Más de tres mil millones de juguetes se manufacturan y venden cada año. Como esta muñeca, pensada para el mercado finlandés. ¿Cómo se hacen las pruebas de seguridad de los productos, y especialmente de los juguetes y qué derechos tienen los consumidores?
Paola Radyman, es la propietaria de una tienda de juguetes finlandesa: “Básicamente, confiamos en los fabricantes. Personalmente, no me dedico a preguntar por el certificado de cada producto que entra en nuestra tienda. Y si encuentro algún producto defectuoso, inmediatamente, hago una reclamación”.
Finlandia está entre los países europeos que expide más notificaciones de juguetes peligrosos. La lista de productos reclamados, sean juguetes u otros productos inseguros, se actualiza semananalmente en el Sistema de Alerta Rápida de la Unión Europea, conocido también como el Rapex.
El sesenta por ciento de los juguetes se fabrican y se venden en Navidad. Y justo antes de que lleguen los Reyes Magos, en Tukes, la autoridad finlandesa que vela por la seguridad de los consumidores, ya se han retirado 5 juguetes.
Anna Pukander es directora de Tukes, la agencia finlandesa que controla la seguridad de los productos dirigidos al consumidor: “Tenemos por ejemplo un cerdito que tiene unos ojos que se se pueden quitar fácilmente, y demasiados ftalatos, un 40% de este compuesto químico”, explica. “Los ojos pueden asfixiar a un niño y los ftalatos son dañinos para nuestro sistema reproductor”.
El ftalatos, un químico que se usa comúnmente para ablandar plásticos, también se encontró en altas dosis en la ropa de un peluche. Un coche de algodon que contenía componentes demasiado pequeños, y unas flechas con un láser demasiado potente fueron otros juguetes retirados.
“Contamos con la inestimable ayuda de las autoridades aduaneras y también los laboratorios de Aduanas. Su cooperación nos permite encontrar los juguetes peligrosos que entran en el mercado.”, explica Anna Pukander.
Tras los controles que se realizan en Tukes se retiran los productos que ya están en el mercado, mientras que en los laboratorios de las Aduanas, se interceptan antes de que lleguen a las estanterías de nuestras tiendas.
Cada año entre 600 y 800 juguetes pasan por estos controles. Cuando un producto no cumple los requisitos o se devuelve al país que lo manufacturó o se destruye.
Janne Nieminen es director de un laboratorio de objetos: “No podemos hacer pruebas a todas las importanciones, así que asumimos un porcentaje. Por supuesto sabemos que existen riesgos. Este año hemos probado unos 700 juguetes y descartamos un diez por ciento de éstos. El principal motivo han sido incumplimientos de requisitos químicos o mecánicos.”
Pero los problemas no dependen únicamente de productos químicos o piezas que se puedan quitar o soltar. El etiquetaje es la tercera razón más frecuente por la que algunos juguetes no llegan al mercado. Los clientes tienen el derecho de ser correctamente informados sobre lo que compran y la primera etiqueta que se debe buscar es la de CE, la etiqueta de declaración de conformidad de la Comunidad Europea. Lo que significa que el producto cumple con los requisitos medioambientales, de seguridad y toxicidad entablecidos por la Unión Europea.
Fabien Fédy, en abogado Centro Europeo del Consumidor en Finlandia: “Siempre existe la posiblidad de que se cuelen productos falsificados o inapropiados en nuestro mercado europeo. Por supuesto eso es una responsabilidad de llas autoridades pero también de las tiendas que venden estos juguetes, de productores no fiables. Hay excepciones, pero la etiqueta de conformidad de la CE es una buena garantía de que el producto es seguro, basándose en la legislación de la Unión Europea.”
Entre todos los símbolos y etiquetas existentes, el aviso de si es o no para niños de 0 a 3 años es uno de los más importantes, por la peligrosidad que puede conllevar. El signo de prohibición debe estar especificado.
“A veces hay productos que no se utilizan de la manera adecuada, o tienen un problema y…sí, hacemos una reclamación a la empresa a la que compramos el artículo. Y creo que es importante ya que es la manera ecómo los fabricantes pueden darse cuenta de que sus productos no siempre se ajustan a los estándares de calidad.”, explica Paola Radyman, propietaria de la tienda de juguetes.
Pero la línea que diferencia entre juguetes y productos es muy difusa. De acuerdo con la Directiva Europea de Seguridad de Juguetes, para que un producto se considere como tal no es necesario que haya sido diseñado exclusivamente para jugar.
¿Son juguetes, por ejemplo, los elementos decorativos para el árbol de Navidad?
De momento, los que encontramos carecen del distintivo de la Comunidad Europea, como otros objetos pensados para adultos.
“Sí, es cierto, no tiene el distintivo, pero como en verdad no es para uso de niños, ¿es obligatorio el símbolo de 0-3 igualmente?”, pregunta Randyman.
“Esto parece un juguete. Y aunque esté pensado para adultos debería llevar el aviso. Aunque fuera una frase avisando de que no debería ser manipulado por niños”, responde Fabien Fédy.
Pero…¿Cuáles son los derechos si descubre que un regalo o cualquier otro producto, no le satisface?
Recurrir al vendedor o a la autoridad nacional que se ocupa de la seguridad es una posibilidad. El Centro Europeo del Consumidor, situado en Finlandia, distingue varios casos:
Fabien Fédy nos lo explica: “Si el producto es defectuoso, el consumidor puede devolverlo durante un período de dos años; si el producto es defectuoso, el consumidor puede devolverlo durante un período de dos años. Si al consumidor no le gusta lo que ha comprado, y compró el producto por Internet, tiene un período de prueba, de al menos 7 días dependiendo del país para cambiar de opinión y cancelar el contrato de compra. No tiene que dar ninguna razón. Sólo enviar de vuelta el producto y recuperar el dinero. Si no es por Internet, sino que el producto se ha comprado en una tienda, ésta no tiene obligación de permitirle cambiarlo por otro o devolverle el dinero.”
Compramos un peluche en Finlandia para regalarlo en Francia. Decidimos ponerlo a prueba cerca de París, en un organismo acreditado…Son unas pruebas que los fabricantes deberían hacer. Ellos son los responsables de la seguridad de sus productos, y también tienen la opción de encargar a terceros los controles de seguridad de sus juguetes.
Compramos un peluche en Finlandia y preguntamos a Laurence Wachenheim, empleada del Laboratorio Nacional de Metrología y Ensayos, en Trappes, Francia: “¿Qué tipo de pruebas llevaría a cabo si, por ejemplo, un importador quisiera venderlo aquí en Francia?”
Laurence nos comenta: “Bueno se le puede hacer una prueba de tracción de las costuras para asegurarse de que el niño no pueda manipular el relleno con el que se podría ahogar.”
El peluche pasa las pruebas relacionadas con el tejido sin ningún problema, aunque ahora le espera otra un poco más traumática: la que mide la velocidad de propagación de las llamas. Si es demasiado rápida el pequeño podría resultar seriamente herido en caso de que se quemara por accidente.
“Las llamas se propagan lentamente, menos de 30 milímetros por segundo, así que cumple con los requisitos sobre inflamabilidad”, asegura Laurence.
Y Emily, la destinataria del peluche, puede jugar con su nuevo amigo, mientras éste se recupera del susto.
Fuente: euronews