Por Eduardo Paz Rada*
Más allá de los aspectos sobre la nacionalidad argentina del Papa Francisco, de sus antepasados italianos que lo vinculan al núcleo del poder Vaticano, de su declaración como seguidor “cuervo” de San Lorenzo de Almagro, de su origen popular y su vivienda en barrio Flores de Buenos Aires, de su ordenación jesuita que marca un sello en su tarea en la Iglesia Católica, de su adhesión al peronismo de la derechista Guardia de Hierro y de su gusto por el tango, el poro y la yerba mate matinal, corresponde medir, inicialmente, su trayectoria y futuro por las posturas políticas y sociales que asuma frente a su país, América Latina y el mundo.
A partir de su condición de sacerdote, obispo, cardenal y ahora Papa de la Iglesia Católica es indiscutible la militancia de Jorge Bergoglio en una línea occidental, cristiana, misionera y teológica. Sin embargo dentro de estas categorías se pueden encontrar matices que han marcado las luchas dentro de la iglesia de Cristo que son las luchas en las sociedades y en el mundo en su conjunto.
Durante los últimos años, en su condición de cardenal argentino, tuvo una postura de enfrentamiento con los gobiernos de los esposos Kirchner especialmente en los aspectos relacionados a las políticas económicas y sociales y a los aspectos más sensibles a la iglesia como son la legalización del aborto o el matrimonio gay, convirtiéndose indirectamente en vocero de los sectores políticos conservadores, los medios de comunicación empresariales monopólicos y los militares que cometieron delitos mayúsculos. Su mayor “pecado” ha sido la indiferencia, al menos, frente a la represión militar en la etapa dictatorial y, según testimonio de dos sacerdotes jesuitas, su colaboración con ese régimen que realizó crímenes y persecuciones a dirigentes sociales y de izquierda.
Sin embargo, su postura sobre la cuestión de la soberanía argentina sobre las islas Malvinas ha sido muy clara, reivindicando los derechos históricos de su país en el Atlántico Sur y cuestionando las posturas colonialistas del Reino Unido de Gran Bretaña. En esa misma perspectiva ha manifestado su adhesión a la unidad de América Latina en la Patria Grande, tomando en cuenta las características de la dominación imperialista en nuestra región.
La Iglesia Católica, a través del Vaticano, ha mantenido en las últimas décadas una posición conservadora y contraria a los movimientos de liberación, especialmente a partir de la persecución a los sacerdotes impulsores de la Teología de la Liberación en América Latina que marcaron claramente la opción por los pobres y los oprimidos, dejando atrás los documentos de compromiso social del Concilio Vaticano II y los mandatos de las Conferencias Episcopales de Medellín y Puebla.
Respecto a la coyuntura mundial y regional actual se presenta la disyuntiva muy clara: O mantiene esta opción conservadora y neoliberal o asume una postura acorde a las necesidades de los pueblos y sus luchas.
La elección de Francisco estuvo marcada tanto por la crisis moral como por la corrupción en sus centros financieros por las que atravesaba el Vaticano causando la renuncia de Benedicto XVI. Ha trascendido que los cardenales norteamericanos han sido una de las palancas de su nombramiento y las condiciones estarían relacionadas a que el nuevo Papa impulse acciones contra los procesos de reforma y lucha nacionalista y antiimperialista en América Latina. Situación que lo llevaría a una posición contradictoria con sus posiciones afines a la formación de la Patria Grande.
El Papa deberá prontamente tomar posiciones y no solamente en el discurso sobre estos temas y ahí se verá la consecuencia de sus discursos y de su lugar en el Vaticano, en un mundo lleno de desafíos, problemas, intereses y con una Iglesia Católica, mayoritaria en América Latina, que demanda posiciones firmes para desmantelar la dictadura neoliberal que esta destrozando al planeta y a la humanidad.
¿Estará el Papa Francisco a la altura del compromiso de los sacerdotes tercermundistas como Ernesto Cardenal, Arnulfo Romero, Luis Espinal o Leonardo Boff o, por el contrario, se pondrá al servicio de los intereses de las transnacionales especuladoras y el nuevo colonialismo imperial que pretende frenar las luchas nacionales y de liberación?
* Eduardo Paz Rada es sociólogo boliviano, actual Director de la carrera de Sociología de la UMSA y Co-Director de la Revista Patria Grande.
Fuente: http://alainet.org/active/62654&lang=es