acuerdo con la encuesta Enadis 2017, sólo una de cada 10 personas que realizan trabajo doméstico remunerado tienen prestaciones de ley.
Por Sara Pantoja/ Proceso
A los 16 años, Hilda Gómez salió de su hogar en Santa María Tlahuitoltepec, en la sierra mixe de Oaxaca, a 277 kilómetros de Tlaxiaco, donde nació la actriz Yalitza Aparicio. La primera en la vida real y la segunda en el cine, ambas representan a uno de los grupos más vulnerables de la sociedad mexicana: las trabajadoras del hogar.
Hilda es parte de los 2.3 millones de personas –cifra equivalente a la población de Tabasco– que laboran en el servicio doméstico, 92% de las cuales son mujeres. El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), basado en su Encuesta Nacional sobre el tema (Enadis 2017), señala que ese grupo ha sido históricamente marginado del “ejercicio de derechos y disfrute de libertades”.
Yalitza, maestra de preescolar, fue nominada como mejor actriz de los premios Oscar 2019 por su primer papel cinematográfico, como protagonista de la película Roma, del director Alfonso Cuarón.
En entrevista con Proceso, Hilda admite que no ha visto la película, pero sabe por los medios de comunicación que cuenta la vida de una trabajadora del hogar que, a principios de los años setenta, entregaba su vida a servir a una familia de clase media alta en condiciones que, casi 50 años después, poco han cambiado en el país.
Según la Enadis 2017, sólo una de cada 10 personas que realizan trabajo doméstico remunerado tienen prestaciones como aguinaldo, vacaciones, seguridad social y guardería; apenas 2% tienen contrato laboral por escrito; 46% laboran más de ocho horas al día y, si se enferman, 83.2% deben cubrir por sí mismas sus gastos médicos.
Además, una de cada cinco empezó a emplearse entre los 10 y 15 años, 57% percibe poco o nulo respeto a sus derechos humanos y laborales, son ignoradas hasta en el saludo por nueve de cada 10 patrones, y una de cada cinco respondió que el maltrato y abuso de éstos son su principal problema.
(Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2208, ya en circulación)