El voto nulo no cuenta, advierte Woldenberg

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Por Miguel De la Vega

Woldenberg no necesita cargo público para ser una autoridad en materia electoral. Basta con escucharlo hablar, explicar y apasionarse con el tema.

En su minúsculo cubículo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, el académico deshace a pedazos los mitos de quienes promueven la anulación del voto, desmonta la escenografía de el-pueblo-bueno contra los-políticos-malos y plantea sustituir el dogmatismo con objetivos concretos y, sobre todo, alcanzables.

En resumen, para Woldenberg, anular es quedarse excluido.

¿Votar o no votar?
Votar, por supuesto.

¿Por qué?
Porque en México desde hace muy pocos años las elecciones son auténticas, porque los votos realmente cuentan, porque en la boleta hay 10 partidos políticos y ahora está la novedad de los candidatos independientes. Porque estoy convencido de que hay que fortalecer esa rutina que tiene un enorme significado civilizatorio.

¿A qué se refiere?
La humanidad no ha inventado un mejor método para dotarse de gobernantes.

Dicen que un voto anulado es un voto desperdiciado…
Un voto anulado es un voto anulado. Es muy probable que acabe expresando un malestar, pero no va a impactar la configuración de los gobiernos ni de los congresos.

Pero es una especie de voto de censura, una crítica…
Sí, pero la censura tiene otros conductos para expresarse: uno puede ser parte de una organización crítica, puede escribir; puede, a través de las redes, mostrar su anuencia o su crítica a diferentes corrientes políticas.

¿Para eso no sirve el voto?
El voto es para decidir. Así decidimos quién gobierna y cómo se conforman los cuerpos políticos. En ese sentido, el voto nulo no tiene impacto. Para decirlo de otra manera, el 8 de junio, espero, vamos a saber más o menos cómo se configura la Cámara de Diputados, quienes serán los presidentes municipales y cómo se van a conformar los congresos locales. Y en esa operación que es la que per se le da sentido a la elección, el voto nulo no cuenta.

El voto es, entonces, ¿una herramienta?
El voto es para decidir. Eso está en el código genético de las elecciones, el elector se encuentra con diferentes opciones y opta por una de ellas.

El problema es que para muchos tener que votar por uno de esos 10 partidos es como escoger entre ser devorado por las ratas o morir ahogado…
En muchas ocasiones, en efecto, el voto es por el menos peor pero no en todas. Eso es importante: no se puede defender la tesis de que “todos son iguales”, porque ni todos los partidos son los mismos, ni todos los candidatos son los mismos.

¿El que generaliza absuelve?
No, el que generaliza normalmente se equivoca. Decir que el PRI y Morena, o que el PRD y el PAN son lo mismo, es absurdo.

Cuesta trabajo defender la democracia cuando existe algo como el Partido Verde.
Lo que nos debería costar trabajo es defender opciones autoritarias. Que en la boleta aparezcan opciones que a uno no le gustan es parte del juego democrático. ¿Quiénes deciden qué partidos aparecen o desaparecen en la boleta? Son los electores votando y, hoy, para refrendar el registro se necesita el 3 por ciento de la votación.

¿De la votación efectiva?
De la votación válida. Incluso para eso no cuentan los votos nulos.

¿Cómo se puede ejercer un voto de castigo, por ejemplo, al Partido Verde si éste va en alianza?
Votando por alguno de los otros partidos. Antes de 2009 los partidos coaligados aparecían juntos en el mismo espacio de la boleta, por lo que la autoridad no sabía cuántos votos había logrado cada uno de los partidos en singular. Ahora sí sabemos, incluso si van de manera coaligada.

A usted le tocó una época en la que no tenía por quién votar…
Me tocó una época dónde había fuerzas políticas que pedían estar en la boleta y se les impedía. Por ejemplo, en 1976, el partido Comunista Mexicano postuló a Valentín Campa como candidato a la Presidencia. Era un candidato sin registro. Gracias a eso, en 1977, vino la reforma política para abrir una puerta a esas opciones que querían participar y no podían.

Quienes promueven anular el voto hablan de hacer un borrón y cuenta nueva. ¿Eso es posible?
Jajaja. No creo que pueda haber borrón y cuenta nueva.

Plantean una renovación total de la política mexicana…
Yo suelo plantearme objetivos que se pueden alcanzar. No creo que los partidos y sus candidatos sean entidades ajenas a México, más bien expresan en buena medida lo que existe en nuestro país.

¿Está a gusto con lo que hay?
Lo que les reclamo es que se haya degradado tanto el nivel del debate, que en las campañas no aparezcan con fuerza los diagnósticos y las propuestas; y que, en cambio, se hayan enzarzado en una espiral de descalificaciones mutuas, cuyo resultado es que franjas muy importantes de los ciudadanos piensan que todos son los mismo.

¿El spot mató al debate?
El spot reduce a su mínima expresión el debate. Cuando los partidos se afanan con sacar al candidato sonriendo, con una musiquita pegajosa y diciendo que ellos son lo mejor y los otros son lo peor, por supuesto que se está reduciendo el debate político.

Quienes promueven la anulación dicen que votar es ser cómplice de la clase política.
En principio, no creo que exista una clase política como bloque. No comparto el discurso de que el mundo se divide en ciudadanos y políticos, que los ciudadanos son la fuente de la virtud y los políticos son la fuente de la corrupción. Yo no creo que sea así, ni los ciudadanos son un bloque, ni los políticos. Uno vota por las opciones que han cristalizado los partidos o, ahora, en las candidaturas independientes.

¿En algún momento tendremos una visión más madura y menos azotada?
Jajaja. Yo esperaría que sí.

¿Le causan ilusión los independientes?
Me parece muy bien que se les haya abierto la puerta. Lo que no me acaba de convencer es que se contraponga a los independientes a los partidos, porque los independientes, en el momento que optan por una candidatura, se convierten en políticos. Ese ciudadano, al momento de estar en la boleta, ya es un político. Y es un político que construye un partido, aunque no lo llame así.

¿Anular es dejar que otros decidan?
Sin duda.

¿Cómo percibe el ambiente para estas elecciones?
Como nunca antes, veo a la gente con muy poca esperanza.

Da la impresión de que para muchos el deber cívico de acaba al emitir el sufragio…
Claro, tenemos un déficit de ciudadanía como país. Muy pocos ciudadanos mexicanos participan de manera regular en una organización, sea de derechos humanos, de observación electoral, de defensa del medio ambiente es sólo una minoría. Ojalá que en México hubiese una ola organizativa de la cual surgiera una sociedad civil robusta, organizada.

¿No estamos cumpliendo como ciudadanos?
La inmensa mayoría nada más el día del voto. Por eso una sociedad civil más robusta generaría una exigencia mayor a los políticos.

¿Tenemos el gobierno que nos merecemos?
Tenemos el gobierno por el que votamos.

¿Cuántas veces lo han invitado a ser candidato?
Pues, unas dos o tres, cuando quise ser candidato no pude porque perdí unas internas en el PMS en 1988.

¿Alguna vez ha ganado su candidato la Presidencia?
No.

¿Cuál ha sido la mejor elección de su vida?
Dedicarme a la academia, sin duda.

¿Qué llegará primero? ¿La madurez democrática para México o el regreso del Necaxa a primera?
¿Por qué tocas esa herida? Estuvimos a punto de subir a primera división La madurez democrática es un término muy difícil. Con todo y todo, hoy hay una mejor comprensión de qué es la democracia en comparación con hace 20 años. Hoy casi todos sabemos que nuestro destino es vivir en pluralidad.

Cinco datos

1. Militó en el PSUM, el PMS y el PRD.

2. En 1991 renunció al PRD.

3. Fundó el Instituto de Estudios de la Transición Democrática.

4. Llegó al IFE propuesto por el PAN, y lo presidió de 1997 a 2003.

5. Su más reciente libro se titula El desencanto.

Fuente: Reformas

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