Por Jenaro Villamil
Sorpresivamente, la tarde del lunes 14, el líder sindical de los petroleros, Carlos Romero Deschamps, apareció en el recinto de la Comisión Permanente donde se realizaba la sesión de comisiones dictaminadoras de la reforma energética.
Llegó acompañado de Emilio Gamboa Patrón, coordinador de los senadores del PRI y viejo amigo suyo. De hecho, gracias a los buenos oficios de Gamboa Patrón, el magnate sindical logró llegar al Senado en la fórmula plurinominal y obtener fuero legislativo por seis años.
Romero llegó molesto al Senado. Se le notaba en su gesto, normalmente adusto. Se arrellanó en su curul. No entendía ni de qué se trataba el debate en ese momento. Se puso a increpar al senador del PAN, Francisco Domínguez. Bravucón, como si saliera de una cantina, Romero retaba al presunto aliado del PRI a demostrar que Pemex había sido improductivo.
El senador David Penchyna, priista y presidente de la Comisión de Energía, no sabía cómo controlar el mal humor del señor Romero Deschamps.
Ahora sabemos que esa bravata de Romero Deschamps no tenía como origen la defensa de Pemex y menos de los integrantes del sindicato a quienes ha expoliado, robado y controlado desde que llegó a la dirigencia en los años noventa.
Carlos Romero acababa de recibir una noticia bomba. La juez Sylvia Matthews, del Distrito Judicial 281 del condado de Harrison, en la ciudad estadunidense de Houston, Texas, emitió un fallo en contra del sindicato petrolero y, en especial, contra Romero Deschamps por el litigio que sostiene con la empresa Arriba Limited.
La información fue revelada este martes 29 de julio por Dolia Estévez, corresponsal en Washington para MVS-Noticias. La incansable reportera dio a conocer lo que ahora comienza a cuadrar como el posible Quinazo a este personaje que ha gozado de una impunidad escandalosa, a pesar de los reiterados escándalos que demuestran su compulsión cleptómana.
El sindicato petrolero incumplió con la empresa estadunidense Arriba Limited el compromiso de venderle 6 millones de barriles de crudo con tarifa preferencial. Este acuerdo viene de 1985, época de Joaquín Hernández Galicia, La Quina, como hombre fuerte de los petroleros.
El juicio fue perdido por el sindicato petrolero y le autorizaron a la empresa el “derecho a reclamar por cualquier vía legal la remuneración de millones de dólares”.
La deuda fluctúa entre 426 millones y 1.4 mil millones de dólares, dependiendo del cálculo que se haga de los intereses acumulados en casi 30 años.
Esta deuda puede ser cobrada en especie, es decir, con bienes inmuebles del representante del sindicato de Pemex: Carlos Romero Deschamps.
Se presume que sus millonarias propiedades en Estados Unidos pueden ser confiscadas. Al menos se conocen públicamente dos de esos inmuebles: los departamentos de lujo de su hijo José Carlos Romero Durán, propietario de dos de ellos en Miami con valor de 7.5 millones de dólares, de acuerdo con la información del periódico AM.
Romero Durán es el mismo hijo al que Romero Deschamps, generoso padre, le regaló un proletario carro de súper lujo: un Ferrari de colección, cuyo valor ronda los 2 millones de dólares.
En el juicio ante la Corte de Houston se ventiló el testimonio del abogado Carlos A. Ryerson, representante legal del sindicato petrolero en Estados Unidos entre 1990 y 2004. El abogado acusó a Romero Deschamps de robarse millones de dólares que eran para pagar a la defensa del sindicato. ¿De dónde salían esos recursos? Presuntamente, de las cuotas sindicales y los fondos de Pemex.
El fraude de Romero Deschamps vuelve a colocar a este personaje y a sus cómplices –de muchos años atrás– en uno de los episodios más vergonzosos y delicados en el contexto de la reforma energética.
Gracias a la impunidad en México, Romero Deschamps se libró de varias acusaciones. El caso más escandaloso fue el Pemexgate. Este fraude confirmó que el líder petrolero desvío 500 millones de pesos del sindicato a la campaña presidencial del priista Francisco Labastida Ochoa, en el 2000. El coordinador de esa campaña fue el principal protector actual de Romero: Emilio Gamboa Patrón.
El Pemexgate le costó al PRI mil millones de pesos. Los pagó el partido, no Romero Deschamps. Nadie fue a la cárcel. Desde ese episodio, el PRI se convirtió en una franquicia al servicio del mejor postor: primero, de Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo, y después del Grupo Atlacomulco, que impulsó a Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República.
Los lujos de Romero Deschamps se convirtieron en referencia constante de periódicos como Reforma, que no dejó de “cazar” al magnate sindical. Documentó en 2008 que Romero tenía un yate y departamento de lujos en Cancún, Quintana Roo, con valor de 3 millones de dólares.
Su propia hija presumió en la red social de Facebook que su padre no sólo es coleccionista de Rólex, con valor superior a 400 mil dólares, sino también un promotor de los lujos de su descendencia.
Ningún escándalo movió a Romero Deschamps de su control autoritario del sindicato. Superó en corrupción, ilegalidades y excesos a La Quina, pero ni Zedillo ni Fox ni Calderón y menos Peña Nieto decidieron romper con esta historia de vergüenza en un sindicato que alguna vez fue el alma de la principal empresa del país. Les fue funcional para desmantelar a Pemex. Chantajeaba por debajo de la mesa y callaba en público. Lo que siempre negoció fue impunidad.
Ahora, para vergüenza de sus cómplices y de quienes dejaron que se convirtiera en un frankenstein, el Quinazo para Romero Deschamps llegó por la vía de una Corte de Estados Unidos.
Romero puede volver a salirse con la suya. Su hundimiento es peligroso para varios. Para eso puede ser que alguna parte del “rescate” de los pasivos de jubilados y pensionados del sindicato petrolero sirvan para que su egregio líder no pierda alguna de sus millonarias propiedades.
Fuente: www.homozapping.com.mx