A unos días de cumplirse el 20 aniversario del alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el Obispo de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel, consideró que el movimiento sigue vivo y con fuerza.
“Algunos a veces preguntan si aún existe el EZLN, sí existe y tiene su fuerza, sobre todo en varias comunidades”, aseveró el ahora representante de la Diócesis que durante el conflicto de 1994 fue la instancia mediadora en el diálogo entre los zapatista y el Gobierno; en aquel entonces era el Obispo Samuel Ruiz el responsable eclesiástico.
Sin embargo, Arizmendi Esquivel señaló que ahora el zapatismo es un movimiento pacífico y no armado.
“Están por cumplirse 20 años del levantamiento del EZLN, que fue un grito de reclamo al País por la marginación secular de los indígenas, el EZLN sigue vivo, no ya como una opción militar sino como una organización social y política de lucha por una vida digna, es un esfuerzo por demostrar que es posible la autonomía sin dependencia del Gobierno”, indicó.
El prelado reflexionó que la organización comunitaria, la lucha política pacífica, la unión de la diversidad, así como el escuchar y respetar los unos a los otros son los caminos de la paz y la justicia que se requieren para Chiapas y para México.
Aunque el EZLN y su comandancia reaparecieron desde diciembre del año pasado y a través de varios comunicados han hecho críticas al Gobierno federal y los otros Poderes del Estado, Arizmendi aseguró que no hay un conflicto y que por tanto la Iglesia no tiene en qué mediar.
“No ha habido ningún conflicto, entonces no hay de qué ser interlocutores, nosotros no somos con el Gobierno, somos en las propias comunidades donde hay diferencias entre ellos mismos, ahí sí tratamos de ser mediadores, pero no hay diálogo con el Gobierno, por tanto no hay ni una mediación”, acotó.
El representante de la Iglesia pidió al Gobierno y a la sociedad civil combatir las causas que motivaron y aún abanderan los zapatistas, como la pobreza, la exclusión, la falta de salud y el analfabetismo.
Fuente: Reforma