Por Eduardo Ibarra Aguirre
The New Yok Times, el muy influyente diario estadunidense, acaba de poner en duda que Enrique Peña tenga la capacidad como titular del Ejecutivo federal – no la de índole personal que en las redes sociales se da por descontado que carece de ella–, para contener la violencia del crimen organizado, “sin caer en el puño de hierro que criticó de su predecesor, Felipe Calderón, y cambiar efectivamente el discurso nacional a otros temas, como el económico”.
Es sabido que un reportaje del rotativo más importante en las tierras allende el río Bravo, hace más mella en los reflejos políticos del jefe del grupo gobernante, como en los tiempos de Carlos Salinas, que el trabajo de días de todos los diarios impresos y electrónicos mexicanos.
Lo anterior obedece a que la absoluta mayoría de los llamados medios de comunicación, que en rigor son de difusión y propaganda, dedican sus mayores y mejores energías a registrar las instrucciones y las órdenes que en actos públicos dicta todos los días el mexiquense de Atlacomulco a su gabinete legal y ampliado.
Acaso sea su estilo personal de gobernar, debido a su formación como gobernador del estado de México, donde obtuvo cualidades ejecutivas. Igual que hasta hace tres meses y durante seis años Felipe Calderón se la pasó haciendo discursos en los que hablaba de sí mismo, en tercera persona del singular, como “el presidente de la república”, acaso por el enorme déficit de reconocimiento ciudadano a la investidura que le otorgó el Tribunal Electoral, pero no las urnas.
Mas ni una ni otra cosa estilísticas impresionan en el exterior y acaso tampoco importan. Y por ello el Times advierte que los crímenes no sólo no cesaron en los 80 días de su gobierno, sino que “amenazan con socavar sus promesas de campaña”, en la que gastó como ninguno pero no se dieron por enterados Leonardo Valdés y otros dos consejeros del Instituto Federal Electoral.
El NYT menciona las estadísticas oficiales que de diciembre a enero muestran una disminución de los homicidios dolosos a cargo del narcotráfico, pero también advierte que analistas cuestionan la veracidad de los datos toda vez que no se mencionan investigaciones judiciales. Incluso cita al doctor Edgardo Buscaglia: “No veo nada en sus casi tres primeros meses que muestren que se está atacando a la impunidad”.
El diario concluye que las autoridades estadunidenses “le dan tiempo” al nuevo presidente para que integre su equipo antes de evaluar “cómo trabajarán juntos e invertirán los 1.9 mil millones de la Iniciativa Mérida”.
Lo que no registra el periódico es que con esa cantidad de dólares que el gobierno de Barack Obama entrega a cuenta gotas, en especie y con equipos que le sobran al Pentágono y la DEA, la Casa Blanca y el Departamento de Estado intervienen directamente en una guerra que Calderón decretó, también, bajo la presión de George W. Bush para obtener su reconocimiento como presidente de México.
Mil 900 millones de dólares no representan ni la quinta parte de lo que el gobierno mexicano gasta anualmente para mantener sellada su frontera norte, en lugar de que lo haga Washington desde su frontera sur, principalmente para hacerle el trabajo sucio, criminal, mientras empresarios estadunidenses hacen su agosto con la venta de armas de asalto a los cárteles aztecas, la lavadora bancaria trabaja a todo vapor y a la luz del día, y los adictos disfrutan de “viajes intergalácticos”.
¡Ah! Pero ya declararon a Joaquín Guzmán el enemigo público número uno de Chicago. Y toda la tecnología, inteligencia y armamento del imperio en declive, desplazado por China como primera potencia comercial, no pueden con él. De risa, si no fuera una tragedia para México.
Fuente: www.forumenlinea.com