El humor en tiempos del coronavirus

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Ante la incertidumbre o el pánico que puede provocar la pandemia que asuela estos días al mundo, recurrir al humor es más que un mecanismo de defensa, es un acto de sobrevivencia, de acuerdo con la psicoanalista Marie-France Patti. “Lo que experimentamos actualmente es una situación extrema que genera una angustia máxima”, apunta la especialista, y añade: “El humor es un escape capital… un salvavidas”.

Por Anne Marie Mergier

“El problema con el humor es que nadie lo toma en serio
Mark Twain

PARÍS (Proceso).– Lejos de ser fútil o frívolo el humor es un formidable mecanismo de defensa, resistencia y creatividad; es una actitud filosófica que permite enfrentar nuestra época del coronavirus tan fuera de las normas. Recurrir al humor sin moderación, dejarle las riendas sueltas, es un acto de sobrevivencia salvador.

Es lo que se desprende de la conversación telefónica que la corresponsal sostuvo con Marie-France Patti, psicoanalista, catedrática de la Escuela Propedéutica para el Conocimiento del Inconsciente, centro de enseñanza de psicoanálisis freudiano con sede en París, y autora de L’humour, un défi aux certitudes (El humor, un reto a las certidumbres), libro publicado en 2017 y considerado hoy texto de referencia sobre el tema.

“Lo que experimentamos actualmente es una situación extrema que genera una angustia máxima. Vivimos confinados en nuestras casas, aislados los unos de los otros, bajo la amenaza permanente de un enemigo invisible. La muerte esta ahí, se perfila, merodea, está al acecho…

–Salir a la calle es arriesgarse y arriesgar a los demás…

–¿Se da cuenta a lo que hemos llegado? Pero no es solamente esa emboscada de la muerte la que genera angustia. Nos desestabiliza también por completo el hecho de no saber…

–¿Es decir?

–No sabemos casi nada sobre ese virus. Aún se está especulando sobre su origen. ¿Lo venceremos? ¿Volverá? ¿Sufrirá mutaciones? ¿Surgirá otro? No sabemos cuándo acabará el confinamiento ni cómo se llevará a cabo el proceso de desconfinamiento. No sabemos cuándo volveremos a cierta normalidad ni de qué normalidad se tratará. Los dirigentes políticos y los científicos tampoco saben. Eso marea. Estamos desarmados. Enfrentamos una situación totalmente desconocida. Tenemos la impresión de haber perdido el control y eso genera cada vez más angustia.

Breve silencio.

“Prender radio y televisión, leer la prensa impresa o digital nos expone a un flujo continuo de informaciones trágicas que agudiza aún más esa ansiedad. Nos sofocamos agobiados por la letanía diaria del número de muertos, contaminados, hospitales saturados, mascarillas y guantes de protección faltantes… Frente a semejante tsunami de noticias catastróficas, difícilmente soportable, el humor es una bocanada de aire fresco, un escape capital, un salvavidas.

–Usted parece culpar a los medios de comunicación. Pero no son ellos los que generan angustia. Es la realidad que usted misma califica de extrema, ¿no cree?

–Muchos medios tienden a concentrarse esencialmente en los aspectos trágicos de la pandemia sin brindarnos el mínimo respiro. ¿Por qué no nos comunican diariamente el número de enfermos que salieron del hospital curados? Los hay y son numerosos. ¿Por qué no arrojan más luz sobre acontecimientos alentadores, manifestaciones de solidaridad, iniciativas positivas, reflexiones que nos podrían serenar un poco o abrir horizontes? Todo eso también es parte de la realidad.

Fragmento del texto publicado en la edición 2266 de la revista Proceso, ya en circulación.

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