El hijo de Colosio sueña con un México participativo, solidario, feliz…

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A 24 años desde que Luis Donaldo Colosio Murrieta pronunció aquél: “Yo veo un México con hambre y sed de justicia”, si hijo que contiende como candidato a diputado en Nuevo León afirma buscar “una sociedad que sea participativa, que sea solidaria”.

Por Luciano Campos

Hace cuatro años, Luis Donaldo Colosio Riojas tuvo una epifanía: entendió que necesitaba tomar una posición activa en el escenario social para ayudar a la transformación de México. La revelación ocurrió cuando nació su primer hijo, que lo hizo replantear su vida.

Han pasado 24 años desde que su padre, el fallecido Luis Donaldo Colosio Murrieta, entonces candidato a la presidencia de México por el PRI, pronunciara el célebre discurso renovador, en el que denunció: “Yo veo un México con hambre y sed de justicia”.

Ahora él, como aspirante a diputado local por Nuevo León, también siente la necesidad de protagonizar una transformación del país, al iniciarse en la política partidista, contribuyendo a la reconciliación social entre un pueblo lastimado.

“Busco una sociedad que sea participativa, que sea solidaria y, en sí, sembrar bonhomía entre la gente, y esa cohesión y felicidad con la que se debe vivir, para poder ser un país productivo, en armonía. Una sociedad amena, también. Hay mucho resentimiento, mucho rencor, mucho odio en la sociedad”, dice en entrevista con Apro.

Registrado ya en Movimiento Ciudadano (MC) como precandidato externo por el Distrito 18, revela que para postularse tuvo que vencer su aversión a la política y lo consiguió motivado por el hartazgo de una situación que no mejora.

Acepta que puede ser tomado como un soñador, por sus propósitos renovadores. Pero aclara que, en las elecciones del 1 de julio, no sólo busca captar el voto millenial, entre la chaviza desencantada de la grilla tradicional, si no que quiere jalar a toda la sociedad para que se vincule a la acción que cambiará a todos.

El abogado de 32 años tiene un plan a largo plazo como político. Invertirá los próximos 12 años de su vida en escalar escaños: primero, espera convertirse en legislador local, luego federal y, posteriormente, tratará de conquistar la senaduría.

Revela que durante años muchas personas se han aprovechado del apellido. Se le han aproximado, buscando rentas, considerando que por su ascendencia las puertas se le abren con mayor facilidad.

Construyendo su historia

En Nuevo León, Movimiento Ciudadano ha obtenido relevancia en el último año debido al empuje de su dirigente estatal y diputado local Samuel García Sepúlveda, un abogado de la clase alta, que irrumpió en esta legislatura como un muchacho que hace pronunciamientos atronadores y se ha manifestado en contra del chapulineo del mandatario con licencia Jaime Rodríguez.

En los comicios próximos, García buscará la senaduría. Para su lanzamiento convenció a sus amigos Agustín Basave Alanís y Luis Donaldo Colosio Riojas, a que lo acompañen como aspirantes a diputado federal y local, respectivamente.

Basave y Colosio son socios de un despacho jurídico que durante años ha asesorado a MC en la localidad. Los tres ahora se promocionan como un combo de charolastras que representan la sangre joven de un país que necesita desprenderse de la forma anquilosada de hacer política.

Samuel, ya fogueado en dos años de legislatura, es la locomotora del tren y ahora lo siguen sus compañeros de precampaña, a los que convenció de que se lanzaran a la actividad electoral. Colosio es reconocido por su dinastía. Mientras, Basave Alanís es hijo de Agustín Basave Benítez, exdirigente nacional del PRD y actual diputado federal nuevoleonés.

Luis Donaldo hizo su presentación nacional el lunes 22 de enero, en la Ciudad de México. Acompañó a Agustín a inscribirse como aspirante a legislador federal por el Distrito 1 de Nuevo León. Ahí, en entrevista, señaló que su padre muerto estaría afligido por el actual rostro del PRI.

“Mi papá, durante toda su vida profesional y política trabajó por construir un partido y una institución política, que fuera un genuino vehículo para llevar la democracia a los mexicanos y llevar una responsable administración pública. Eso le costó años de sangre, sudor, esfuerzo y, bueno, literalmente sangre, al final del día”

“Y el ver cómo se ha descompuesto eso por lo que tanto trabajó durante tantos años y cómo han llegado ciertos círculos, en varios estados de la República, en muchos niveles, incluso federales y locales, a la degradación a la que está hoy, me resulta, además de ofensivo, mucho muy triste. Lo comenté hace tiempo, que si mi padre reviviera el día de hoy, de tristeza, al ver a su partido, probablemente volvería a morir”, dijo entonces en una nota que tuvo resonancia entre la clase política.

Ahora, instalado en la zona metropolitana de Nuevo León, donde vive casado y con sus hijos pequeños, Colosio hijo se lanza al ruedo político, buscando que exista un acercamiento entre gobernantes y gobernados, una relación que ha sido llevada, hasta ahora, en direcciones opuestas.

“Hay muchos señalamientos, divisiones, fracturas. Hay un desatino en la relación del ciudadano de parte del sector público y eso ha generado un distanciamiento que es muy peligroso. Genera una crisis de ingobernabilidad, esta fractura social que divide a la sociedad en dos bandos, el político y el ciudadano, cuando el político jamás deja de ser ciudadano y a éste se le olvida, al final del día, que la ciudadanía debe tomar las riendas en el manejo la vida pública”, dice.

En la conversación, Colosio habla con pasión. Parece que quiere dar a conocer ideas que tenía largamente guardadas. A lo largo de los años, ha pasado prácticamente desapercibido en la sociedad regiomontana.

Delgado, blanco, de rasgos finos y nariz afilada, es expresivo con las manos. Su aspecto es de seriedad y de mirada escrutadora y severa.

Gesticula y arruga el seño, como alguien que maduró prematuramente. Su aspecto es pulcro y no se le mueve un cabello.

Reconoce que a veces se cansa de la referencia permanente a su origen, aunque siempre se refiere con orgullo a su papá. Su apellido es inconfundible. Nadie en México lo lleva, más que la dinastía de los de Sonora. Su padre fue diputado federal, senador y candidato presidencial, y su abuelo Luis, alcalde y senador.

“En ciertos aspectos es pesado. Reconozco lo que la gente siente cuando me ve, o piensa en la memoria de quién es mi papá, y lo agradezco. Pero yo estoy aquí para construir un proyecto propio, para aportar algo nuevo, algo mío, y no me gusta ser tomado como una secuela de mi padre”.

“Estoy muy orgulloso de ser hijo de quien soy. Pero no es esto una continuación de algo que ocurrió hace muchos años. Es algo nuevo y es lo único que le pediría a la gente que tomara en cuenta a la hora de evaluar las cosas”, dice.

Muestra pesar cuando reconoce que a lo largo de los años han existido personas que han obtenido beneficio de su apellido.

“Siempre ha habido (vivales). Lo detectas desde el saludo. Gente que pide favores, que pide ser presentado ante tal o cuál, o cómo ves si vendemos esto. Yo no me dedico a eso. Me dedico a mi negocio, mis hijos, mi esposa y ahora al servicio público”, señala.

Ahí está la Fundación Colosio, organismo afiliado al PRI, y de la que él se declara completamente ajeno.

“No la he seguido, porque no tiene nada qué ver con la familia. La Fundación Colosio es una entidad del Partido Revolucionario Institucional, y se supone debe ser un instituto investigador y de generación de propuestas. Pero ultimadamente su administración, operación o eficacia no dependen de mí. Si le sirve al PRI, no es una pregunta para mí, es para ellos”, señala.

Por su ascendente, Luis Donaldo sabe que el escrutinio sobre su persona será mayor, cuando se lance a la campaña, y que perderá considerablemente sus espacios privados, pese a que creció en el ojo público, primero por la relevancia de su padre y, luego, por la trágica orfandad, primero paterna y poco después de su madre, Diana Laura Riojas, quien murió a los pocos meses del magnicidio. Pero está dispuesto a aceptar el reto.

“Es incómodo, pero estoy consciente de ello. Obviamente ya hice las paces con eso, porque lo primero a lo que tuve que renunciar con esta decisión es a una vida privada. Aspiro a ser servidor público. Pero desde niño mi vida no ha sido muy privada que digamos. Ahora simplemente va a ser como antes, pero de una forma más intensa”, dice, listo para enfrentar el vendaval de la exposición de una gira proselitista.

De cualquier manera, afirma que si no puede superar la prosapia, no se sentirá intranquilo, pues su principal interés es ser tratado con respeto y que sus propuestas tengan resonancia. No es su propósito ganarle en popularidad a su progenitor.

Parece que está resignado a lo inevitable: enfrentar el pasado. Al exponerse ante el electorado, sabe que va a tener que hablar del asesinato de su padre, ocurrido en 1994. Se ha sobrepuesto al síndrome de su apellido, con el que ha vivido, y espera poder concentrarse pronto en difundir sus propuestas cuando le llegue el momento de formalizar la candidatura.

A él lo recuerda como una figura emblemática del PRI, al que quiso y al que pretendió conducir hacia un proyecto de renovación y servicio público distinto y congruente, aunque al final la muerte trunco su avance.
Es parco al abordar las causas que pudieron provocar su asesinato: “Los motivos por los cuáles no se materializó su proyecto quizás nunca los sabremos”.

Pero es reiterativo en mirar hacia adelante. En lugar de concentrarse en el pasado irremediable, prefiere fijar la mirada en el porvenir, pues tiene como idea permanente legar a sus hijos un mejor país.

“No estoy aquí para alimentarme del pasado, si no para construir un futuro. Para mí, la memoria de mi padre no radica en el PRI. Está en mi casa, en mi corazón y en mis hijos, que ven a su abuelo que está en el Cielo. La vida de mi padre como priista y político que fue, es lo que todo mundo conoce. Pero la parte íntima, el padre de familia es la que yo tengo y con la que me quedo”.

“Lo veré como inspiración, por supuesto que sí. Todos hablan de la herencia que me dejó mi padre, pero piensan dentro de una tesitura política. Para mí, la herencia de mi padre fue cívica, simplemente (me diría): sé un buen hombre, sé íntegro, sé honesto y sé feliz. Eso es lo que yo me llevo y lo puedo hacer en cualquier profesión y es lo que le quiero enseñar a mis hijos, sea lo que sea que ellos elijan hacer”, dice.

Luego de aquel pronunciamiento atronador contra el PRI, ahora Colosio Riojas es más mesurado, cuando se refiere al partidazo en el que estuvieron sus antepasados.

“Nunca voy a negar que mi papá fue un priista muy aguerrido y creía mucho en su partido. Estaba muy convencido que dentro del contexto y las circunstancias que él vivía era la plataforma idónea para llegar a la administración pública. Él estaba construyendo desde el PRI una plataforma para una administración pública responsable”, explica.

Proyecto a largo plazo

Luis Donaldo hijo se ve como un servidor público que estará en constante interacción con la ciudadanía para recoger sus necesidades e intenciones y, en base a ello, generar leyes “realistas y accesibles”, con pragmatismo jurídico, para balancear los poderes de facto que gobiernan al país.

En años recientes el PRI le había ofrecido lanzarlo como candidato, pero se negó, revela. Ahora ya se sabe que no comulga con esas siglas. Sin embargo, aceptó postularse en este 2018, porque siente que está en un punto óptimo de maduración emocional, intelectual y personal.

La pregunta es obligada: ¿Por qué no inicia en la política por el PRI?
En su respuesta, Colosio explica por qué sí por Movimiento Ciudadano: “Necesitamos una política que no se genere a partir de los partidos, que deben ser siempre una plataforma para que el ciudadano pueda acceder al ejercicio público. Lo que me atrajo mucho de esta plataforma fue que, además de que se me respetó como asesor por muchos años, se me permite contender como candidato ciudadano. No se me pide que me afilie, porque, al final del día, debo servir a la patria, no al partido”.

Se muestra reacio a hablar del PRI, pero lo describe cuando habla de la degradación de los institutos políticos: “Eso es lo que ha pasado en muchas instituciones políticas, a lo largo de los años, en muchos estados. Así se ha perdido el enfoque real del servidor público: se va a servir primero el interés del partido, antes que el de la patria. Pero yo soy mexicano, antes que nada y después de todo”.

Con la tripleta que forma con Samuel y Agustín, está dispuesto a romper modelos. Si gana la elección, en el Congreso Local actuará de acuerdo a su conciencia. Nadie le va a imponer decisiones a lo largo de su trayectoria que, espera, sea sostenida hacia la consolidación del plan del grupo.

“Inicio un proyecto a largo plazo en el poder legislativo. Mi intención es no ser solamente diputado local en tres años, y retirarme, porque el proyecto que iniciamos como equipo los tres, busca regenerar el tejido de la normatividad jurídica, desde lo local, estatal y federal, para tener las leyes más cercanas a la mayoría de la gente”, explica.

Buscarán que los encargados del poder Ejecutivo puedan acceder a códigos más acordes con la realidad, que ellos impulsarán, para que no tengan pretexto en su aplicación y puedan emplearlas de manera más eficaz.

Colosio Riojas es un licenciado en Derecho egresado del Tecnológico de Monterrey. Durante años ha ejercido la disciplina, pero ahora que ingresa a la arena política decide empezar por el Congreso Local para conocer, desde ahí, las entrañas del ejercicio legislativo.

Si accede a una curul, como primeros pasos, buscará modernizar e impulsar leyes en beneficio de Nuevo León. Percibe que luego de conocer esa posición le resultará más “orgánico” escalar al nivel federal para, luego, buscar un escaño en el Senado de la República en una larga carrera de obstáculos de más de una década.

Acepta que puede ser tildado de soñador, por pretender transformar el teatro político mexicano, con líderes corruptos que durante décadas han manejado el destino del país.

“Por supuesto que sí (me podrían considerar soñador). Pero toda realidad inició, primero, como un sueño y si dejamos de atrevernos a soñar, nos vamos a estancar y ya sabemos que las aguas estancadas generan pestilencia, gangrena, se pudren. El país no puede quedarse sin soñadores, los que nos llevan a la siguiente etapa”, dice.

Aclara que no es tan ingenuo para suponer que puede conseguir una transformación instantánea, ni en solitario. Por eso trabajará en equipo y convoca a toda la ciudadanía para que participe con opiniones constructivas, para que ellos puedan plasmarlas en un trabajo legislativo congruente.

El relevo político, con una nueva generación servidores públicos, que superará los vicios y la deshonestidad en el ejercicio del poder en México, demorará años, generaciones, quizás, pero siente que él y sus camaradas tienen el potencial para conseguirlo.

En su teoría, si transmite confianza a la población, el servidor público cimienta la construcción de un futuro mejor pues, de lo contrario, continuará su permanente desfase con la ciudadanía, que no “jalará” en una misma dirección.

“Eso nos ha hecho no estar en armonía como país y eso lo vemos en mucho conflicto, guerrilla, narcotráfico, mucho golpeteo, mucha crítica, injuria, calumnia y estamos hartos de todo eso. No quiero que todos pensemos igual, pero sí que a partir del conflicto de ideas iniciemos una negociación y a partir de la negociación congruente y responsable se generan acuerdos. Para esto está un Congreso”, dice.

Ya tiene temas de una agenda legislativa, pero se los reserva porque, dice, si los revela ahora puede ser acusado de actos anticipados de campaña.

Fuente: Proceso

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