Especialistas de la UNAM fueron capaces de elaborar ya un diagnóstico preliminar del sismo de 7.1 grados Richter que sacudió el centro del país el martes 19. Así, ya es posible saber que la causa de este movimiento fue un doblamiento “casi vertical” de la Placa de Cocos en su choque con la de Norteamérica. Además esbozan un mapa de las zonas más dañadas por el sismo en la Ciudad de México y explican por qué la naturaleza lacustre del subsuelo tuvo mucho que ver con el nivel de destrucción.
Por Rodrigo Vera/ Proceso
El sismo del pasado martes 19, que tuvo una magnitud de 7.1 grados Richter, fue provocado por el doblamiento “casi vertical” de la llamada Placa de Cocos, que pasa debajo de la Placa de Norteamérica, sobre la cual se asienta la República Mexicana.
El geólogo Fernando Ortega Gutiérrez, investigador emérito del Instituto de Geología de la UNAM, explica: “Los sismos son un fenómeno mecánico, provocado por los desplazamientos de enormes bloques de piedra.
“El del martes pasado lo provocó un doblamiento súbito y casi vertical de la Placa de Cocos, que pasa por debajo de la Placa de Norteamérica.
“La Placa de Cocos está formada de basalto y pasa debajo de las costas del Pacífico sur de México, desde Chiapas hasta Jalisco. En la zona costera entra con un ángulo de entre 20 y 25 grados, luego se hace horizontal, corriendo paralelamente a la Placa de Norteamérica.
“Aquí lo que ocurrió fue que, a la altura de Morelos, esa placa horizontal se dobló en un ángulo aproximado de 72 grados, por lo que cayó con un fuerte componente de vertical. Y fue probablemente este desprendimiento lo que provocó la onda sísmica”.
–¿Por qué llegó con mucha intensidad a la Ciudad de México?
–Porque tuvo su epicentro muy cerca, a sólo 120 kilómetros, y por el mecanismo de rompimiento al que me refiero. Este sismo de 7.1 grados le pegó de lleno a la Ciudad de México. Aquí en la UNAM, por ejemplo, su vibración fue superior a la que provocó el sismo de 1985.
Con una licenciatura en ingeniería geológica por la UNAM y un doctorado en geología por la Universidad de Leeds, Inglaterra, Ortega Gutiérrez aclara: “Ese es mi punto de vista como geólogo, ya que los físicos y los geofísicos tienen también sus propios análisis, relacionados, por ejemplo, con si son movimientos oscilatorios o trepidatorios, dependiendo de la naturaleza de las ondas de energía que se desprenden del rompimiento de un sistema”.
Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2134, ya en circulación