Por Salvador Camarena
Una frase de Felipe Calderón Hinojosa se ha convertido en el signo de los tiempos del Partido Acción Nacional. Al fragor de la batalla electoral del 2006, el entonces candidato panista pronunció en una entrevista aquello de “haiga sido como haiga sido”. La oración, que quiso ser jocosa, devino condena, maldición que minó su credibilidad y que, paradójicamente, ha trascendido al sexenio del michoacano y está a punto de costarle la presidencia a Gustavo Madero.
Madero, némesis de Calderón, en su intento por vencer al expresidente de la República como hombre fuerte panista ha encontrado, cual tragedia griega, su destino al huir del mismo. Hace unas semanas, parecía que a pesar de muchos tropiezos el chihuahuense lograría quedarse en la presidencia del PAN. La división de sus opositores y el control del aparato al interior del blanquiazul hacían fácil pronosticar que Madero no tendría un día de campo, pero al final se impondría en la interna panista.
Así iba todo hasta que llegaron los escándalos de los “moches” y las fotos de las francachelas, evidencia de la corrupción inocultable en la Cámara de Diputados y de la desfachatez grosera en el Senado de los más visibles alfiles del líder nacional. Estos hechos representan síntomas puros de que los maderistas están contaminados del gen del gandallismo destilado directo del “haiga sido como haiga sido”.
Como político, Ernesto Cordero es un notable ex secretario de Hacienda. Su capacidad técnica, y su leal entrega a las tareas específicas que su ex jefe Calderón le encomendaba siempre fueron reconocidas por propios y por alguno que otro extraño. Su talón de Aquiles era la grilla. No que no lo intentara, pero nada o muy poco le había salido bien en las lides de la política.
Ahora se abre para este actuario una nueva oportunidad. Le toca a Josefina Vázquez Mota reconocer que a pesar de su ventaja en las encuestas entre la militancia panista, es Cordero el que tiene en este momento más empaque para ser nuevo jefe nacional del PAN. A final de cuentas, Josefina también ha sido una buena segunda cuando se lo ha propuesto. Y en la tarea de reconstruir al panismo, luego de la erosión (¿o sería mejor decir corrosión?) que provocaron por igual Calderón y Madero en su partido, hay chamba más que de sobra para la dupla que podrían formar estos ex secretarios de Desarrollo Social.
Madero podrá presumir que con los batos, como le gusta hablar a él, del PRI y del PRD le dio a México en 2013 un año dorado en materia de reformas y una lección de que el diálogo entre opositores podía recuperarse y ser muy productivo.
No es un saldo menor. Pero si quiere que su legado sea lustroso, que de él se recuerde su participación en esa proeza llamada Pacto por México, Madero debe entender lo que sabe cualquier ciudadano de a pie, que Villarreal y Preciado son impresentables. Y que si no los retira él, y si no se retira él con ellos, la militancia panista los echará a la fuerza, harta de la era del somos los que mandamos “haiga sido como haiga sido”.
Fuente: La Razón