Algunos la llamaban “Fort McMoney” (Fuerte McDinero), y es que ninguna ciudad ejemplificó mejor la prosperidad del boom petrolero en Canadá como Fort McMurray.
Hoy la ciudad ha quedado casi reducida a cenizas por un feroz incendio forestal que comenzó esta semana y que forzó a la evacuación de sus 90.000 habitantes.
El gobierno de la provincia de Alberta declaró estado de emergencia.
Se calcula que unos 1.600 edificios en la ciudad están dañados o destruidos. En algunos vecindarios resultó afectado hasta el 80% de los hogares.
El paisaje de cenizas dejó una imagen muy distinta de lo que, hasta hace un año, era Fort McMurray, ubicada en el corazón de la región de las arenas bituminosas de Canadá, en el oeste del país.
Hasta 2015, la mayor preocupación que enfrentaban los habitantes era la escasez de vivienda provocada por el trepidante crecimiento de la urbe.
En sólo unas décadas, la población de Fort McMurray creció de los 35.000 habitantes que tenía al inicio de 1990 a más de 125.000 en 2015.
Esto gracias a una sola actividad: la extracción de petróleo en un área de unos 140.000 km2 de las llamadas arenas bituminosas.
Reservas enormes
Canadá es un importante productor de petróleo. Tiene las terceras reservas de crudo probadas después de Venezuela y Arabia Saudita.
Y el 95% de éstas están sus yacimientos de arenas bituminosas, ubicadas en la provincia de Alberta.
Estos yacimientos son una mezcla de arcilla, arena, agua y bitumen (un derivado del alquitrán) de la cual se obtiene un producto similar al petróleo.
El crudo, que está atrapado en esa mezcla, se extrae con un proceso especial que no requiere de la perforación del subsuelo -que se usa convencionalmente- sino que consiste en técnicas similares a las de la minería a cielo abierto.
Posteriormente se procede a separarlo inyectando solventes junto con vapor a altas presiones.
Todo este proceso es mucho más costoso que las técnicas convencionales de extracción de crudo.
De manera que hasta finales de los 1980 la explotación de las reservas de arenas bituminosas fue muy lenta debido principalmente a que los bajos precios del crudo en el mundo no lo hacían competitivo.
Pero desde principios del siglo XXI, gracias a la mejora de la tecnología y principalmente debido a los altos precios del barril de petróleo en el mundo,Canadá aceleró la explotación de sus reservas de arenas bituminosas.
Y en el corazón de este crecimiento estuvo Fort McMurray.
Se invirtieron millones de dólares en la región y llegaron a la ciudad miles de trabajadores que buscaban uno de los empleos bien pagados que ofrecía la industria petrolera en Alberta.
En 2014 Fort McMurray estaba en su apogeo. Ese año se inauguró un nuevo aeropuerto que costó US$200 millones.
“La ‘ciudad del boom’ en Canadá tiene un nuevo aeropuerto a la altura de su crecimiento”, informó entonces el periódico canadiense Globe and Mail. Y aseguró que el tráfico aéreo había crecido 25% en el último año y que la expansión era necesaria.
“Habrá vuelos directos para los empleados de las arenas bituminosas que viajan a México y Las Vegas”, indicó.
Pero todo este crecimiento siempre estuvo rodeado de polémica.
Los críticos y organizaciones ecologistas cuestionaron desde un inicio la enorme cantidad de energía que se necesita para la producción de las arenas bituminosas, la gran cantidad de agua que se requiere y la contaminación del aire, suelo y agua asociada a las técnicas de minería a cielo abierto.
Un informe publicado en 2015 por el Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad de Argentina, asegura que “grupos de personas que viven cerca de las arenas bituminosas y de las operaciones de procesamiento en Alberta denuncian riesgos para la salud por la contaminación del aire y el agua”.
Agrega que “la destrucción de parte del bosque boreal en el norte de Canadá, que se encuentra sobre los enormes depósitos de arenas bituminosas, también es motivo de denuncias de organizaciones ambientalistas y diversas figuras públicas”.
Fin del boom
El boom, sin embargo, se detuvo abruptamente en 2015 con la caída en los precios del petróleo.
Y Fort McMurray comenzó a colpasarse.
Las compañías petroleras que trabajaban en las arenas bituminosas despidieron a los trabajadores y suspendieron sus proyectos.
El nuevo aeropuerto redujo sus vuelos. Se cancelaron los servicios a México y Las Vegas.
No se sabe aún qué fue lo que causó el incendio, que ya ha sido calificado como el desastre natural más costoso del país.
Pero los expertos aseguran que una reciente sequía y el invierno más templado que lo normal presentaron las condiciones “perfectas” para que éste se extendiera rápidamente y ardiera sin control.
Algunos expertos creen que el incremento en los incendios forestales, no sólo en Canadá sino en todo el mundo, está vinculado al cambio climático.
Ya han surgido comentarios en las redes sociales que describen a los evacuados de Fort McMurray como “los primeros refugiados del cambio climático”.
Y se habla de cómo una ciudad que existe por sus arenas bituminosas, cuya explotación produce uno de los niveles más altos de emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera, está siendo destruida por un incendio.
“Horrible ironía: una ciudad canadiense que nació de la fiebre de las arenas bituminosas arde actualmente por incendios alentados por el cambio climático”, escribe en un tuit @axoln.