La tradición de los Reyes Magos sin duda es una de las más queridas en México y otros lugares, siendo su día uno de los más esperados del año. Pero te sorprenderías si supieras que gran parte de esta leyenda, tiene elementos que no son más que un mito.
No eran tres. Se los tiene como tres personas por los regalos que se mencionan en las Escrituras: oro, incienso y mirra. Sin embargo, en realidad nunca se específica cuantos eran. Bien pudieron ser dos o más de tres.
No eran magos. Cuando Mateo escribió su evangelio, uso la palabra “mag” para referirse a estos tres personajes, la cual fue traducida como mago. No obstante, su significado verdadero es el de “científico” o “estudioso”.
No eran reyes. Jamás se hace alusión alguna en las Escrituras de que fueran de la nobleza. La Iglesia Católica los retrató como tales, para instaurar una tradición que continúan siguiendo tanto niños como adultos.
Sus nombres pudieran ser incorrectos. Se les conoce tradicionalmente como Melchor, Gaspar y Baltasar, pues así figuraban en un mosaico bizantino del siglo IV. Sin embargo, en Grecia se referían a ellos como Pellicon, Amerim y Serakin, en Etiopía como Ator, Sater y Paratoras, y en Siria fueron conocidos como Kagpha, Badalilma y Badadakharida.
Su origen es incierto. Siempre se dijo que Melchor era de Persia, que Gaspar había venido de la India y que Baltazar provenía de África. Los estudiosos afirman que todos habrían llegado de Persia o de Yemen, y que viajaban por Arabia de acuerdo con la ruta del incienso.
Tampoco se sabe con seguridad su profesión. Algunos piensan que eran astrólogos, mientras que otros apuntan que eran sabios estudiosos. De nuevo, las Escrituras no son claras respecto a lo que se dedicaban.
No fueron guiados por la estrella de Belén. Al menos no como tal. De acuerdo con un fenómeno descubierto por Kepler y esclarecido en 1925 por el alemán Paul Schnabel, durante la época en que supuestamente ocurrió el nacimiento de Jesús, ocurrió una conjunción entre Júpiter y Saturno dentro de la constelación de Piscis.
Los regalos que llevaban, en realidad, tenían un uso más común de lo que crees. El oro le habría sido entregado a los padres de Jesús por su pobreza, el incienso para aromatizar los malos olores del pesebre y la mirra para protegerlo contra parásitos e infecciones.
Fuente: Coyotitos.com