Por Luis Javier Valero Flores
Resuelta la primera etapa de la elección del PAN chihuahuense, en la que triunfó –contra todos los pronósticos– la planilla encabezada por Héctor Ortiz, pero sin alcanzar cualquiera de las modalidades que le hubiesen permitido proclamarse presidente del Comité Estatal, esto es, que no obtuvo el 50% más uno de los votos, ni superar al segundo lugar de la votación –Mario Vázquez– por un margen superior al 5% de los votos emitidos, la contienda entre estos dos aspirantes alcanzó niveles de rispidez no conocidos por la opinión pública en una contienda para elegir a su dirigente estatal.
Y, también inusitadamente, el principal protagonista de la contienda resultó ser el gobernador de Chihuahua, César Duarte. Ambos equipos han puesto –por fuera de los medios tradicionales, en las redes sociales– el acento en la supuesta cercanía del rival con el mandatario de Chihuahua.
Son verdaderamente estridentes las acusaciones que se lanzan unos a otros. Sorprende aún más porque, se supone, estos dirigentes blanquiazules debieron compartir proyecto y responsabilidades durante un buen número de meses, los que coincidieron, cuando uno estaba al mando del partido –Mario Vázquez– y el otro –Héctor Ortiz– en la conducción del grupo parlamentario en el Congreso del Estado.
Sorprende porque, de acuerdo a la norma interna panista, el dirigente estatal designa al coordinador de los diputados locales. Si bien lo hace después de efectuar una consulta en ese grupo, no está obligado a nombrar al que la mayoría quisiera, sino a aquel que mejor calificara, en su opinión, para el puesto.
Bueno, pues esos dos dirigentes de la segunda fuerza política en Chihuahua, que debieron comulgar en posturas y pronunciamientos pues representaban al mayor número de chihuahuenses en la oposición, ahora se lanzan hasta con la cubeta y las acusaciones vertidas hacen que se extrañen propios y ajenos ¿Si así estaban de mal las cosas al interior del partido, porqué hasta ahora se denuncian y se promete arreglarlas?
Ahora, los simpatizantes de Vázquez acusan a Ortiz de haber aprobado todas las autorizaciones de endeudamiento en el Congreso del Estado. Tal tema ocupa parte central de las críticas, respecto a su desempeño en la legislatura de octubre de 2010 a septiembre de 2013.
Pero lanzados en ese torbellino de acusaciones no se detienen a reflexionar que en ese período –abril 2011 a abril de 2014– el dirigente estatal era su candidato y que una de sus atribuciones era, precisamente, la de designar al coordinador parlamentario ¿Porqué, si Ortiz estaba en una línea política opuesta a la del dirigente estatal en ese tema, no lo destituyó, como sí lo hizo, por ejemplo, Gustavo Madero con Ernesto Cordero? Y no dicen precisamente lindezas unos a otros. Para muestra, un botón. Ni más ni menos que uno de los dirigentes emblemáticos del panismo, no sólo local, Francisco Barrio, expresa estas cosas en su sitio de Facebook:
“He recibido algunos comentarios de que en algunos municipios se está malinformando a los militantes del PAN que ya he tomado la decisión de apoyar a Héctor Ortiz. Esto es absolutamente falso… En los últimos días no he hablado ni con ese candidato ni con nadie de su equipo. Pero, meses atrás, fui muy claro en expresarle al propio Héctor Ortiz que en ningún momento podría apoyarlo, dada la cercanía que ha demostrado y que actualmente sigue teniendo con algunos de los personajes que le han hecho más daño al PAN de Chihuahua en los años recientes, a través de conductas absolutamente inmorales e ilícitas que son del conocimiento general.
Sigo pensando que su asociación con esos individuos representa un serio riesgo para la buena marcha del PAN. No puedo, por esa razón, apoyar tal proyecto”.
No hay duda que estas frases están dirigidas a Cruz Pérez Cuéllar, en lo que es un episodio más de la virulencia con la que estos dos personajes se separaron.
Y es éste, el dos veces dirigente estatal blanquiazul, el centro de los ataques contra Ortiz. En el Facebook circulan infinidades de imágenes “trucadas”. Una de ellas, quizá la que mejor retrata a la presente campaña, es una fotografía en la que se aprecia a Cruz Pérez Cuéllar y Héctor Ortiz flanqueando al gobernador Duarte, con la siguiente leyenda: “El PRI le tiene tanto miedo al PAN que nos mandaron este par de delincuentes electorales con costales de dinero para ponerle precio a tu voto”.
La respuesta no se hizo esperar. Subieron una foto de Vázquez y el signo de igual al lado del logotipo del PRI, con un texto, homofóbico, además: “TERNURITA MIRALO CON SU BIGOTITO IGUAL Q EL DE DUARTE.COSITA…”.
O el de supuestas fotos del empresario Pablo Cuarón con el entonces candidato César Duarte y otra al lado de Mario Vázquez, acusando al empresario de haber dividido al PAN para apoyar al priista.
Así, ya sin control, los panistas han cometido increíbles errores estratégicos: Se han inflingido heridas difíciles de curar; se acusan de cosas que de ser ciertas los hace responsables a unos y a otros; han perdido porciones importantes de credibilidad en la sociedad y, peor aún, colocaron a su adversario en el centro de sus debates.
Y encima de todo ello, sus legisladores, en lugar de deslindarse de la ofensiva compra de sus vehículos, con financiamiento del Congreso del Estado, de ahí lo grosero, se sumaron alegremente al reparto de prebendas.