Por Álvaro Cueva
Estamos ante un escándalo monumental. Jamás un concesionario de medios, como Joaquín Vargas, había acusado al gobierno federal como él lo acaba de hacer.
Jamás el mismísimo gobierno federal se había defendido de un concesionario de medios, como Joaquín Vargas, como nuestro gobierno se acaba de defender de él.
Jamás una periodista como Carmen Aristegui había aparecido como parte fundamental en una ecuación de esta naturaleza. Es una desgracia, una tragedia.
¿Por qué? Porque gane quien gane, usted y yo jamás vamos a quedar satisfechos y porque, pase lo que pase, el final de esta historia va a ser triste para todos. ¡Para todos!
¿Usted va a volver a creer en un gobierno que manejó este conflicto como lo está manejando nuestro gobierno federal? ¿Usted va a volver a creer en los empresarios después de este intercambio de dimes y diretes?
¿Qué va a pasar con la figura de los periodistas que conducen noticiarios de radio y televisión después de esta historia? ¿A quiénes les vamos a creer? ¿A quiénes no? ¿Con quiénes nos vamos a quedar? ¿Con quiénes no?
Yo tengo muchas dudas. ¿El tema de la banda 2.5 estaría igual de candente si no estuviéramos en la temporada poselectoral en la que estamos?
¿Usted y yo lo estaríamos tomando con la misma pasión si no estuviera involucrada una personalidad tan querida y tan popular como Carmen Aristegui?
¿Qué va a pasar después de este pleito? ¿Qué va a pasar con los servicios de comunicación e internet? ¿Qué va a pasar con todo el dinero que se recaude? ¿Qué va a pasar con Aristegui? ¿Qué va a pasar con MVS?
Es obvio que con los responsables por parte del gobierno de Felipe Calderón no va a pasar nada porque este problema no lo van a resolver ellos, lo van a resolver Enrique Peña Nieto y sus colaboradores.
¿Pero qué va a pasar con los demás, con los que no nos vamos cada seis años, con los empresarios, con los consumidores, con usted y conmigo?
Nadie habla de nosotros, de los ciudadanos comunes y corrientes, de las personas que batallamos para pagar nuestros servicios de comunicación, de los hombres y mujeres que tenemos tantísimos problemas a la hora de utilizar nuestras computadoras, nuestros celulares y nuestros televisores.
¿Nos van a subir o nos van a bajar los precios con o sin MVS? ¿Nos van a mejorar o nos van a empeorar los servicios si entra otra o si entran otras empresas?
Aquí todo es entre gente poderosa, todo es demasiado lejano y, por lo mismo, la única manera de asimilar este conflicto es a través de nuestras preferencias políticas y empresariales.
Estás del lado de Joaquín Vargas porque odias a ciertos políticos, a ciertos partidos, a ciertos empresarios y a ciertas empresas, o estás en su contra porque amas a ciertos políticos, a ciertos partidos, a ciertos empresarios y a ciertas empresas.
Y pues sí, es muy divertido convertir esto en un espectáculo, pero al final, gane quien gane, como siempre, usted y yo terminaremos pagando mucho por algo que a lo mejor no es tan bueno.
Por eso urge que cada uno de los involucrados modifique sus estrategias de comunicación.
No puede ser que en algo que se supone que nos compete a todos, los menos importantes seamos los “todos”, que se utilice la palabra rescate como si MVS hubiera tenido secuestrada una banda por la que, durante muchos años, se le criticó.
Es un insulto que se diga que la banda 2.5 estaba subutilizada cuando hay antecedentes de que MVS sí la quiso utilizar y cuando hay tantas cuestiones, tan importantes o más que ésta, igual o peor de subutilizadas a escala nacional.
Y ni hablemos de la parte de las amenazas, de las presiones, de los chantajes, de lo que se quiso cobrar, de lo que se quiso pagar o del: y ahora te corro y ahora te contrato a la periodista que quieras.
¿Le digo cuál es, para mí, la gran nota en este conflicto tan delicado? El poder de los medios.
Ninguna de las partes involucradas utilizó la instancias oficiales para atacarse o para defenderse. Todas, incluyendo al gobierno, utilizaron las plataformas de los medios de comunicación. ¿Le queda claro quién manda aquí?
La pregunta es: ¿existe algo por encima del poder de los medios? Si hasta el gobierno se ampara en ellos para poder existir, ¿quién resuelve esta clase de conflictos? ¿Quién es nuestra verdadera autoridad?
¡atrévase a opinar!
Este artículo ha sido publicado originalmente en Milenio: