Vestido con ropa ancha y oscura, Rembrandt Harmenszoon van Rijn sostiene sus utensilios de trabajo con la mano izquierda y clava los ojos en quien lo observa.
Pero en su mirada ya no se percibe el vigor de quien fuera el pintor más famoso de Países Bajos.
En ella hay más bien dolor, rencor quizá, por la incomprensión que generaron sus obras tardías y las consecuencias que eso tuvo en su vida: moriría prácticamente en la pobreza.
Pero tal expresividad, la misma que inspiraría después a otros maestros como el español Francisco de Goya, tuvo truco.
Eso es al menos lo que creen Francis O’Neill y Sofia Palazzo, coautores del estudio ‘Rembrandt’s self-portraits‘ (Los autorretratos de Rembrandt), recién publicado en la revista especializada Journal of Optics.
De acuerdo a los investigadores, tanto para el Autorretrato con paleta y pinceles(1660-1665) como para el resto de pinturas y grabados que hizo de sí mismo, el maestro barroco se valió de una técnica con la que por aquél entonces se estaba experimentando para observar estrellas y microorganismos.
En su investigación, O’Neill y Palazzo aseguran que Rembrandt utilizaba un sistema de espejos para proyectar su imagen sobre una superficie sobre la que después trabajaba.
Y proponen cinco configuraciones posibles: una usando un espejo cóncavo, tres en base a una combinación de un espejo plano y un espejo cóncavo, y otra con dos espejos planos y una lente.
Cámara oscura
No es la primera vez que expertos sugieren que Rembrant se sirvió de un truco óptico para lograr los autorretratos tan alabados con los que fue trazando su propia biografía.
Ya en 2011 Charles Falco, profesor de la Facultad de Ciencias Ópticas de la Universidad de Arizona, y el artista británico David Hockney, aseguraron que él y otros pintores neerlandeses como Johannes Vermeer utilizaron la cámara oscurapara realizar sus obras.
El instrumento, consistente en un caja cerrada con un pequeño agujero por el que entra una mínima cantidad de luz, permite obtener una proyección plana de una imagen externa sobre la zona interior de su superficie.
Fue uno de los dispositivos ancestrales que condujeron al desarrollo de la fotografía, pero entonces ya lo estaba utilizando el astrónomo alemán Johannes Kepler para seguir el movimiento del Sol y los planetas.
Sin embargo, para O’Neill esto no tenía sentido, ya que al ser el pintor también el sujeto del cuadro, no podía estar en dos posiciones la mismo tiempo.
Esto es, fuera de la caja, como modelo, y dentro para pintar la imagen proyectada.
Así que en 2012 empezó junto a Palazzo a hacer una serie de autorretratos sirviéndose de técnicas varias para tratar de descubrir el secreto de Rembrandt, y ambos se convencieron de que la base era una combinación de espejos.
Rembrandt “pintó incluso un par de autorretratos sobre cobre, una superficie sobre la que las proyecciones pueden verse muy claramente”, explica en el estudio.
“Hacer el autorretrato en el que se le ve riéndose y con los ojos muy abiertos habría requerido una disciplina física increíble, para de forma alterna mirarse en el espejo para crear luego la imagen”, asegura O’Neill.
El experto se refiere a un grabado que hizo de sí mismo en 1630, cuando empezó a cosechar sus primeros éxitos en Leiden, su ciudad natal, tras haberse formado con Pieter Lastman en la capital, Ámsterdam.
Pero según O’Neill, el artista no tuvo que apartar la mirada del lienzo en ese caso ni en ningún otro, ya que habría trazado el dibujo sobre una imagen proyectada en el mismo.
Anomalías
A esa conclusión llegaron tras encontrar en los autorretratos de Rembrandtanomalías propias de un proceso de proyección, como la mirada ligeramente desviada.
Además, según los expertos, Rembrandt se habría valido del claroscuro— el acusado contraste entre la luz y las sombras, una técnica que el holandés dominaba a la perfección— para esconder las partes que el espejo no le permitía ver de forma detallada.
En relación a esto, detectaron en todos los cuadros un área circular a partir del cual la calidad del retrato se deteriora.
Sin embargo, varios historiadores de arte criticaron la conclusión a la que llegaron O’Neill y Palazzo en su estudio, ya que no existe ningún documento histórico que recoja que Rembrandt se valía de esa técnica.
Aunque eso no es motivo para desechar la investigación, reclaman sus autores, ya que es de sobra conocido que los grandes artistas de la historia mantuvieron sus técnicas en secreto y muchas de ellas se han conocido décadas después, al estudiar sus lienzos.
Entre 1620 y su muerte, en 1669, Rembrandt se autorretrató un centenar de veces, y a día de hoy se conservan la mitad de esos cuadros.
Por ello se le considera el maestro de la luz del siglo XVII y el artista más importante de Países Bajos de todos los tiempos.
Y eso difícilmente lo cambia un sencillo truco óptico.