El “marxista” Peña Nieto

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Por Sergio Sarmiento

“Yo soy marxista, de la tendencia Groucho”.
Anónimo

Enrique Peña Nieto salió del clóset. No lo dijo en campaña ni en el Pacto por México, pero su propuesta de miscelánea fiscal lo ha comprobado. El presidente de la República, el “primer priista de la nación”, es un marxista. Él mismo lo reveló en un artículo cuando era todavía gobernador del Estado de México.

El artículo se llama “El Estado Eficaz” (así con mayúsculas) y se publicó el 24 de enero de 2010 en el periódico Reforma (Carlos Maurer me lo hizo notar). El entonces gobernador mexiquense, lleno ya de aspiraciones presidenciales, señalaba: “En cuanto a la reforma fiscal, difícilmente podrá transitar si antes no se define para qué queremos los recursos”.

Efectivamente, de nada sirve despojar a los contribuyentes de su dinero si el gobierno no sabe qué hacer con él. Peña Nieto señaló en ese artículo lo que quería hacer: la reforma fiscal debía responder a los principios de “que todos, sin excepción, paguen de acuerdo con sus posibilidades; que todos, sin excepción, reciban los beneficios del gasto público de acuerdo con sus necesidades”.

El ahora presidente de México no inventó esa fórmula. En su Crítica al Programa de Gotha, Karl Marx expresó en 1875 la misma idea: “¡De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades!”.

Hay una gran diferencia entre lo que proponía Marx y lo que ahora sostiene Peña Nieto. Para el alemán, más moderado, el “paraíso” en el que todos aportarían según sus capacidades y recibirían según sus necesidades no se lograría de inmediato. Era necesario primero rebasar “totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués” y alcanzar “una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual”.

Peña Nieto, más impaciente, no quiere esperar a que desaparezca “el horizonte del derecho burgués” y se logre “la fase superior de la sociedad comunista”. Los presidentes mexicanos tienen solamente seis años para transformar al país y construir el paraíso. Por eso la reforma fiscal que buscará que todos aporten según sus posibilidades y el gobierno reparta según las necesidades se empezará a aplicar a partir del año que viene. Ni siquiera Hugo Chávez ha sido tan impaciente.

Sorprenderá a muchos enterarse que Peña Nieto defiende la vieja teoría marxista que quedó desacreditada con el desplome de los países comunistas del siglo XX y que hoy sólo persiste en Cuba y Corea del Norte. Pero eso es lo que planteó el propio Peña Nieto en ese artículo del 24 de enero de 2010 (existe, claro, la posibilidad de que no haya leído el artículo que firmó).

En su campaña presidencial Peña Nieto no exigió convertir a México en una sociedad comunista. Tampoco lo hizo en el Pacto por México, en el que prometió realizar una “reforma hacendaria eficiente y equitativa que sea palanca de desarrollo”.

Difícilmente la miscelánea fiscal que impulsa el Presidente será palanca de desarrollo. Lo que busca es simplemente despojar a ese 40 por ciento de los mexicanos que labora en la economía formal de un mayor fruto de su trabajo para redistribuirlo en programas sociales que permitan la compra de votos. De cada quien, aunque sólo sea de los contribuyentes cautivos, según sus posibilidades; a cada cual, a través del PRI y de la burocracia del gobierno, según sus necesidades.

El propio Marx debe estar festejando. Si se sintió olvidado tras el colapso de los regímenes comunistas, al grado que Francis Fukuyama postuló el “fin de la historia” y el triunfo del capitalismo liberal, hoy encuentra en Peña Nieto a un político empeñado en instaurar “la fase superior de la sociedad comunista” a través de una miscelánea fiscal.

· NO SOY MARXISTA

A fines de la década de 1870, cuando ya sus teorías empezaban a generar dogmas y disparates, el propio Karl Marx afirmó: “Lo único que sé es que no soy marxista”.

Fuente: SergioSarmiento.com

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