La muralla que separa la fantasía y la realidad se derrumba… el infierno se desata… duendes, brujas y otras criaturas míticas repentinamente aparecen, reales y amenazantes.
“La habitación está zumbando por la energía eléctrica y yo sé que hay otra cosa ahí, algo malo.
Por el rabillo de mi ojo puedo ver a un hombre arrugado con una criatura espantosa, mitad araña, mitad cangrejo.
La criatura me agarra las piernas con sus muelas y el hombre salta sobre la cama.Siento sus manos presionadas contra mi pecho… luego las siento apretando mi garganta“.
Así le contó Laura a su neuropsicólogo clínico Paul Broks uno de sus episodios de parálisis del sueño, un trastorno que puede ser extremadamente alarmante.
“En su forma básica, la parálisis del sueño ciertamente es muy común. Estás medio dormido y medio despierto y te das cuenta de que no te puedes mover. Típicamente dura unos segundos. Es desconcertante, pero no es grave“, le explica a la BBC Chris French, director de la Unidad de Investigación de Psicología Anomalística de la Universidad Goldsmiths de Londres.
“Pero menos comunes son los casos en los que hay síntomas asociados, como una sensación muy fuerte de que hay una presencia, algo en la habitación contigo… así no lo puedas ver u oír, está ahí, y no tiene buenas intenciones: quiere hacerte daño”.
“A veces puedes ver y oír a esa presencia. Es una experiencia alucinatoria”.
“Lo que la gente reporta que vio típicamente incluye personajes monstruosos, demonios, sombras negras, una luz que se mueve por el cuarto“.
“También hay alucinaciones táctiles, en las que puedes sentir que te están sacando a rastras de la cama o que hay algo respirando detrás de tu cuello“.
“Recuerda que no te puedes mover, así que puede ser absolutamente aterrador”.
El neuropsicólogo Broks señala que trastornos como éste permiten comprobar que la identidad es más que el ego consciente.
“Nos permite vislumbrar capas ocultas del Yo, más allá del ego, las de la imaginación, alucinaciones, los sueños”.
Sueño luego soy más de lo que pienso que soy.
No del todo despierto
“Siempre empieza con sonidos silbantes repentinos y luego quedo totalmente paralizada… aparte de mis ojos, puedo mover mis ojos.
Escuché la voz de mi papá, como si quisiera avisarme qué iba a pasar…
Lo vi parado en la puerta, un anciano harapiento. Tenía un caballo pequeñito, del tamaño de un perro. Mi corazón palpitaba con fuerza. Él le dio un vistazo a la habitación, se dio vuelta y se fue, seguido por su caballo“.
Aterrador… ¿qué le está pasando?
Físicamente, “hay algo de evidencia de un aumento del flujo de sangre al área menos racional del cerebro”, señala Broks. “Y la amígdala -un pequeño grupo de neuronas que está en lo profundo del cerebro y es el detector de peligro- entra en hiperactividad”.
Y por fuera, “a menudo experimentan dificultades para respirar, sensación de presión en el pecho y un miedo intenso”, completa French, antes de añadir lo que se sabe de esta… hasta la palabra pesadilla queda corta.
“En términos generales sabemos qué lo causa: en una noche normal de sueño uno pasa por ciclos de 90 minutos, en los que pasas de un estadio a otro. Tu ritmo cardíaco y respiratorio, las ondas cerebrales van cambiando”.
“Pasas por eso hasta que entras en el sueño MOR (sueño de movimientos oculares rápidos). Esa es la fase asociada con sueños vívidos. En ese estadio, los músculos de tu cuerpo están paralizados, presuntamente para evitar que realices las acciones de tus sueños“, explica.
“Pero en un episodio de parálisis del sueño, algo sale mal. En palabras sencillas:tu cerebro se despierta, pero tu cuerpo no“.
Así que puedes ver que estás en tu cuarto, pero no te puedes mover, y el mundo de los sueños entra en el real.
Los monstruos que Laura ve están fuera de su control, pero fueron generados por su imaginación, así que son parte de ella, pero están escapándose del inconsciente.
Bestias del sótano
En la parálisis del sueño, dos de los estadios de consciencia, MOR y vigilia, están atrancadas, de manera que las imágenes del sueño se cuelan en la consciencia despierta.
Laura no sólo ve sus alucinaciones, las siente, las huele.
“Otra cosa que la gente dice es que los monstruos parecen conscientes, que su mirada revela que saben precisamente qué están haciendo”, señala Broks.
“Para quien sufre de parálisis del sueño, tienen todas las características que asociamos con criaturas reales. En ese sentido son indistinguibles de la realidad”.
“Puedes revertir eso y decir que todo lo real es imaginado“, sugiere el neuropsicólogo.
“Es decir que, en términos del funcionamiento del cerebro, no hay una línea clara que divida lo que imaginamos y nuestra percepción del mundo que nos rodea. Ambos habitan los mismos circuitos del cerebro”.
Así que la partición entre la realidad y la fantasía es endeble, y los monstruos de la parálisis del sueño pueden atravesar ese velo.
“Incluso nuestro propio cuerpo es una proyección imaginativa, por eso las alucinaciones pueden inmiscuirse en el espacio del cuerpo de la misma manera que los monstruos entran en tu cuarto“, dice Broks.
Alucinaciones del cuerpo
Normalmente, vivimos con la intuición de que somos un ser “encarnado”, de que tenemos un cuerpo que nos pertenece y del que nunca nos separamos.
Pero hay varios tipos de disfunciones de la conciencia corporal, desde el síndrome del miembro fantasma hasta el síndrome de Alicia en el país de las maravillas, en el que el paciente tiene la ilusión de que se encogió o se agigantó.
Y estos le permiten a los expertos entender mejor nuestras mentes.
“El síndrome del miembro fantasma es una experiencia muy poderosa y común”, le dice a la BBC Peter Halligan, experto en perturbaciones de la conciencia corporal, al ilustrar cómo las alucinaciones pueden echar raíz en tu propio cuerpo.
“Afecta a cerca del 90% de los individuos que han sufrido cualquier forma de amputación: no sólo son las extremidades, sino cualquier parte del cuerpo, hasta los órganos internos”.
Lo curioso es que incluso gente que ha nacido sin extremidades, puede sentirlas.
“¡Pero nunca las tuvieron! De manera que esa conciencia del cuerpo no está basada en la memoria autobiográfica”, añade Halligan.
¿Quiere decir que la idea cuerpo es parte de la estructura del cerebro y está ahí de antemano para que podamos tener sentido de identidad?
“Exactamente. Hasta donde nos muestra la evidencia, la idea del cuerpo ya está ahí; es algo que desarrollamos pero ya está integrada en el cerebro”.
A ver: nuestra percepción del mundo es una fabricación de la mente, y eso incluye a nuestros cuerpos porque son parte del mundo físico.
La idea del Yo esta integrada a la del cuerpo, pero el Yo consciente -lo que pensamos que somos- no es más que una parte de ese proceso.
No gobernamos nuestras mentes ni nuestros cuerpos. De hecho, partes de nosotros, al parecer muy oscuras, son un misterio completo.
Y cuando algo sale mal, se nos pueden escapar todos nuestros monstruos, duendes, demonios cuando ni siquiera hemos tenido tiempo de levantarnos de la cama.
Fuente: BBC Mundo