El hombre que inventó los pronósticos del clima

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El hombre que inventó el pronóstico meteorológico en la década de 1860 se enfrentó al escepticismo y la burla, pero la ciencia estaba de su lado. Peter Moore, autor del libro “The Weather Experiment” escribe para la BBC cómo fue la historia de esta invención.

Hace 150 años, el almirante Robert FitzRoy, el celebrado navegante y fundador de la Met Office (la Oficina Meteorólogica de Reino Unido), se suicidó. Un periódico describió la noticia de su muerte como “una catástrofe súbita y estremecedora”.

Hoy se recuerda a FitRoy principalmente como el taciturno capitán del HMS Beagle, el barco en el que viajó Charles Darwin durante su famosa circunnavegación en los 1830.

Sin embargo, durante su vida FitzRoy encontró fama no por el tiempo que pasó en el mar sino por sus pioneras predicciones climáticas, a las que dio un nombre de su propia invención: “pronósticos”.

En 1854, cuando FitzRoy estableció lo que después llamaría la Met Office, no existían los pronósticos del clima.

En su lugar estaba el Departamento Meteorológico de la Cámara de Comercio, fundado como un depósito de de cartas náuticas para reducir los tiempos de navegación con mejores gráficas de viento.

Sin pronósticos, los pescadores, agricultores y otros que trabajaban en el exterior tenían que confiar en su sabiduría del clima -la aparición de nubes o el comportamiento de los animales- que les indicaban lo que se avecinaba.

Robert FitzRoy
FitzRoy se enfrentó al escepticismo y la burla en la sociedad victoriana.

Pero a principios del siglo XIX se llevaron a cabo varios avances teóricos importantes. Entre ellos, el entendimiento de cómo funcionaban las nubes, con vientos que giraban en sentido contrario al reloj alrededor de un punto de presión baja.

Los mapas meteorológicos, otra innovación, facilitaron la visualización de la atmósfera en movimiento.

Una teoría influyente argumentaba que las tormentas ocurrían a lo largo de las fallas entre las masas de aire calientes y frías, justo como sabemos hoy que ocurren los terremotos en los límites de las placas tectónicas.

A pesar de esto, persistía la creencia de que el clima era totalmente caótico.

Cuando un parlamentario sugirió en la Cámara de los Comunes en 1954 que los avances recientes en la teoría científica les permitirían pronto anticipar el clima en Londres “24 horas antes de que ocurriera”, la Cámara estalló a carcajadas.

No obstante la burla, a FitzRoy le preocupaba la enorme pérdida de vida en el mar junto a las costas británicas en la era Victoriana.

Entre 1855 y 1860, 7.402 barcos naufragaron en las costas con un total de 7.201 muertos.

FitzRoy pensaba que con una alerta temprana, muchas de estas muertes podrían evitarse.

Barco
Los pronósticos ayudaron a salvar muchas vidas en el mar.

En 1859, tras el desastroso hundimiento del barco Royal Charter, se le permitió comenzar a emitir advertencias de tormenta.

FitzRoy fue capaz de hacerlo utilizando el telégrafo eléctrico, una asombrosa tecnología nueva que, como observó el diario Daily News, “superaba por mucho en prontitud a la tempestad más rápida”.

Con el telégrafo FitzRoy logró reunir datos de clima de las costas en tiempo real desde su oficina en Londres.

Si pensaba que una tormenta era inminente, podía telegrafiar a un puerto donde se activaba una señal de alerta.

Era, tal como lo describía, “una carrera para advertir al puesto antes de que el viento los alcanzara”.

Las advertencias de tormenta de FitzRoy comenzaron en 1860 y sus pronósticos generales al año siguiente, declarando el clima probable para los próximos dos días.

Para FitzRoy, los pronósticos era un subproducto de sus advertencias de tormenta.

Como de cualquier forma tenía que analizar los datos atmósfericos, pensó que no le costaba nada adelantarle sus conclusiones -día bueno, favorable, lluvioso, tormentoso- a los periódicos para que fueran publicadas.

“No son ni profecías ni predicciones” escribió, “el término pronóstico se aplican estrictamente a una opinión que es resultado de una combinación científica y cálculo”.

Carta de clima

Durante años el público había leido charlatanerías sobre predicciones de clima en almanaques, pero esta era la primera vez que los pronósticos estaban sancionados por el gobierno.

Primero fueron publicados en diario The Times, en 1861, y sindicados en varias publicaciones en Reino Unido.

Pronto se hicieron enormemente populares.

Los pronósticos rápidamente se convirtieron en una peculiaridad de la nueva sociedad victoriana.

Su atractivo se propagó instantáneamente más allá de pescadores y marineros.

Cálculos a mano

Pero como eran calculados a mano y sobre datos poco probados, los pronósticos a menudo eran incorrectos.

íconos del clima
Como antes, hoy en día los pronósticos del clima son cuestión de vida o muerte.

En abril de 1862 los periódicos informaron: “Las profecías del almirante FitzRoy en el Times han creado diversión considerable durante estos días de abril debido a las empapadas que hemos tenido que soportar”.

“Abril ha estado jugando con él de mala manera, para demostrar que (este mes) desprecia los cálculos de la ciencia, a pesar de lo que otros meses hagan”.

Pero a menudo FitzRoy era sorprendentemente preciso y cuando se equivocaba le respondía a sus críticos -“aquéllos cuyos sombreros quedaron perjudicados por haber dejado el paraguas en casa”- en las páginas de el Times.

Este compromiso incrementó su popularidad y consolidó su reputación como científico osado y gallardo.

Durante los siguientes años fue nombrado en su honor un premio de carreras de caballos, un barco, y en una ocasión la reina Victoria envió a sus mensajeros a su casa para saber si el clima iba a ser benigno cuando ella tenía programado cruzar a la Casa Osborne, la residencia real en la Isla de Wight.

Algunos diarios sugirieron usos comerciales para los pronósticos.

Clima

Más allá de las bromas, FitzRoy se enfrentó a dificultades mucho más serias.

Algunos políticos se quejaron del costo de telegrafiar datos de ida y vuelta.

La comunidad científica se mostraba escéptica de sus métodos. Aunque la mayoría de los pescadores lo apoyaban, otros se quejaban cuando perdían la pesca del día debido a una señal equivocada.

Una queja típica fue la del Cork Examiner: “Ayer, a las dos, recibimos por telégrado la señal del almirante FitzRoy sobre un vendaval en el sur. El galante meteorólogo pudo haberla enviado por correo porque el vendaval comenzó un día antes y concluyó doce horas antes de que recibiéramos la advertencia”.

Para compensar, FitzRoy trabajó más que nunca para decodificar el clima británico.

Exhausto

Publicó un libro y daba conferencias, pero en 1865, con sus críticos más vociferantes que nunca, estaba exhausto y acosado por la recaída de un viejo trastorno depresivo.

Se retiró de su casa de Londres hacia Norwood, en el sur de la capital, para un período de descanso. Pero le costó recuperarse.

El último pronóstico de su vida fue publicado en su ausencia el 29 de abril de 1865. En éste había predicho lluvias con truenos en Londres.

FitzRoy
FitzRoy se suicidó en 1865.

La mañana siguiente FitzRoy salió de la cama y se preparó para ir a la iglesia. Besó a su hija y caminó hacia su vestidor. Después se encerró con llave y se suicidó.

Entonces parecía que el proyecto de pronósticos de FitzRoy había terminado en fracaso.

No obstante, hoy en día el servicio público de meteorología, financiado por el gobierno para el beneficio de todos, es fundamental.

Su departamento, que comenzó con tres empleados, ahora emplea a más de 1.500 personas y tiene un presupuesto anual de más de US$122 millones.

Quizás el tributo más apropiado surgió en 2002 cuando una de las icónicas regiones de pronósticos de navegación de la BBC, la Finisterre, fue rebautizada FitzRoy en su honor.

Como explica Julia Slingo, la actual científica en jefe de la Met Office, “FitzRoy realmente estaba muy adelantado a su época. No estaba equivocado ni era un excéntrico, simplemente estuvo en el principio de un trayecto muy largo, uno que continúa hoy en día en la Met Office”.

Fuente: BBC Mundo

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