Por Carlos Murillo González
Existe un miedo sociológico real al Partido Revolucionario Institucional (PRI) por su pretendido “retorno” al poder. Para ciudades como Juárez o Oaxaca, que conocemos muy bien los gobiernos del PRI, sabemos la que le espera al país. No es que el PRI sea el peor de todos los partidos, sino además en su etapa neoliberal, conservadora y de derecha, los hace cada vez más peligrosos.
Se trata de un estilo de gobierno autoritario muy conocido por sus métodos represivos y antidemocráticos que son marca de la casa y que luego también han aplicado y siguen aplicando todos los demás partidos (incluyendo los de “izquierda”) porque, tal vez la única institución a la cual el Estado no se atreve a renunciar (privatizar) es al aparato policiaco-militar, la institución máxima del poder masculino, un símbolo altamente patriarcal y hegemónico; el famoso monopolio de la violencia weberiano, ahora llevado a las esferas del capitalismo salvaje y en crisis que no duda en el recurso de la guerra para solucionar sus problemas o justificar su sanguinaria mediocridad, como Calderón en México.
El Estado es egoísta por culturaleza. De la monarquía a la oligarquía, del esclavismo a la democracia capitalista y el socialismo totalitarista, sus acciones pasan siempre por hombres de poder, no esos y esas que se hacen llamar “presidentes” sino de los grupos de poder (élites, como dice Wright Mills): El Papa quién es sin la Curia, Obama sin el ejército y los empresarios, Calderón sin el PRI y EUA. Desde Thomas Hobbes se justifica “científicamente” un poder práctico en pocas manos. Preservar el orden social, el status quo, es preservar el Estado; es decir, la seguridad de su clase dirigente; ningún rey o dictador puede decir que “gobernó” solo, ni aún Hitler.
El problema con el egoísmo es la supervivencia. Existe un debate entre las ciencias sociales y las naturales sobre la naturaleza o aprendizaje de la especie humana; si somos sociables (amigables) o más bien somos egoístas (si sólo podemos pensar en el beneficio personal) si es lo primero, seguramente está por ahí uno o varios genes que nos predisponen a socializar (como el apareamiento, por ejemplo, para preservar la especie) y de ahí todo estaría relacionado: el amor como punto de partida. Pero si es lo segundo, entonces tenemos una situación de adaptación más o menos forzada, donde ante la percepción de un ambiente hostil se anima una convivencia, más o menos pacífica, con otros grupos e individuos; se tiende a lo individual o a pequeños grupos, pero no se va más allá, salvo que sea para dominar a otros grupos e individuos. Las clases altas y el culto al héroe capitalista, serían un ejemplo actual de esto, como el esclavismo lo fue en el pasado.
En el plano político, que involucra lo económico y lo sociológico, la democracia representativa-electoral es la última moda desde la Segunda Guerra Mundial para acá. En algunos países como México, el monopolio de participación política la tienen los partidos; en el caso de Estados Unidos, se trata sólo de dos partidos. La consolidación de los partidos políticos se da en el siglo XX; burgueses y socialistas, ambos sistemas ejercen Estado; desde ahí se dirigen las finanzas, los recursos; se aplica la ley, se reprime a la oposición o se invaden países; todo en nombre y beneficio del Estado.
¿A qué nos vamos a enfrentar con el PRI? Seguramente arden en ganas de venganza ante tanta presión social, nacional e internacional. En Ciudad Juárez tenemos la policía de Leyzaola, que ya hace lo que es lo suyo: violar la ley; más la violencia del narco, más la observancia de la Border Patrol o la migra, como cariñosamente se le dice por estos rumbos. También tenemos CTM, FUTV, CROC, sindicatos priistas que hacen posible uno de los peores transportes públicos de México, por ejemplo. Pero más importante y alarmante aún, es la división de la ciudad en dos: hacia el poniente y el oriente, la destrucción del centro y el desvío de recursos para desarrollar dos nuevos polos económicos y urbanos, Gerónimo y lo que antes era el Valle de Juárez, hoy asesinado bajo el pretexto de la “guerra” contra el narco, para desarrollar una nueva urbe en el poblado de Guadalupe, cruce con Tornillo, Texas, mientras Gerónimo con Santa Teresa, Nuevo México. En ambos casos se despoja, expulsa o mata a sus habitantes, todo en tiempos priistas.
El narco ya estaba ahí, Televisa ya estaba ahí, la corrupción ya estaba ahí; el PRI nunca se ha ido de la vida de México y las y los mexicanos. ¿Qué es lo que lo hace ahora más peligroso? Que termine con la rotación de poder partidista es lo de menos; que terminen de peleles de alguien más es muy grave. No sabemos qué y cómo han pactado con el narco, con los empresarios, con Washington; qué tan debilitados llegan por la falta de legitimidad; eso puede ser muy perjudicial para el país, pues pueden negociar desfavorablemente y en contra de la sociedad y a favor de sus enemigos. Ejemplos en nuestra historia muchos, como el de Santa Anna en el siglo XIX, ¿recuerdan la pérdida de la mitad territorio? Los políticos son capaces de cualquier cosa con tal de alcanzar o mantenerse en el poder, pero también para salvar el pellejo.
El PRI está en crisis como el Estado “democrático” y el capitalismo neoliberal. Sus políticos dejan mucho que desear en todos los planos, pero sobre todo, en el intelectual, lo cual agregado a sus ya conocidos apetitos de poder y corrupción, hacen que el Estado priista pierda poder en relación con sus aliados, pero se vuelva más virulento para la sociedad, su riqueza y medio ambiente, como de hecho no ha dejado de suceder desde la Colonia y como está pasando en estados como Tamaulipas, Coahuila y Chihuahua en relación con el narcotráfico.
Carlos Murillo González
carmugo6699@hotmail.com
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Carlos Murillo González, sociólogo y maestro en ciencias sociales por la UACJ, miembro del Colegio de Sociólogas y Sociólogos de Ciudad Juárez, investigador asistente de El Colegio de Chihuahua y adherente de La Otra Campaña; es autor del libro La Sociedad Anónima: los factores socieoeconómicos y políticos del abstencionismo en el municipio de Juárez, entre otros escritos. Su experiencia abarca la docencia, la investigación, la asesoría, el activismo y la música. Ha contribuido regularmente en el programa de radio Hilo Directo.