El lastre de Peña Nieto

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Por Raymundo Riva Palacio

Los priistas, que ya calientan motores para las elecciones de medio término, escuchan cada vez más una recomendación de sus estrategas: ensalzar sus fortalezas como candidatos y eliminar a Enrique Peña Nieto de su discurso. Vincularse hoy en día al presidente se ha convertido en un riesgo electoral que puede afectarlos, de acuerdo con estrategas consultados, porque Peña Nieto pasó de ser un activo, donde los políticos lo procuraban para jalar marca y popularidad, a un lastre, ante su pérdida de aprobación y credibilidad.

La última encuesta de El Financiero-Parametría difundida este lunes, revela la fortaleza del PRI como marca y lo ubica con 32% de preferencia en el voto: seis puntos por encima del PAN –que significan unos tres millones de votos–, y a 19 del PRD –más de ocho millones de votos–. Pero en una contienda que apenas empieza, advierte el estudio, “en los siguientes meses pueden influir en los resultados los escándalos y los spots”.

Las revelaciones de las propiedades del presidente y el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, adquiridas a un constructor amigo de ambos, facilitaron el trabajo para las campañas negativas. No se necesita mucha creatividad. Un spot con la fotografía de la casa blanca de Peña Nietro y su esposa Angélica Rivera, por ejemplo, que diga algo como “¿quiere votar por lo mismo?”, podría incendiar al imaginario colectivo. Uno más donde apareciera el secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, al declarar que no tiene facultades para investigar al presidente por el conflicto de interés en la adquisición de ese bien, remataría la percepción de impunidad.

A esos escándalos se refiere la encuesta, que los contextualiza en la forma como se ha desplomado el nivel de aprobación presidencial. “Durante todo el 2014, el Presidente obtuvo niveles de aprobación históricamente bajos”, dice el estudio. “En un comparativo internacional, la aprobación del Presidente no se observa particularmente baja. Sin embargo, comparado con los históricos de otros presidentes en México, sorprende que sus niveles de aprobación estén por debajo de los de desaprobación. Este porcentaje está correlacionado con la preferencia electoral. Los siguientes cinco meses podrían mostrar de manera más clara este efecto”.

En la medición dada a conocer este lunes, el 56% de los mexicanos no lo aprueban contra el 41% que sí lo hacen. Su nivel de aprobación ha sido constante desde diciembre de 2013 –aunque bajó a 49% en julio/agosto del año pasado–, pero los negativos van en aumento. Peña Nieto arrancó su sexenio con 55% de positivos, y 21% de negativos. Un año después, la desaprobación llegó al 45%.  En los 10 primeros meses de 2014, los porcentajes se fueron cruzando, hasta diciembre, cuando se disparó a 53% la desaprobación contra 41% la aprobación. Un mes después, los negativos de Peña Nieto aumentaron tres puntos.

La encuesta de El Financiero-Parametría revela que la desaprobación nacional de Peña Nieto no se traslada mecánicamente al PRI, cuando menos hasta ahora. Pero como advierte el mismo estudio, nada es seguro y puede impactarlo en el futuro. A partir de este presupuesto, los estrategas de candidatos priistas están diseñando un mapa de navegación electoral donde no utilicen al presidente como un punto de referencia, porque consideran que ello sólo les traerá negativos a sus propias campañas, al no haber cumplido sus promesas de acabar la inseguridad y mejorar la economía.

Los datos de enero señalan que el 46% de los mexicanos piensan que la economía va mal –contra 19% que piensa lo contrario–, y los números se elevan a 49% y 17% respectivamente, cuando se pregunta sobre la economía personal. Es decir, El Dorado prometido por el presidente se quedó en una ilusión, y la frustración golpea la credibilidad de Peña Nieto. Vincularse a él en un tema tan sensible para la población, de acuerdo con la lógica de los estrategas, es un error. Igual en seguridad.

Los asesores del presidente Peña Nieto aseguraron que la inseguridad se acabaría con un cambio de estrategia, y llegaron a fijar un plazo de 100 días para concretarlo. La realidad los alcanzó rápido, y a decir por el número de muertes en los dos primeros años de gobierno, es probable que superen el total de asesinatos del sexenio de Felipe Calderón. La encuesta revela la angustia mexicana.

El 58% dice que el gobierno peñista va por el rumbo equivocado en proveer seguridad, contra 40% que apoya la estrategia. Las cosas se ponen peor cuando se pregunta sobre la seguridad en su colonia, que es el punto más próximo a la tranquilidad: 54% dice sentirse inseguro.

Todos los datos son negativos para el presidente Peña Nieto en este momento, y difícilmente se van a corregir durante el primer semestre. Ni la seguridad tendrá un vuelco, ni la economía tendrá un empuje durante este periodo. No se ha resuelto el problema de conflicto de interés que despierta sospechas de corrupción, sino al contrario. Siguen apareciendo revelaciones que fortalecen la idea de impunidad y nulo combate a la corrupción. Los estrategas priistas no quieren que la presidencia de Peña Nieto los contamine. El lastre, no hay que olvidar, se tira para no hundirse. Y eso es lo que van a hacer.

Fuente: Eje Central

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