La fábrica de drones 3DRobotics, fundada por el mexicano Jordi Muñoz en Tijuana, es una de las empresas que “encarnan el espíritu de la cooperación mexicano-estadounidense”, según la revista británica The Economist. Los drones pueden ser utilizados para cualquier cosa, desde el seguimiento a cultivos agrícolas hasta la vigilancia en las playas.
“La fábrica en Tijuana donde hacen sus pequeños drones está tan cerca de la frontera que podrían, si se les permitiera, volar a través de San Diego. Ahí es donde cerebritos de la empresa Ingeniero ellos”, de acuerdo con la edición actual de la revista inglesa.
La empresa 3DRobotics fue fundada por un mexicano Jordi Muñoz y el estadounidense Chris Anderson (un ex editor de la revista Wired y alguna vez periodista en The Economist).
Muñoz nació a unas horas al sur de Tijuana, creció soñando con construir máquinas voladoras robóticas, pero sólo logró hacerlo después de mudarse a California. Dice que no podría haber tenido éxito sin la capacidad tecnológica de los Estados Unidos y la cultura emprendedora.
Sin embargo, las chicanadas –la habilidad de los mexicanos de usar lo que esté a mano para resolver un problema- también fueron cruciales.
Empezó a avanzar en 2006, cuando el inminente lanzamiento del iPhone de Apple provocó una caída en el costo de los sensores de movimiento que necesitaba para construir su sueño.
En Estados Unidos, a diferencia de México, existe una cultura que permite que Usted crea que puede ser el mejor en el mundo, dice a The Economist. Es fácil comprar suministros en eBay-y, de nuevo, en contraste con México, el sistema de correos los entrega rápida y confiable.
La burocracia mexicana hace que sea difícil para empezar: incluso un pequeño garaje de puesta en marcha requiere un permiso industrial.
Muñoz dice que la mayoría de los estadounidenses “no confían mucho en los mexicanos mucho”, pero le da crédito gracias a Chris Anderson (nacido en Gran Bretaña), quien más allá del estereotipo racial le hizo un cheque de $500 la primera vez que se reunió con él.
En cuanto a chicanadas, Jordi Muñoz él dice que sus primeros plásticos se moldearon en una tostadora.
Desde un comienzo tan humilde, 3DRobotics espera que su nave sin piloto se utilice para cualquier cosa, desde seguimiento cultivos hasta salvavidas en las playas.
“No es ni una empresa de San Diego, ni una firma de Tijuana”, dice el Sr. Muñoz. “Va a ser siempre las dos cosas”, dice.