El mito fundacional del águila que devora a la serpiente

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Todos los mexicanos han crecido con la creencia de que  México-Tenochtitlán se fundó en el momento en que los pobladores de Aztlán se encontraron, un 13 de marzo de 1325, con el águila posada sobre un nopal devorando una serpiente, tal como lo había augurado su dios Huitzilopochtli; sin embargo, esta historia nunca sucedió, no hay documentos o vestigios que así lo sustenten.

El arqueólogo Leonardo López Luján, quien actualmente está al frente del proyecto arqueológico del Templo Mayor o Huey Teocalli, el centro ceremonial de los mexicas, asegura que el acontecimiento narrado en las fuentes documentales y las pictografías del siglo XVI son de carácter mítico.

Dice a Milenio que “la serie de signos que revelaron a los mexicas el lugar donde supuestamente deberían asentarse corresponden perfectamente con la cosmovisión de este pueblo y con la manera en que suponían que se manifestaban las divinidades. Las narraciones insisten en enumerar una serie de milagros y portentos que nada tienen que ver con la realidad histórica”.

Por otro lado, López Luján, autor del libro Las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlán, 1993, aclara que las fuentes del siglo XVI registran diversas fechas de fundación, muchas de ellas con un claro carácter simbólico y que tienen entre sí años de diferencia.

“Algunos autores explican lo anterior por el uso simultáneo en el centro de México de varios calendarios, en tanto que otros subrayan cómo un mismo acontecimiento mítico tiene efecto en fechas distintas, dependiendo de la tradición religiosa con la que se vincula el documento donde quedó registrado. Habrá que tomar como verdaderas las fechas en que suceden milagros”.

El también premio Alfonso Caso (INAH, 1998) y ganador de la Beca Guggenheim, precisa que no existe vestigio alguno en el Templo Mayor que dé cuenta del mito de la fundación de Tenochtitlán.

“En las fuentes se menciona que en el lugar de la hierofanía —que es el acto de manifestación de lo sagrado— fue construido un humilde montículo de tierra que, con el paso del tiempo, dio lugar al Templo Mayor. Los arqueólogos no hemos encontrado indicios de dicho montículo”, subraya.

Un pasaje que nos habían contado en los libros de texto y que se transmitió de generación en generación en el imaginario popular es compartido de otra manera desde la entrada del Museo del Templo Mayor, donde recibe a los visitantes un  video introductorio con las palabras del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.

El también investigador emérito del INAH, es una de las voces más autorizadas en este país sobre la historia prehispánica, y en particular la de los aztecas, señala que ese relato, es efectivamente un mito.

“Aquí debajo del Templo Mayor, lo que sí debe estar es una ermita donde debió verse la supuesta señal del águila parada sobre el nopal y devorando a la serpiente, lo cual sabemos que es un elemento simbólico y mítico que en realidad nunca ocurrió”, relata el miembro de El Colegio Nacional, en el video documental que recibe a todos y cada uno de los visitantes del Templo Mayor.

El experto que durante décadas estuvo al frente de las exploraciones de este sitio, sostiene que esa leyenda, que esa imagen simbólica nunca fue vista por los mexicas; la razón es que de acuerdo con fuentes históricas fue Tezozómoc, el señor de Azcapotzalco, que dominaba en aquellos años a los pueblos de la región, quien les permitió asentarse en este islote del lago de Texcoco, con el fin de tener a un sometido más. Y que será después, cuando los tenochcas se convierten en un gran señorío, que crean esa imagen mítica.

Con lo que el emblema de la identidad de los mexicanos, difundido a través de la bandera nacional, las monedas, condecoraciones, murales y esculturas, no tiene sustento histórico, más que mitológico.

El Códice Mendocino, manuscrito mexicano del siglo XVI que se conserva en la Biblioteca Bodleiana de Oxford, y que harían los españoles, presenta la imagen del águila sobre un nopal, pero no devorando una serpiente. Mientras que en el Códice de Fray Diego Durán sí se observa todo el símbolo, que se ha convertido en el símbolo patrio y en el escudo nacional.

Sin embargo, en las calles se sigue creyendo en ese mito fundacional de lo que hoy es la Ciudad de México.

Tenochtitlán

El hecho es que los mexicas se establecieron el 13 de marzo de 1325 en lo que actualmente conocemos como el corazón del Centro Histórico, y en 200 años lograron convertirse en una de las ciudades más grandes e importantes de su época.

La cronista Ángeles González Gamio dijo que hay cronistas que hablan de que había unos cuarenta y tantos templos, otros de que habían edificado más de 70 palacios, y que el Templo Mayor era justamente su centro ceremonial.

En las cédulas informativas del Museo del Templo Mayor se explica que este sitio era el de mayor sacralidad, puesto que tenía que ver con su concepción del universo.

En 1521 cayó Tenochtitlán y sobre sus ruinas se construyó una nueva ciudad, ya que cuando llegaron los españoles y vieron un edificio enorme, pensaron que su magnificencia era obra del demonio.

Fuente: Milenio

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