Las prerrogativas del INE para el PRI se reducirán drásticamente en 2019 (recibirá 891 millones de pesos menos que este año) como resultado de su desplome en las elecciones del domingo 1, que lo llevaron al tercer lugar nacional. La nueva dirigencia, encabezada por Claudia Ruiz Massieu, enfrentará esa gran crisis financiera –sumada a deudas que se venían arrastrando– y, al mismo tiempo, el empuje de corrientes internas que buscan una refundación del partido. “Estamos ante el peligro de la irrelevancia electoral”, resume Dulce María Sauri.
Por José Gil Olmos/Proceso
En las instalaciones de la sede nacional del PRI ya no aparecen las fotos de José Antonio Meade y tampoco se ven saliendo y entrando ríos de gente, como en meses pasados. Disminuyó el número de guardias para cuidar los tres edificios, que hoy están casi desiertos. De la barda principal de plano fueron arrancadas todas las imágenes de una campaña fallida y las frases del “Yo Mero” y “México chingón” que el candidato presidencial usó sin éxito.
Esta misma estampa de desolación se repite en otros edificios, los de los sectores obrero, campesino y popular de este partido, que transita por la más severa crisis política de las últimas décadas y que se prevé sea también financiera en 2019, por la reducción de 891 millones de pesos respecto al monto de prerrogativas que recibió este año.
Al asumir su encargo, el miércoles 18, Claudia Ruiz Massieu Salinas, la cuarta dirigente del PRI en los últimos tres años, estimó que el partido está ante el reto de la reforma de fondo más importante en 72 años, una que tendrá que partir de la militancia y no de los dirigentes.
En entrevista, la exdirigente del PRI y próxima diputada federal por Yucatán, Dulce María Sauri Riancho, dice que se trata de una renovación y que la tarea principal del partido será encontrar su propio espacio político, porque cuando perdieron en 2000 fue ante el adversario histórico y antagónico, el PAN, pero ahora “perdimos la elección frente a nuestro espejo”, que es Morena.
“Para seguir existiendo hay que renovarse y para eso hay que saber qué espacio queremos ocupar en el espectro político. Lo más peligroso para el PRI es la irrelevancia electoral, porque en sus 90 años ha vivido muchas cosas, pero nunca el peligro de la irrelevancia y contra eso es frente a lo que vamos a luchar en los próximos meses”, sostiene la exgobernadora de Yucatán.
Mientras que de la crisis financiera que se verá en el futuro para el PRI, Sauri destaca que el partido habrá de resentir el efecto de que muchos de sus militantes se acostumbraron a trabajar más por conveniencia que por convicción.
“Se va a tener que trabajar en función de ese dinero que le toca por prerrogativas. Haz de cuenta que somos como un drogadicto y que nos impuso la realidad política a entrar en un programa de recuperación, vamos a entrar a un periodo terriblemente complicado, como cuando se le quita la droga a un adicto. Tenemos que sobrevivir y no sólo porque la realidad política nos puso en este lugar, sino también por convicción. Cuando digo renovar es regresar a lo básico.”
En ese sentido, Sauri Riancho –quien dirigió al PRI en el año 2000, cuando por primera vez perdió una elección presidencial– precisa que para poder inspirar el convencimiento y esa convicción se tiene que debatir el lugar que debe ocupar el partido en el escenario político.
Impacto financiero
Aunque todavía no se tienen los datos de la deuda que dejará esta campaña –para la cual tuvieron mil 689 millones pesos de financiamiento público, tanto para la presidencial como para las de legisladores y gobernadores–, el impacto financiero en las arcas del PRI ya comienza a manifestarse, pues al personal de nómina y de confianza ya se le anunció que habrá despidos masivos.
Extraoficialmente se supo que habrá una disminución sustancial en el número de empleados contratados para la campaña y en los mil que integran la base de trabajadores de la sede nacional, así como del Comité Directivo de la Ciudad de México y los que laboran en las instalaciones de los tres sectores, la Fundación Colosio, los institutos y agrupaciones de mujeres y jóvenes.
Además de las presiones para que haya cambio en la dirigencia nacional y una reestructuración o refundación del partido tras el descalabro histórico de la pasada elección federal, en la que perdieron la Presidencia de la República, la mayoría en el Congreso, las ocho gubernaturas en juego y la jefatura de gobierno de la capital, el PRI también enfrentará una crisis financiera.
Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 2177, ya en circulación.