En el libro “Tierras de nadie” ensayistas pretenden demostrar que lo que algunos llaman narcoliteratura, es en realidad de un conjunto de obras que reproduce la lógica del poder en torno al crimen organizado.
La literatura del norte, agobiada y presa de lo que muchos críticos mexicanos y extranjeros consideran una “moda pasajera” con la narcoliteratura, busca un destino más allá de los estereotipos contemplados en el mundo narco y la estrategia de seguridad que se ejecuta contra estos en México.
Así lo demuestra la salida del libro “Tierras de nadie”, por medio del cual varios autores buscan delinear la creatividad literaria de una de las zonas más violentas del México contemporáneo, en el entendimiento que las letras de la región “son algo más que desierto y balazos”.
“Quisimos reflexionar sobre esa etiqueta llamada literatura del norte y que con un afán totalmente mercantilista consolidó a una serie de autores que al parecer compartían un proyecto estético. Lo que quisimos es desarticular esa categoría, porque que un autor haya nacido en el norte de ningún modo lo autoriza más que a otro autor a hablar sobre determinados temas como el narcotráfico o el desierto”, aseguró a dpa el compilador Oswaldo Zavala.
Analizando la obra de importantes escritores norteños como Daniel Sada, Eduardo Antonio Parra, David Toscana y Luis Humberto Crosthwaite, entre otros, los ensayistas de “Tierras de nadie” pretenden demostrar que lo que algunos medios periodísticos se apresuran a definir como “narcoliteratura”, se trata en realidad de un conjunto de obras que reproduce la lógica del poder en torno al crimen organizado.
“Hay una narrativa construida por el Estado mexicano y que nos dice que el narcotráfico supera a las autoridades, que está conformado por organizaciones criminales que no sólo compiten con el gobierno sino que también lo superan. Esta lógica busca eximir a los responsables de cuidar el orden y brindar justicia de su responsabilidad. Si el crimen está por fuera, el Estado entonces se pone del lado correcto, provocando un asunto de buenos y malos”, explicó Zavala.
Para el joven crítico literario, libros como “El más buscado”, de Alejandro Almazán, una biografía novelada del líder del cártel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán, “proponen la exaltación de figuras míticas que en realidad resultan invenciones del poder, son objetos cuya principal función es confirmar esta distancia que el Estado pretende poner con el crimen organizado”.
“Esa novela de Almazán lo que hace es decirnos lo que (el presidente de México Felipe) Calderón quiere que digamos del Chapo”, consideró. En dicho contexto, a juicio de Zavala es importante reconocer que “en México el narcotráfico jamás ha desafiado al Estado”.
“Eso es una colombianización que nos quiere vender el gobierno de Felipe Calderón, pero lo cierto es que en nuestro país no ha existido un Pablo Escobar y pensar que el Estado no interviene en el tema del narco es subestimar a la clase política nacional”, afirmó.
Pero, si la narcoliteratura es una moda pasajera, como atestiguan los ensayistas de “Tierras de nadie”, ¿qué hay de esencia en la literatura del norte?
Según los estudiosos del tema reunidos en este libro publicado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CONACULTA), es la diversidad temática que transcurre más allá de los fetiches de la frontera, la violencia, el narcotráfico y la marginalidad lo que da sustancia a las letras de la región.
Se trata, aseguran, de “una región dispersa, heterogénea, que se mantiene en perpetuo tránsito: no una sino múltiples tierras de nadie” que conviven para desmentir “la ilusión de un centro cultural único y autosuficiente, que por fin ha llegado a un punto de agotamiento”.
“Tierras de nadie” es uno de los libros que se presentan en la Feria del Libro de Guadalajara, que se realiza entre el 24 de noviembre y 2 de diciembre en esta urbe del oeste mexicano. La cultura narco, la guerra que libran bandas del crimen organizado y la violencia que se agudizó con la estrategia de seguridad que ejecutó el gobierno del presidente Calderón para combatir estos grupos, a los que se responsabilizan de los más de 60,000 muertos registrados durante este gobierno, ha impulsado la escritura sobre estos temas en México, de la misma manera que ocurrió en Colombia durante el auge del narcotráfico en la década de los 80 y 90 del siglo pasado.
Fuente: DPA