Un día soleado en Basilea. Delicados sonidos surgen del interior de la Schola Cantorum, la primera institución del mundo dedicada a la música antigua. En esta ciudad a orillas del Rin, la escuela da nuevo impulso a las tonalidades del pasado.
La institución se ocupa del estudio holístico de la música antigua, el modo en que la música fue escrita e interpretada en el pasado. Situándonos en el tiempo, los estudios en Basilea abarcan desde los cánticos del siglo IX, hasta las sinfonías de inicios de 1800.
De origen argentino, Pedro Memelsdorff, ex alumno de flauta barroca en la Schola, es el nuevo director de esta entidad muy reconocida entre los melómanos.
“Por mucho tiempo la gente consideraba a la música antigua como una especialidad; en realidad, es lo opuesto. Es la habilidad de estar abierto a todos los estilos y expresiones culturales que se articulan a través de la música”.
Muchos de sus cerca de 200 alumnos provienen del exterior. Se nota con solo escuchar por los pasillos las conversaciones en una media docena de idiomas. Para Memelsdorff, la escuela encarna el espíritu de la ciudad que la acoge, situada en las fronteras de tres países –Alemania, Francia y Suiza- y punto de impulso de numerosos movimientos artísticos.
“La escuela es como un faro. Lo que hacemos en Basilea resulta rápidamente visible y la gente pone atención en ello. Basilea es prácticamente símbolo del tránsito internacional del nuevo arte y de lo que se hace en torno a la música ancestral. Esta es une bella metáfora, porque miramos a la música antigua como un nuevo arte”.
Según Memelsdorff, la Schola tuvo un impulso especial desde el inicio de la crisis económica mundial actual, debido a que, lamentablemente, muchas de las mejores instituciones dedicadas a la música en otros países europeos debieron reducir o terminar con su oferta educativa, lo que ha provocado mayor demanda para las escuelas que se mantienen en pie, como es el caso de este prestigioso centro de estudios.
El resultado: “Una fila de aquí a la estación de tren” de aspirantes esperando su audición, con la esperanza de ingresar a la Schola Cantorum Basiliensis.
Vinicius Perez es uno de los afortunados. Cursa su primer año de estudios con el profesor Hopkinson Smith, renombrado interprete de laúd.
“Estoy donde correspondo, especializándome en la música temprana renacentista. Me dedico a la música instrumental y vocal. Aprendemos cómo era la interpretación, la improvisación y la interactuación musical en tiempos en los que las obras se crearon”, explica el brasileño de 28 años de edad.
En los pasillos de la escuela, nos señala a su maestra de danza, que camina en dirección a la cafetería. Comenta que estudiar la danza le ayuda a él y a otros estudiantes a comprender el ritmo y el ímpetu de esta música en la época que se compuso.
Especialización
Perez admite que no es fácil hacerse una vida como laudista. Su único ingreso es como maestro de guitarra en una escuela en Lucerna. Pero no lamenta la decisión de concentrarse en el laúd, tras haberse consagrado varios años a la guitarra clásica. Pero un día, recuerda, tras 20 minutos de reflexión, decidió cortarse las uñas largas de guitarrista.
En su calidad de maestro de jóvenes que inician su relación con sus instrumentos musicales, Perez considera a veces difícil atraer a estos chicos al mundo de la música antigua. Dice toparse con una cierta “resistencia por parte de muchos de ellos”.
“Dicen que se trata de música para viejos. Les respondo que no somos tan viejos como ellos piensan; que yo escucho, toco y amo esta música, aun cuando escucho también a Jimi Hendrix y Led Zeppelin. Hay espacio para muchos tipos de música”.
Colaboración
Y si bien hay cierta resistencia, Perez observa un interés creciente entre los círculos académicos, incluidos aquellos de su país de origen. En su opinión, la clave está en la colaboración creativa, como fue el caso en un concierto que presentó en Lucerna recientemente, junto con un colega brasileño.
Perez tocó piezas renacentistas con su laúd; su colega, melodías latinoamericanas contemporáneas de Villa-Lobos y Piazzolla con su guitarra; y al final, tocaron juntos una pieza.
“Hay gente que piensa que hay reglas que no deben violarse y que no deben hacerse ciertas mezclas, pero yo afirmo que debemos confiar en lo que creemos y yo creo en lo que hago. Intentémoslo y veamos cómo podemos atraer al público con un concierto interesante con el que bien pueden sentir las ganas de repetir la experiencia”.
Redefinición
Para Pedro Memelsdorff, que asumió funciones en enero, el futuro de la escuela – y de su orientación musical- reposa en que este tipo de colaboraciones y, de manera más general, en la redefinición del modo en que la gente interactúa con la oferta de enseñanza de esta institución. Esto puede complementarse con programas de intercambio estudiantil.
“Hoy, la cuestión que se impone es saber si la música antigua existe realmente. Desde una perspectiva histórica, toda la música es música del pasado, porque aquellos primeros sonidos con los que ésta surgió no se repetirán jamás. La música antigua es simplemente música”.
Para el director de la Schola Cantorum Baseliensis un cambio de perspectiva ya se está generando en el mundo musical a través de nuevos caminos del pensamiento y el impulso de las nuevas generaciones.
“Durante mucho tiempo, en muchas de las escuelas de mayor prestigio en el mundo, la música clásica se veía como el camino que conducía a la perfección. No es nuestro modo de ver las cosas, y tal vez los jóvenes ya han tenido suficiente de este modo de pensar”.
Fuentes: Veronica deVore, Basilea, swissinfo.ch
– Traducción del inglés: Patricia Islas