Tras el desplome del helicóptero en el que viajaban el senador panista Rafael Moreno Valle y su esposa, la gobernadora de Puebla Martha Érika Alonso, el PAN perdió su liderazgo interno más poderoso, y no sólo porque Alonso había logrado conservar Puebla para la derecha, sino también porque Moreno Valle había llegado a una serie de acuerdos para amarrar su candidatura presidencial. Sin embargo, esta labor se basó en traiciones, acuerdos incumplidos y un autoritarismo cuyas primeras víctimas fueron los propios panistas.
Por Alvaro Delgado/ Proceso
Con la muerte de Rafael Moreno Valle desapareció el más influyente liderazgo del Partido Acción Nacional (PAN), con cuyo poder ganó la presidencia Marko Cortés, pero también se desvaneció su más sólido prospecto a la Presidencia de la República para 2024, un proyecto que comenzó a construir con las peores prácticas desde que ganó la gubernatura de Puebla en 2010.
Sin Felipe Calderón y Margarita Zavala, así como con la marginación del excandidato presidencial Ricardo Anaya y los viejos liderazgos, el PAN experimenta un reacomodo interno con gobernadores que ya no tienen a Moreno Valle para que los articule, aunque emergen otros prospectos presidenciales, como el diputado Juan Carlos Romero Hicks y el gobernador Javier Corral.
A la crisis interna derivada de la muerte de la pareja Alonso-Moreno Valle se suma el complejo escenario electoral para el PAN: la primera elección con Cortés como presidente, la extraordinaria de Monterrey, la perdió ante el PRI el domingo 23, y se perfila la misma suerte ante Morena en la gubernatura de Baja California, después de tres décadas ininterrumpidas de gobierno.
En Puebla se disputan el liderazgo las facciones del exgobernador Antonio Gali Fayad, cuya primera instrucción justo cuando se homenajeaba a la pareja fue llamar a ganar las elecciones extraordinarias, y de Luis Banck Serrato, jefe de la Oficina del Gobierno, único orador en la ceremonia luctuosa y quien trama quedarse con la candidatura.
Un tercer implicado es Gerardo Islas, diputado local del desaparecido partido Nueva Alianza (Panal), que anhela ser gobernador interino o candidato a gobernador y, aun cuando no es militante del PAN, es visto como un “puente” entre las facciones de Gali, Banck y los panistas desplazados, identificados con la organización El Yunque, encabezados por el exalcalde Eduardo Rivera Pérez.
“En reto es salir unidos”, subraya Islas, quien tuvo una estrecha relación personal y política con Moreno Valle y Martha Erika Alonso, pero también con Gali, en cuyo gobierno fue secretario de Desarrollo Social.
Si en la lógica local es aún incierta la candidatura del PAN, que probablemente repetirá la coalición con el PRD y MC, la principal carta de la dirigencia nacional es Humberto Aguilar Coronado, quien fue subsecretario de Gobernación con Santiago Creel, mentor también de Marko Cortés.
Aguilar Coronado encabezó la campaña de Cortés y fue su jefe de asesores como coordinador del PAN en la Cámara de Diputados. Aunque nunca formó parte del grupo de Moreno Valle, tenía relación con éste y con la facción antagónica de El Yunque, en el que militó cuando participaba en la campaña de Diego Fernández de Cevallos, en 1994.
Uno de los escasos panistas que alertaron de la captura del PAN por parte de Moreno Valle en la más reciente elección interna, Juan José Rodríguez Prats, advierte que la muerte de éste deja en la orfandad a Cortés, pero al mismo tiempo lo libera para que asuma su condición de presidente del PAN:
“Marko se libera y en el PAN se abre el abanico. Se pude pensar en un candidato externo hacia 2024. Además de Corral, Romero Hicks y hasta Miguel Márquez, puede haber candidaturas externas: Gustavo de Hoyos (presidente de Coparmex), Juan Pardinas (director editorial del diario Reforma) y Valeria Moy (economista del ITAM). Se abre un juego interesantísimo. Ya no hay, como había, un solo candidato por delante”.
Rodríguez Prats, quien tras la elección interna el PAN declaró a Proceso que Cortés era “títere” de Moreno Valle y que éste era “el nuevo dueño” del partido, observa dos posibilidades:
“Con la decisión en Puebla se verá si Marko está a la altura del reto. Aguilar Coronado es muy completo como negociador y tiene puentes con todos los actores el PAN. Si es Banck, Marko se hunde”, sentencia Rodríguez Prats, quien considera que la candidatura de éste sería vista como una imposición, una más, del morenovallismo.
(Adelanto del reportaje especial publicado en Proceso 2200, ya en circulación)