La Dirección Federal de Seguridad (DFS) mantenía una vigilancia férrea sobre el periodista Julio Scherer García; lo seguía a sus itinerarios, revisaba su correspondencia, intervenía sus llamadas telefónicas y colocó micrófonos en su casa y oficinas. También lo espiaba en las reuniones que sostenía en restaurantes e incluso desplegó fotógrafos en árboles, automóviles o detrás de las ventanas.
En diciembre de 2006, la revista Etcétera publicó un amplio reportaje al respecto que en la página web de Proceso se difundió el día tres de ese mes, con el titular: Espionaje vergonzoso. Una versión sobre el tema despliega esta semana la revista Emeequis bajo el título: Julio Scherer: De profesión, periodista.
A continuación reproducimos íntegro el reportaje del mensuario Etcétera.
En 1966, cuando era secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez recibió de manos del titular de la Dirección Federal de Seguridad, Fernando Gutiérrez Barrios, el primer dossier donde se definía al periodista Julio Scherer como defensor de la ideología demócrata cristiana Desde entonces, y aun después de la expulsión de Scherer de la dirección de Excélsior, el 8 de julio de 1976, los aparatos de seguridad del régimen priista, encabezado por Echeverría, no cesaron de espiarlo El reportero Luis Miguel Carriedo documenta ese período en su reportaje titulado Scherer, obsesión de Echeverría, que la revista Etcétera publica en su edición de diciembre Con su autorización, reproducimos aquí el texto:
El periodista Julio Scherer García fue blanco de una incansable y puntual vigilancia por parte del régimen priista Registros de la Dirección Federal de Seguridad exhiben que era la obsesión de Luis Echeverría, quien seguía los pasos y hasta las huellas de su andar público y privado apoyado en la infraestructura y recursos de las instituciones de seguridad nacional para el discrecional espionaje político en su contra.
La DFS informaba las actividades de Scherer desde finales de la década de los 50, pero nunca con el detalle ordenado por Echeverría, quien primero como secretario de Gobernación, y después como presidente de la República, fue el promotor más meticuloso de esa práctica Seguía, literalmente, cada movimiento del fundador de la revista Proceso y director del periódico Excélsior hasta la polémica asamblea de cooperativistas que lo destituyó el 8 de julio de 1976.
Así lo muestra el expediente con varios reportes de inteligencia de aquellos años, el cual obtuvo Etcétera luego de una investigación periodística apoyada en la ley de transparencia y el acuerdo presidencial publicado en el Diario Oficial el 27 de noviembre de 2001, donde se establecen algunas medidas para facilitar la investigación de crímenes del pasado, con lo que miles de registros de la antigua DFS, creada en 1929, así como de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS), nacida en 1947, se transfirieron al Archivo General de la Nación.
Con tradición en el espionaje político de opositores y simpatizantes, en 1985 la DFS y la DGIPS se fusionaron en la Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional, que cuatro años después dio origen a lo que hoy es el Cisen.
El Estado policiaco que todo lo veía, acusa recibo en esos archivos Los datos sobre el periodista se guardan hoy en las galerías 1 y 2 del AGN, en lo que fueron las celdas de Lecumberri, el reducido espacio que significó encierro para cientos de presos políticos durante los sesenta y los setenta Ahí descansan testimonios de los abusos cometidos por el poder en sus propias palabras, redactados por espías del régimen que le pisaban los talones a propios y extraños para no perder detalle de sus actividades políticas, privadas e íntimas.
El investigado
Los documentos en poder de Etcétera demuestran que el gobierno ordenó una investigación de todos los movimientos de Scherer los meses previos a su expulsión del diario En una tarjeta fechada el 17 de febrero de 1976 los agentes de la DFS se refieren al periodista como “el investigado”.
Ahí exponen: “acostumbra salir de su domicilio entre las 7:30 y las 8:00 horas, para dirigirse al deportivo Chapultepec, ubicado en las calles de Mariano Escobedo de esta ciudad en donde permanece entre las 11:00 y 11:30 horas, para trasladarse posteriormente a sus oficinas del periódico Excélsior, sito en Paseo de la Reforma, saliendo de éstas alrededor de las 15 hs En donde en ocasiones acude a su domicilio y permanece entre las 17:30 y 18:00 hs Para posteriormente atender sus compromisos de trabajo y sociales, no teniendo una rutina fija”.
Cualquier dato que pudiera servir en contra del director de Excélsior lo tenía el gobierno La policía política informó el avalúo de “la casa que habita”, registrada “a nombre de la Sra Susana Ibarra de Scherer, esposa del investigado”, luego datos de los vehículos familiares y hasta un supuesto intercambio de placas que había entre el vehículo de Scherer y el de su esposa Los datos siempre excesivos en los detalles: “se hace notar que el automóvil marca Dodge Dart, 2 puertas, color vino, con toldo vinil negro, modelo 1964, es el que utiliza para su servicio el Sr Scherer García y las placas que ostenta así como la calcomanía de la misma corresponden a la del Renault modelo 1974, placas LMS-932 del estado de México (…) a nombre de Susana Ibarra de Scherer”.
Lupa gastronómica
El 9 de marzo de 1976 los agentes espiaron la comida que Scherer sostuvo con el embajador estadunidense Joseph John Jova “y dos de sus consejeros”, dicen en un oficio, el cual resume buena parte de la plática en el restaurante Chateau de la Palma, y anexa varias fotografías El 23 de enero de 1973, dicen en otro oficio, “se estableció vigilancia en las calles de López No 15, letra E, donde se encuentra ubicado el restaurante Normandie, lugar en el que se iba a llevar a cabo una reunión a las 14:30 horas entre el señor Julio Scherer García y otra persona no identificada (…) siendo las 14:45 horas se detuvo el automóvil Rambler, modelo 1972, color verde botella, con placas de circulación 860 AFT del DF, descendiendo el licenciado Víctor Manuel Villaseñor, Director Gerente de los Ferrocarriles Nacionales de México”.
Scherer comía con Villaseñor, y “en una parte de la conversación se pudo captar”, dicen los agentes, “que hizo mención de que Miguel Asturias le había comentado que no existía la vida privada, puesto que hasta en la regadera del baño le podían instalar una grabadora, al igual que en su propio automóvil”.
El 25 de marzo de 1976 otra vez la lupa, ahora sobre los viajes familiares del periodista: “llegó al aeropuerto acompañado de su familia, o sea su esposa e hija, y un menor de edad, con el objeto de viajar a Montevideo Uruguay (…) se adjunta relación de pasajeros y fotografías” Varias fotos junto a la copia de su pasaporte.
Visto bueno
Los espías filtraban también la correspondencia privada del periodista desde 1974, y llegaban al extremo de impedir a los lectores de Excélsior hacerle llegar comentarios críticos sobre el gobierno que pudieran difundirse en la sección de cartas La DFS titula una nota con fecha 30 de noviembre de 1974: “Relación de la correspondencia con diversas procedencias y destinos que ha sido interceptada y extracto de su contenido”, donde se registran todo tipo de comunicaciones dirigidas a Scherer y otros personajes Por ejemplo, la enviada por Raúl Rivas Herrera ese mismo año, quien como lector buscaba la publicación de sus opiniones, las cuales, según el resumen ejecutivo de la DFS, expresaban “severas críticas a la Cámara de Diputados y al lic José López Portillo –secretario de Hacienda y Crédito Público por el impuesto a la gasolina” La misiva original no llegó a su destino porque los agentes consideraron pertinente incluirla en su reporte “se anexa”, escriben con un protocolo frío.
“Excélsior”
En el ocaso del sexenio de Echeverría, en Excélsior se asomaba la crítica periodística, pero también las divisiones internas que el gobierno sabía con detalle gracias a sus agentes secretos Scherer sería expulsado del diario el último año del período presidencial, luego de la asamblea del 8 de julio enmarcada en una operación política que exacerbó divisiones, según documenta él mismo en su libro Tiempo de saber (Aguilar, 2003), un boicot publicitario organizado por el empresario Juan Sánchez Navarro y la invasión al predio de Paseos de Taxqueña adquirido por la cooperativa en 1959, acción comandada un mes antes de la asamblea por el diputado priista y líder agrario Humberto Serrano Pérez
Una tarjeta con fecha 17 de julio de 1973, firmada por el director federal de seguridad, Luis de la Barreda Moreno, sugiere a Serrano como informante de esa dirección: “manifestó hoy que el director del periódico Excélsior (…) y su abogado Manuel Sánchez Mejía (…) lo invitaron ayer en la noche a tomar un café y con el fin de tratar sobre el pago de $20,000,00000 que esa empresa tiene pendiente con los campesinos de La Candelaria, Delegación Coyoacán, DF, quienes de su ejido cedieron 100 hectáreas a dicho diario desde hace 13 años y hasta el momento no ha sido cubierto el adeudo”.
Y continúa: “agregó el prof Serrano que Scherer le ofreció $1,000,000, sacando un cheque en blanco e indicándole que lo llenara por esa cantidad, que de ahí le diera algo al presidente del comisariado ejidal y ya no siguieran asesorando a los campesinos de referencia (…) Acerca de lo anterior, Serrano Pérez expresó que lo pondrá en conocimiento de los ejidatarios de La Candelaria a efecto de acordar un movimiento de protesta frente al periódico”.
En otro escrito con fecha 15 de agosto de ese mismo año, De la Barreda describe la asamblea en la que Serrano informó a 150 ejidatarios lo que supuestamente eran las gestiones de su pago: “les hizo saber que se entrevistó con el jefe del DAAC [Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización] Lic Augusto Gómez Villanueva, y éste le comunicó entre otras cosas que habló con el director de Excélsior, Julio Scherer García, quien le informó que no tenía dinero para pagar (…) y que con la presión que estaba ejerciendo el CAM [Consejo Agrarista Mexicano] menos lo liquidaría”, por lo que “se envió un telegrama urgente al Lic Luis Echeverría Álvarez, solicitando su intervención en este problema (…) se enviaron telegramas al Ejecutivo Federal y al titular de la DAAC, Lic Augusto Gómez Villanueva, informándoles de lo anterior”, termina De la Barreda.
Un día antes de la asamblea que destituyó a Scherer el espionaje estaba en todas partes El agente Jorge Samael Ávila Avendaño, disfrazado de mesero, escuchaba la discusión del periodista con 200 cooperativistas afines en una reunión que celebraron en el hotel Fiesta Palace “A las 14:45 horas, se hizo desalojar al personal que efectuaba el servicio de Bufete (…) por tal motivo no se pudo saber lo que se siguió tratando”.
El 8 de julio, la DFS estimó que la expulsión formal de Scherer como director fue entre “las 11:00 y 16:30 horas (…) ante 800 de los 1300 cooperativistas”.
“Se notó división entre los trabajadores asistentes, ya que un grupo contrario a la destitución propuesta comentaba que estaban siendo presos de movimientos políticos porque el gobierno trata de apoderarse de la empresa”.
Los espías destacan que cerca de las cinco de la tarde Scherer se retiró del periódico “seguido de Manuel Becerra Acosta y 40 trabajadores”, quienes lo “acompañaron al exterior del edificio” y “se dirigieron a la esquina de Paseo de la Reforma y Morelos, donde intercambiaron sus teléfonos particulares a efecto de mantenerse en contacto y realizar una asamblea a las 11:00 horas del día 21 de este mes, en el edificio de la empresa A las 18:20 se despidió del grupo Julio Scherer, abordando un automóvil con placas LGL-502 del estado de México, notándose apesadumbrado y lloroso”.
El sello obsesivo
El nombre de Julio Scherer aparece en los archivos de la DFS desde el 5 de mayo de 1959, según una nota firmada por el teniente coronel Manuel Rangel Escamilla, en la que se informa de sus conversaciones con David Lomelí Contreras, jefe de la Unión Nacional Sinarquista
El fundador de Proceso era entonces reportero del vespertino Últimas Noticias y los agentes de la DFS a cargo de Rangel Escamilla registraban los preparativos de una concentración sinarquista en León, Guanajuato, convocada por Lomelí.
La policía política daría parte también de sus conversaciones con Vicente Lombardo Toledano, y el líder del Partido Acción Nacional, Adolfo Christlieb Ibarrola, en diversos momentos de aquellos años, pero no hay alguna evidencia de que el “asunto” u objetivo principal del espionaje fuera Scherer
Los archivos de la DFS delatan una particular obsesión por el seguimiento al periodista durante el gobierno de Echeverría; el aparato de inteligencia intensificó su vigilancia en los detalles de la vida privada, viajes familiares, propiedades y correspondencia.
Fue en 1966, diez años antes de su expulsión como director de Excélsior, cuando el entonces titular de la DFS, Fernando Gutiérrez Barrios, proporcionó al secretario de Gobernación Echeverría los primeros informes específicos a manera de dossier, donde se retoman reportes aislados de los años anteriores; por ejemplo, en 1965 Scherer estaba “fichado” como defensor de la ideología demócrata cristiana, según el reporte “El movimiento demócrata cristiano en México”, organizado en tarjetas que detallan lo que a juicio de los policías secretos era el mapa de ese movimiento en México y el mundo Ahí también se menciona a periodistas como Manuel Buendía y Miguel Ángel Granados Chapa.
En 1972 Echeverría, ya como presidente, recibía más informes, ahora sobre actividades específicas de Scherer Un oficio firmado por el agente Francisco Limón Correa el 6 de octubre supone una orden precisa en su redacción, donde se lee: “en la Secretaría de Relaciones Exteriores se encontraron los siguientes datos del señor Julio Scherer” Seguido: el número de pasaporte, lugar y fecha de nacimiento, solicitud de viaje y destino.
Las investigaciones de la DFS no disminuyeron luego del llamado “golpe a Excélsior” Siguió la mirada gubernamental en cada movimiento y también en las opiniones críticas que cualquier otro actor hiciera respecto al tema.
Apenas 12 días después de haber dejado la dirección, Scherer visitó a Cuauhtémoc Cárdenas. Siete obsesivas fotografías dieron cuenta de cada paso que dio para llegar a su vehículo al salir del domicilio del ingeniero, y el 29 de julio de 1976 en la UAM Azcapotzalco, con la presencia de 400 estudiantes y maestros –según el cálculo de la DFS–, el editorialista Froylán López Narváez presentó una conferencia titulada “El caso Excélsior”, donde culpó al gobierno de “el golpe” con el que se había destituido a Scherer y a otros cooperativistas.
Los espías del presidente registraron las críticas y hasta las bromas irónicas de López Narváez en Azcapotzalco; “narró varios chistes satirizando la persona del primer mandatario de la nación”, apuntaron en el informe, donde también consignaron citas textuales de sus palabras: “personalmente creo que este ataque fue propiciado y sostenido por el Presidente de la República; no importa que haya en esta sala agentes del gobierno grabando lo que estoy diciendo”.
Tenía razón, ahí estaban.
* Reportero de Etcétera: luchocarriedo@hotmailcom
Fuente: Proceso