En Reino Unido, Suecia, Hong Kong y Kenia se imponen cada vez más las opciones para olvidarse de los billetes o monedas, una tendencia que no ha llegado con la misma fuerza a Estados Unidos.
Los escritores de ciencia ficción han imaginado desde hace mucho a una sociedad sin dinero. Sin embargo, algunos lugares han dado pasos más grandes en esa dirección, que otros.
El Departamento del Transporte en Londres, por ejemplo, prueba un nuevo sistema de pago que permitirá que los pasajeros golpeteen una tarjeta de débito en un lector electrónico para abordar el metro. En Suecia, los consumidores usan cada vez más los teléfonos para comprar en tiendas pequeñas o pagar una hamburguesa en McDonald’s o Burger King. Y en Kenia se evita al sistema bancario tradicional y se realizan transferencias mediante celulares y servicios de microfinanciamientos.
En algunas partes de Hong Kong, la tarjeta Octopus se está volviendo rápidamente en un medio de pago multifunciones. Dependiendo del tipo de tarjeta que se expida, también se puede usar para pagar en estacionamientos, restaurantes de comida rápida y cines. En algunos formatos, se pueden tener dos carteras electrónicas: una en dólares hongkoneses y otra en renminbis para viajar por China continental.
En Suecia, los consumidores adoptan un enfoque diferente. Las tarjetas de pago sin contacto no circulan ampliamente. En cambio, son cada vez más los consumidores que hacen pagos electrónicos con los teléfonos celulares, ya que los bancos, los proveedores de telefonía móvil y las empresas emergentes ofrecen aplicaciones porque compiten por ser la principal cartera digital.
WyWallet, iniciada por las cuatro compañías móviles más grandes del país, tiene casi 1.2 millones de usuarios, o cerca de 20 por ciento de los 6 millones de teléfonos móviles que se utilizan en Suecia, explicó Jakob Soderbaum, el director ejecutivo de la firma. El país nórdico tiene 9.6 millones de habitantes.
“Usas el teléfono en todas partes”, dijo Soderbaum. “Esa es la forma de realmente cambiar el hábito y la forma de hacer pagos”.
La cultura y el tamaño de Suecia son factores impulsores que explican por qué los compradores se cambian rápidamente a los pagos móviles, señaló.
En Kenia, los usuarios evitan al sistema bancario tradicional y se concentran en la tecnología para hacer pagos. M-Pesa, el servicio de microfinanciamientos y transferencias de dinero con teléfonos celulares, se ha convertido en el servicio al cual recurrir para millones de personas.
Anne Githinji, de 27 años, una asistente en ventas en la boutique de moda y ropa en Nairobi, dice que emplea regularmente M-Pesa. “Por lo general, la uso para adquirir tiempo aire para mi teléfono y pagar la luz”.
Según un estudio dado a conocer en enero por la Asociación Keniana de Banqueros, 60 por ciento de la población utiliza el teléfono celular para realizar transacciones financieras, como pagar los servicios públicos y las colegiaturas. Solo tres de cada 10 kenianos van a los bancos, mientras que solo ocho por ciento utiliza los cajeros automáticos.
Safaricom, el proveedor de telefonía celular más grande del país, en sociedad con Vodafone, una compañía británica de telecomunicaciones, introdujeron el sistema en Kenia en marzo de 2007, y ha tenido una rápida expansión. Los consumidores registrados tienen un menú en su aparato para poder mover dinero a otras cuentas en teléfonos celulares.
Para retirar dinero, los usuarios utilizan una red de agencias de M-Pesa en Kenia, que son 75 mil dispersas en todo el país, en comparación con cerca de mil 300 bancos hasta 2013. Una vez que el agente de M-Pesa ha verificado la identidad del cliente por el número del teléfono celular, se despacha el dinero.
Gillian Ndeti, un alto funcionario de desarrollo empresarial de M-Pesa en Safaricom, indicó que más de 98 por ciento de todas las transacciones monetarias móviles en Kenia se hacen por medio de su plataforma.
No obstante, Estados Unidos ha sido mucho más lento en adoptar soluciones interconectadas, rápidas y seguras para hacer pagos electrónicos. De hecho, es el tamaño del mercado estadounidense la razón principal del retraso. Los costos para equipar a los minoristas son mucho más elevados, además, ha habido desacuerdos entre los proveedores de tecnología en relación a los estándares para pagos móviles.
Eso no quiere decir que todas las ciudades estadounidenses estén rezagadas respecto de sus contrapartes extranjeras. Los sistemas de transporte en Chicago, Boston y Washington, por ejemplo, han adoptado tarjetas de pago registradas que sólo requieren de un golpeteo en lugar de pasarlas por una máquina. Algunos permiten que el usuario compre boletos en internet y los descargue al teléfono inteligente.
Fuente: The Mew York Times