Jorge Ramos Ávalos
La tele ya no es lo que era. Acabo de entrevistar en la televisión a tres jóvenes que no tienen televisión. En Internet –concretamente en youtube.com– hay millones de otros jóvenes que los ven y los siguen. Ellos tampoco tienen televisión y si la tienen, no la ven. Bienvenidos al futuro.
Este fenómeno significa dos cosas. La primera es que hay una gigantesca migración de ojos de la televisión a las computadoras y, sobre todo, a los celulares. La segunda es que esto es un reto enorme para los medios de comunicación tradicionales; quienes no se adapten –y muy rápido– a este cambio están condenados a desaparecer. El cementerio mediático ya se está llenando.
Los “milenios” o millennials (jóvenes de 18 a 34 años) crecieron viendo televisión pero ya la desecharon (o están en proceso de hacerlo). Y sus hermanos más jóvenes son la primera generación que vive al margen del televisor; lo han reemplazado por iPads, tabletas, computadoras y celulares.
Para los que trabajamos en la televisión esto significa que producimos contenidos que, con frecuencia, se ven por primera vez en medios digitales y redes sociales. Hoy no es extraño que las entrevistas y reportajes que hago para Univisión, en español, y para Fusion, en inglés, sean vistas en pantallas que no son de un televisor. Esto es nuevo.
Al mismo tiempo, están surgiendo todos los días productores independientes de contenido en Internet y redes sociales. Ellos compiten con mucho éxito contra programas de la televisión. Muchas veces nos ganan. Lejos de un estudio de grabación, filman segmentos cortos –de 10 a 20 minutos– en sus casas, restaurantes y en la calle (a un costo mínimo) y producen programas sin censura, con absoluta naturalidad y generalmente centrados en sus propias vidas. Eso no lo sabe hacer bien la televisión.
Chumel Torres, Héctor Trejo y Caeli Santaolalla están revolucionando la forma en que los latinoamericanos se informan y se entretienen. Si no los has visto, el futuro ya te dejó atrás.
Chumel Torres dice que no es periodista. Pero se atreve a decir lo que muchos periodistas en México callan. Siguiendo la tradición de comediantes estadounidenses como Stephen Colbert y Jon Stewart, Chumel (@ChumelTorres) se burla de la clase política mexicana. Con una buena dosis de humor y groserías, refleja la indignación de muchos ante los abusos de los ricos y poderosos. “El Internet me dio la oportunidad de vivir de mis chistes”, me dijo en una entrevista este ingeniero de Chihuahua. Su programa El Pulso de la República es visto por millones en celulares y laptops los lunes y jueves. Le creo más a Chumel que a muchos reporteros mexicanos.
Aquí está mi entrevista con Chumel:
Los videos que sube Caeli Santaolalla (@CaElike) a youtube.com han sido vistos por más de 350 millones de personas. Ya quisiera cualquier presidente tener una audiencia así. Pero lo de ella no es la política. Cuenta su vida en video, desde lo que se va a poner ese día hasta las dudas que surgen la primera vez (cualquier primera vez). “Se puede vivir de esto”, me dijo Caeli, una actriz de 25 años de edad que busca hacer comedia. “Lo padrísimo de esto es que podemos vivir de algo que nos encanta hacer y poder ser tal cual somos”.
Lo de Héctor Trejo, mejor conocido como Bully (@Bullysteria), son los retos, “un diario de vida” y un buen intento de crear conciencia social. Se junta con sus amigos y, en cámara, se comportan como si nadie los estuviera viendo. Vi un video muy divertido mientras se comían las alitas de pollo más picantes de México. El resultado es impresionante. Millones lo ven y miles le comentan qué les pareció. Esa retroalimentación es la envidia de cualquier partido político, Iglesia o medio de comunicación. ¿Qué es ser cool?, le pregunté. Su respuesta fue inequívoca: “alguien que se la pasa bien siendo él mismo”.
Aquí está mi entrevista con Bully y Caeli:
Héctor, Caeli y Chumel no se venden. Punto. Hacen y dicen lo que quieren y no cambiarían esa libertad por un programa en televisión. De hecho, la televisión les interesa cada vez menos porque sus amigos, y la gente que a ellos les importa, ya no ven televisión. Las nuevas generaciones ya no hacen una cita televisiva. Si quieren ver algo, se meten a Internet y lo ven, igual a las dos de la mañana que a las dos de la tarde.
No, esto no es el fin de la televisión como medio. Siempre habrá quien la quiera ver. Sobrevivirá de alguna manera, igual que la radio y el cine. Pero el futuro, que ya llegó, es digital, interactivo y en otras pantallas. Quien no lo vea…
Fuente: Reforma