Por Sanjuana Martínez
El Estado mexicano prepara el camino para la libertad de la maestra Elba Esther Gordillo, acusada por los delitos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita en un total de mil 978 millones de pesos.
Tal parece que la maestra, ha aguantado de manera estoica la traición de su propia gente que la llevo finalmente al calabozo. Y ha preferido conservar los secretos de la podredumbre de su sindicato, de su partido político y del PRI, a cambio de ser liberada en un plazo razonable.
Su testimonio, sobre la corrupción del sistema político podría haber hundido a cualquiera, pero en lugar de eso, la maestra ha sido disciplinada y ha optado por el silencio, sabiendo que tarde o temprano el sistema al que, aún pertenece pese a todo, la perdonará y dejará en libertad más pronto que tarde.
El caso Elba Esther Gordillo es un claro ejemplo de la simulación de la justicia mexicana. Desde un principio fue considerado, por un sector de la opinión pública, como una venganza política y no como un verdadero juicio por corrupción.
¿Por qué se le detuvo en este sexenio y no en otro si llevaba 30 años de carrera “profesional”? Obviamente, Peña Nieto la utilizó como un instrumento de legitimación. Su caso, fue un golpe de efecto. Una muestra de supuesta “mano dura” contra la corrupción que paradójicamente no incluyó a otros más corruptos que ella. La lista es tan larga que es imposible mencionarlos.
Pero a la sociedad mexicana, eminentemente machista, le encantan las villanas, las brujas, las malvadas desalmadas. Y Elba Esther fue y sigue siendo la personificación de todos los males de esa misma sociedad que la linchó.
No defiendo a la maestra, pero tampoco la condeno. Sus corruptelas son las mismas que las de muchos políticos y líderes sindicales charros e impunes. Su enriquecimiento, es el mismo que el de muchos, incluso menor, que de algunos como el impertérrito Carlos Romero Deschamps.
¿Por qué ella y no otros? Obviamente porque desafió al sistema. Porque enfrentó a Enrique Peña Nieto y se atrevió a rechazar su nefasta reforma educativa.
Y la maestra cayó. Fue sacrificada para el show mediático. Peña Nieto necesitaba golpes de efecto. La simulación, esa costumbre tan arraigada del sistema político mexicano, hizo posible su proceso, un proceso agarrado con alfileres, pero al fin proceso; un proceso que esta a punto de caer con un castillo de naipes.
Las cochinadas que acostumbra a hacer el Ministerio Público, la PGR, y el estamento judicial van saliendo a la luz pública. Ahora nos enteramos que uno de los testigos protegidos más importantes del juicio, Erick Salvador Rodríguez García, falleció el domingo pasado por “problemas cardíacos” y que el abogado de la maestra Marco Antonio del Toro, ha solicitado que su declaración no tenga valor probatorio, ya que no alcanzó a ratificar sus dichos: “Tomamos conocimiento de que falleció y el efecto de esto es el siguiente: hay un factor jurídico que se denomina “la contradicción”. En este caso, es evidente que hubo manipulación para que no se presentara a la audiencia y pediremos que no tenga ningún efecto, que no tenga valor probatorio”.
Muy conveniente. ¿No les parece extraña esta muerte? Y más ahora que sabemos que fue citado 14 veces y nunca acudió a ratificar, casualmente porque la PGR lo impedía.
El abogado insiste en que no era un testigo clave: “Se le ha atribuido sobre todo en el ámbito mediático el adjetivo de clave, pero no es así. Él no hizo un declaración incriminatoria; se le citó en reiteradas ocasiones, fueron 14 ocasiones en que no se llevó a cabo la audiencia y lo que es extraño es que había un espíritu de impedir que compareciera por parte de la PGR”.
El juicio va tan bien para la maestra, que los peritos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) encargados de demostrar el delito de lavado de dinero, tampoco ratificaron a tiempo sus peritajes ante autoridades judiciales. Casualmente también ha faltado a sus citas, Juan Díaz de la Torre, actual líder magisterial.
En fin, todas las piezas se van colocando estratégicamente para que la maestra pronto disfrute “prisión domiciliaria”, algo que podría suceder en los próximos meses, porque la maestra sufre de hipertensión, hepatitis tipo C, hernias en la columna, una fractura degenerativa en el tobillo, aneurismas y requiere una intervención quirúrgica.
Después de todas las “casualidades” que van allanando el camino para la libertad de la maestra, ¿alguien tiene alguna duda de que este proceso es más que una farsa del PRI y el gobierno de Enrique Peña Nieto?
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Fuente: Sin Embargo