Estamos asistiendo a un nuevo proceso de neocolonialismo, aprovechando la llamada globalización por parte de las grandes multinacionales, que consiste en la compra de tierras para la producción de alimentos o para biocombustibles con un sistema de producción agraria de tipo industrial. Hay un hecho evidente, no se puede cultivar alimentos sin agua, es decir, que esta compra de tierras va unida al agua de esos países.
Actualmente hay una realidad muy relevante la carestía que sufren los alimentos y la posibilidad de que escaseen más con el cambio climático. Es cierto, que con la crisis económica se han moderado, pero no hay ninguna duda de que volverán a crecer fuertemente. Lo que se buscan los países con problemas es la seguridad alimentaria de sus poblaciones.
Para lograr esto, se necesitan grandes extensiones de tierras con agua, pero carecen de ellas en sus países. A todo esto debemos tener en cuenta, que muchos países quieren lograr cultivos para biocombustibles, ante el problema que presenta el petróleo con su posible escasez y nada mejor que las tierras del tercer mundo. Estos cultivos para biocombustibles se ubican en tierras fértiles y en zonas frágiles de humedales, o usan tierras áridas pero situadas en los grandes ríos africanos, donde el agua es gratis.
En las conferencias de inversores dedicadas al negocio agrario, se dice, que en África el agua es abundante y prácticamente gratis. Parten del principio de que los recursos hídricos africanos están considerablemente subutilizados y dispuestos a ser explotados por megaproyectos de regadíos para la producción de alimentos destinados a la exportación, sin que los africanos los disfruten. Ven pasar por sus narices los alimentos mientras ellos se mueren de hambre.
En estas tierras lo que se plantea es una agricultura industrial de gran producción. Los niveles de consumo de agua son elevados y además crece la contaminación, debido al empleo de grandes cantidades de productos químicos, lo cual crea un fuerte perjuicio a las poblaciones autóctonas que no se ven beneficiadas de estos proyectos.
Los precios por el arriendo de una hectárea, es alrededor de un dólar anual, cifra irrisoria pues conlleva aparejada el uso ilimitado del agua. Etiopia ha ofrecido 250.000 ha de tierra virgen productiva por 700 euros al mes, con un contrato de cincuenta años,
Las multinacionales del agronegocio, los bancos de inversión, los fondos de cobertura, los comerciantes de productos agrícolas, los fondos soberanos de países, los fondos de pensiones de Gran Bretaña y fundaciones son, los que lideran este negocio, atraídos por los precios tan baratos de estas tierras.
El investigador canadiense Devlin Kuyel plantea, que la inversión en África forma parte de la nueva política de alimentación de los países ricos, dice “los países ricos están mirando a África como una póliza de seguros. La escasez de alimentos y los disturbios en 26 países en el año 2008, la disminución del agua en el mundo, el cambio climático y el enorme crecimiento demográfico han hecho atractivas estas tierras. Y en África en comparación con otros continentes es barata”.
La directora ejecutiva de un fondo de inversión en Gran Bretaña, Susan Payne que quieren invertir cincuenta millones de dólares en tierras en África, dice “el desarrollo agrícola es sostenible, es nuestro futuro. Si no prestamos gran atención y cuidado ahora, para aumentar la producción de alimentos en más de un 50% antes de 2050, nos enfrentaremos a una escasez grave de alimentos en el mundo”.
Se calcula, que ya se han vendido en los últimos cinco años más de 50 millones de hectáreas, suponiendo más del doble del territorio de Gran Bretaña. Esta fiebre se ha provocado por la debilidad de alimentos en el mundo a partir de 2008, la creciente escasez de agua y la insistencia de la Unión Europea de conseguir un 10% de su consumo energético a través de los biocombustibles para el transporte.
Esta política europea sobre los agrocombustibles es uno de los errores más graves que ha cometido la Unión Europea y conllevará graves consecuencias medioambientales y sobre todo agotará el agua. A ello hay, que unirle los costes sociales en los países pobres
Se trata de arrendamientos, concesiones o compra de tierras, habitualmentes. Son procesos opacos, que muchos consideramos un nuevo colonialismo, al tratarse de una recolonización indirecta de los recursos africanos. Como dice Neil Crowder, de la multinacional británica Chayton Capitan con sede en Londres “lo valioso no es la tierra, el valor real está en el agua”. Esta y otras multinacionales piensan que África es el mejor sitio para encontrar agua barata.
Por si todavía tuviéramos más dudas, dos opiniones más. La de Willen Buiter, economista jefe de Citigroup que dice “el agua se convertirá en la más importante clase de activos físicos basados en materias primas, minimizando el petróleo, cobre, materias primas agrícolas y metales preciosos”.
El presidente de la multinacional alimentaria Nestlé, Peter Brabeckh Letmathe, dice“ con la tierra viene el derecho de extraer el agua ligada a ella; en muchos países, es esencialmente una ganga, que en forma creciente puede llegar a ser la parte más valiosa del negocio”. Sirva como ejemplo, que Nestlé es el líder mundial del agua embotellada (el negocio más lucrativo del mundo) que tiene marcas como Pure Life, Perrier, S Pellegrino y otras. Nestlé ha sido acusada de extracción ilegal y de destrucción de aguas subterráneas, obteniendo miles de millones de dólares de ganancias con aguas a bajo coste, mientras que los desastres ecológicos y sociales que genera lo sufren las comunidades indígenas.
Los economistas neoliberales argumentan, que el comercio internacional de productos agrícolas es la manera más eficiente de ahorrar agua, pues dicen que los cultivos pueden crecer en los lugares donde los requerimientos de agua son menores, porque llueve mucho. Esta es una verdad falsa, una más sobre la que se sustenta esta ideología destructiva.
Con el comercio de productos agrícolas, lo que se produce es una transferencia de agua de países pobres a países ricos a coste mínimo. Así, cuando se compra flores de Kenia, frutas de América latina o carne desde Bostwana, lo que se está haciendo es agravar las sequías que sufren esas zonas. Sirva como ejemplo, que dos tercios del agua que consume Gran Bretaña, procede de los alimentos que importa.
Actualmente, hay trescientos millones de africanos, que pasan hambre. Las hambrunas africanas son una realidad cotidiana silenciada y donde se tienen muchísimas dificultades para acceder a los alimentos. Las hambrunas tienen sus causas y sus responsabilidades políticas. No se puede cultivar sin agua. En África, una de tres personas sufren escasez de agua y el cambio climático empeorará la situación.
La ecologista india Vandara Shivu, valora que la agricultura industrial a gran escala no sólo arroja a los agricultores, sino que obliga a usar a niveles muy intensos productos químicos, plaguicidas, herbicidas, fertilizantes, con un uso abusivo del agua, destrozando el paisaje, produciéndose una perdida de biodiversidad al reforzarse los monocultivos. Este proceso de agricultura industrial empobrece y expulsa a las comunidades autóctonas.
Fuente: Nueva Tribuna