El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) del presidente de gobierno, Pedro Sánchez, obtendría más votos en las elecciones generales que se celebrarán en España el próximo domingo 28 de abril, según un sondeo publicado hoy por el periódico El País.
El candidato socialista obtendría 28.8 por ciento de los votos y 129 de los 350 escaños del Congreso de los Diputados, lo que le situaría como la fuerza más votada pero sin la mayoría absoluta necesaria para formar gobierno. Necesitará el apoyo de otros grupos.
El sondeo, realizado por la compañía 40dB, otorga a la formación de derechas Partido Popular (PP) y a su candidato, Pablo Casado, 17.8 por ciento de las papeletas y 75 escaños.
La encuesta explica que 26 por ciento de las dos mil personas preguntadas todavía no han decidido su voto, por lo que esta última semana antes de las elecciones, en la que se celebrarán dos debates televisados, se presenta como clave.
El partido Ciudadanos llegaría a 14.1 por ciento de los apoyos y 49 escaños y la formación de Izquierda Unidas Podemos al 13.2 por ciento y 33 diputados.
El partido de ultra derecha VOX, que se prevé como gran irrupción de estos comicios, recabaría 12.5 por ciento de los votos y entraría en un parlamento a nivel nacional por primera vez en su historia con 32 escaños.
Otras formaciones minoritarias, como partidos nacionalistas de la comunidad autónoma de Cataluña (al noreste del país) y la comunidad autónoma de País Vasco (norte) y de corte animalízate como Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA) se repartirían otros 32 asientos en el Congreso.
Si la encuesta acierta sus predicciones, una coalición entre las dos fuerzas de izquierda como Unidas Podemos y PSOE sumaría 162 diputados, 14 menos de los 176 que se necesitan para gobernar.
Este escenario dejaría a Sánchez en una situación en la que se vería forzado a pactar con formaciones nacionalistas para sacar adelante un Ejecutivo.
La suma entre los tres partidos de derechas, PP, VOX y Ciudadanos, obtendría 159 y tampoco estarían en condiciones de formar gobierno sin cruzar su línea roja, que es negociar con los partidos nacionalistas.
Otra opción sería un pacto entre socialistas y Ciudadanos, pero parece difícil porque la formación liberal descartó de antemano un acuerdo con el PSOE antes de empezar la campaña.
Batalla por el voto útil
La ciudadanía española afronta esta semana como una de las más decisivas de las últimas décadas para su futuro político. En las elecciones generales del próximo domingo está en disputa la hegemonía política de dos bloques, sí, fragmentados y hasta enfrentados entre sí, pero que finalmente tendrán que dialogar para la formación del futuro gobierno.
La izquierda y la derecha se abrazan al llamado “voto útil” para superar el empate técnico que auguran todas las encuestas, pero sobre todo para convencer al 40 por ciento del electorado que a día de hoy se debate entre abstenerse o que no sabe aún a que partido votar. Lo que también augura un resultado incierto y que tiene a todos los partidos políticos en alerta máxima.
El mapa político español cambió definitivamente hace un lustro, cuando emergieron en escena dos nuevas formaciones políticas con aspiraciones de gobernar: los liberales de Ciudadanos, escorados a la derecha y que tienen como su seña de identidad la lucha contra los nacionalismos periféricos; y Podemos, la formación de izquierda que emergió con fuerza a raíz de la revolución de los “indignados” de mayo del 2014 y que poco a poco ha ido perdiendo fuerza y credibilidad. Pero su sola ascendencia en el escenario político dio por muerto al anterior modelo bipartidista que se había repartido el poder desde la instauración de la democracia tras el final de la dictadura fascista de Francisco Franco.
Sin embargo, las elecciones del 28 de abril auguran un nuevo cambio en el modelo español. Ahora la derecha está dividida en tres facciones: el tradicional Partido Popular (PP), que a pesar de que todos los sondeos le auguran una perdida masiva de votos también confirman su hegemonía en el bloque conservador; Ciudadanos, que aspira a duplicar su número de diputados y convertirse en el socio de preferencia del PP; y la nueva formación de extrema derecha Vox, que es la heredera natural de los sectores más reaccionarios del franquismo y del movimiento afín de Fuerza Nueva.
En la izquierda aparentemente la fragmentación es más sencilla, pero tampoco es realmente así. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con su candidato y presidente del gobierno, Pedro Sánchez, tiene todas las encuestas a su favor y le sitúan como el claro vencedor de los comicios. Sin embargo eso no le garantiza que logre los apoyos suficientes para formar gobierno, sobre todo porque su principal aliado, Unidas Podemos (UP, la coalición de Podemos con la casi extinta Izquierda Unida), perderá más de la mitad de sus votantes y escaños, siempre según los sondeos. Además dentro del propio conglomerado que integraba a UP ha habido varias rupturas importantes, sobre todo de las formaciones periféricas que se habían unido en una gran coalición de movimientos sociales y organizaciones de izquierda, como las llamadas Mares de Galicia o Compromis en Valencia. Además de una fractura interna en Madrid.
Con este escenario de bloques enfrentados, el principal favorito para formar gobierno es el candidato socialista, que necesitará no sólo los apoyos de UP -que ha advertido veladamente que sólo apoyará esa opción si en esta ocasión Sánchez decide formar con ellos un gobierno de coalición-, sino también con el de los nacionalistas vascos -que tendrán entre 5 y 10 escaños- y el de los nacionalistas catalanes -que tendrán entre 10 y 20 diputados-. El objetivo de ambos bloques es llegar a los 176 escaños que otorgan la mayoría absoluta y, por tanto, la posibilidad de formar gobierno.
Las encuestas no dan un claro favorito, al menos en cuanto a los bloques se refiere. Si acaso el gran triunfador es el de los votantes indecisos, que representan a día de hoy cuatro de cada diez electores. Es decir, una proporción que podría inclinar la balanza a un lado o a otro. De ahí la importancia de este semana, la última antes de la cita electoral, en la que habrá hasta dos debates de los cuatro principales candidatos -el aspirante de Vox fue vetado por la Junta Central Electoral (JCE)- y la intensificación de la guerra en las redes sociales, que se ha convertido en una herramienta proselitista fundamental para todos los partidos políticos.
Fuente: La Jornada