Por Álvaro Delgado
En los medios castrenses hay indignación: El criminal Nemesio El Mencho Oceguera, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, le infligió una contundente derrota a las Fuerzas Armadas de México y a los cuerpos de seguridad en una batalla que involucró el 1 de mayo a cuatro estados.
El plan, al más alto nivel, era capturar al narcotraficante El Mencho, pero no sólo fracasó, sino que la respuesta paramilitar exhibió autoridades negligentes, ausentes e impotentes, exactamente lo contrario a la cacareada coordinación entre gobiernos lidereada por Enrique Peña Nieto, lo que supuestamente lo hacía distinto al panista Felipe Calderón.
La batalla del 1 de mayo se ve en las Fuerzas Armadas como lo que es: Una derrota del Estado a manos de la organización criminal, que abatió a seis soldados que viajaban en uno de los cuatro helicópteros atacados con sofisticado armamento, y que desquició amplias zonas de Jalisco, Michoacán, Guanajuato y Colima, cuatro estados que están habitados por casi 20 millones de habitantes, poco menos de una quinta parte del territorio nacional.
¿Qué pasó ese día? ¿Quién o quiénes fallaron? ¿Por qué El Mencho, si estaba debidamente ubicado, logró evadirse del cerco policiaco-militar? ¿Por qué no se previó una respuesta que, por sus dimensiones, fue producto de una operación quirúrgica que no se improvisa ni puede ser diseñada por raterillos? ¿Por qué se intentó ocultar las bajas militares y en general los muertos que, al final, sumaron 15? No hay, hasta ahora, ninguna respuesta.
Ese viernes, cuando el área metropolitana de Guadalajara era un caos por los al menos 39 narcobloqueos viales y carreteros –que atrapó por horas a miles de vacacionistas que iban a Puerto Vallarta–, el incendio de 11 bancos, cinco gasolineras, 36 vehículos y dos comercios, el presidente Enrique Peña Nieto no omitió un solo comentario, siquiera para tranquilizar a la nación sacudida por el tamaño del desafío criminal.
“Dejemos que el secretario de Gobernación sea quien emita el comentario a partir del desarrollo de los acontecimientos que ocurren en estos momentos y de la operación para la seguridad del lugar”, declaró Peña tras la ceremonia de conmemoración del Día Internacional del Trabajo, en Los Pinos.
Pero salvo un mensaje de condolencias a los militares asesinados, vía Twitter, Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, permaneció omiso a lo largo del día ante la anarquía en cuatro estados del Bajío y Occidente de la República.
Y sólo hasta pasadas las 20:00 horas de ese viernes de locura, cuando las Fuerzas Armadas y las policías estatales y municipales habían sido derrotadas por los criminales de El Mencho, se escuchó una voz del gobierno federal.
Pero no fue Osorio Chong, pese a que Peña le encomendó informar sobre el caos en cuatro estados del país, sino el comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido, quien rindió un informe idéntico al del gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, dos horas antes.
Pero Rubido tampoco habló con la verdad: Omitió cualquier referencia al intento, frustrado, de capturar a El Mencho y atribuyó la ofensiva del Cártel Jalisco Nueva Generación a la Operación Jalisco, que se instrumentó a partir de ese viernes.
Lo único que reconoció es que ese Cártel ha crecido, con una capacidad de fuero inusitada y personal capacitado para generar lo que, admitió también, fue una ofensiva inédita en México.
“Es la primera vez que tiran un helicóptero de este tamaño y es una situación atípica en nuestro país, si bien hemos tenido actos que yo les llamaría de delincuencia a alta escala, esto fue en otra dimensión”.
Para el fiscal general de Jalisco, Luis Carlos Nájera, lo ocurrido el viernes 1 en cuatro estados es otra cosa: “Es terrorismo puro”.
Bienvenidos al infierno…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
Fuente: Proceso