El lobby gay y la corrupción en el Vaticano

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Por Bernardo Barranco V.

Taranto es un tranquilo puerto muy en el sur de Italia. Justo en el arco de la bota de la península. Fundada por los griegos espartanos en el siglo VIII antes de Cristo. Esta apacible ciudad es actualmente escenario de un nuevo escándalo sexual en la vida de la Iglesia, que involucra a actores del Vaticano. Por inaudito que nos resulte, parece que esto es verdad. De acuerdo con el diario Il Corriere del Mezzogiorno, un laico de 32 años presentó la denuncia con pruebas contundentes ante el tribunal eclesiástico de la región de Puglia, que llevó al arzobispo de Taranto, Filippo Santoro, a remover de sus funciones a un cura carmelita, Antonio Calvieri, quien reconoció mantener una intensa vida sexual con otros religiosos y sacerdotes, así como con un miembro de la Guardia Suiza del Vaticano; incluso reveló que se grababan mientras practicaban orgías.

La noticia ha vuelto a conmocionar a la opinión pública italiana y en cuestión de horas dio la vuelta al mundo. La información aún sale a cuentagotas, pero, de acuerdo con diarios locales, el denunciante aseguró haber conocido por Facebook al sacerdote removido, con el que emprendió una estrecha amistad y quien le confesó no sólo su homosexualidad, sino la existencia de una red de curas que realizaba orgías documentadas con videos y fotografías, directorio de curas homosexuales, contactos de prostitución infantil, transmitidos por Internet, cuyo alcance involucraba al Vaticano.

El hecho parece confirmar la existencia entonces de una red subterránea de sacerdotes homosexuales y pederastas que pareciera tendría conexión con el llamado lobby gay que asomó su existencia gracias a las filtraciones de documentos secretos del mayordomo de Benedicto XVI, Paolo Gabriel, el fenómeno periodístico conocido como Vatileaks, que dejó al descubierto los trapos sucios, entre otros, los escándalos sexuales del Vaticano.

Estos escabrosos temas están contenidos en el grueso expediente del llamado Informe secreto, fruto de una investigación ordenada por Benedicto XVI, quien a raíz de su renuncia le hereda a Francisco, un expediente de 300 páginas, dividido en dos tomos, redactado por tres cardenales en retiro: el español Julián Herranz, el eslovaco Jozef Tomko y el italiano Salvatore de Giorg. Ratzinger les encargó indagar los grupos de poder, corrupción y el famoso lobby gay. El diario italiano La Repubblica filtró parte de su contenido. Según el diario, el informe describía las luchas internas por el poder y el dinero, así como el tráfico de influencias internas utilizando la homosexualidad. En otras palabras, prevalecía una subcultura homosexual y un complejo sistema de extorsión y chantaje.

Posteriormente trascendió que el mismo papa Francisco, el 6 de junio de 2013, ante los religiosos latinoamericanos de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR), les reveló: “En la curia hay gente santa, pero también hay una corriente de corrupción, también hay, es verdad… Se habla de ‘ lobby gay’, y es verdad, está ahí, hay que ver qué podemos hacer”. Aunque Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede, negó que el Papa haya hecho afirmaciones sobre la existencia de un grupo de presión homosexual en el Vaticano, en portales de religiosos de nuestra región el señalamiento se difundió. También en enero de 2014 Elmar Maeder, quien fue comandante de la Guardia Suiza entre 2002 y 2008, declara a la prensa helvética que “existe un lobby gay realmente capaz de resultar peligroso para el Papa”. En entrevista con el diario suizo Schweiz am Sonntag, Maeder denuncia peticiones sexuales a cambio de dinero, favores personales o recompensas por parte de clérigos, obispos y cardenales. Y no lo hace de oídas: “De la existencia de un lobbygay puedo hablar por experiencia personal… El problema es que esta red se compone de personas tan fieles una a la otra, que llegan a constituir a una especie de sociedad secreta”, subrayó Maeder, quien devela que si me daba cuenta de uno de mis hombres era gay, no le permitía hacer carrera. Aunque para mí la homosexualidad no es un problema, el riesgo de ser injusto habría sido demasiado alto (periodista digital).

Por tanto, el escándalo de Taranto puede ser la punta del iceberg de una amplia red de corrupción sexual. Aquí no se trata de que el lobby gay sea reprobable por estar integrado por sacerdotes homosexuales, sino porque utiliza la homosexualidad como instrumento de poder, de corrupción, control y sometimiento político, por tanto, como herramienta de chantaje. Se trata de un grupo de presión que exhibe los mecanismos y vicios de poder dentro de la curia romana. Ellobby gay utiliza la extorsión sexual para encumbrar, proteger o derrumbar trayectorias de altos personajes de la curia romana. Dicho grupo es transversal a las diferentes facciones que disputaban poder y canonjías. Al revelar los secretos de alcoba los integrantes del lobby gay ganaban poder y posicionamiento, tenían la capacidad de depredación. Un grupo de presión en el Vaticano anhela no solamente a recibir privilegios y prebendas, sino también aspira controlar e incidir en la conducción de la Iglesia. Ya desde los trágicos años 2011-12 que se sellan con la renuncia del papa Benedicto XVI se registraba su existencia en la publicación de documentos filtrados, pero ahora parecen empezar a perfilarse las redes y maneras de operar.

Vaya tarea que tiene Francisco. Aún resuena la percepción y el regaño que dictó a su cuerpo curial en la Navidad pasada, al diagnosticar sus 15 enfermedades; resaltamos una, la número ocho: La enfermedad de la esquizofrenia existencial: es la enfermedad de los que viven una doble vida, fruto de la hipocresía típica de los mediocres y del progresivo vacío espiritual que ni grados ni títulos académicos pueden llenar. Se crean así su propio mundo paralelo, donde dejan a un lado todo lo que enseñan con severidad a los demás y empiezan a vivir una vida oculta y, a menudo, disoluta.

Fuente: La Jornada

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