El día en que Pablo Neruda fue enterrado por cuarta vez

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“Compañeros, enterradme en Isla Negra, frente al mar que conozco”.

Esto es lo que expresó claramente y sin rodeos el poeta chileno Pablo Neruda en su “Canto general”.

Quería descansar en paz en la más querida de sus tres casas, la de Isla Negra, un deseo se concretará este martes casi 40 después de su muerte.

Después de ser velados en el Congreso el lunes, los restos de Neruda serán nuevamente enterrados allí luego de que fueran exhumados por orden judicial en 2013.

2013
La exhumación de 2013 fue por orden judicial.

El Partido Comunista y uno de sus sobrinos habían interpuesto una querella por homicidio y asociación ilícita luego de que el chofer del poeta asegurara que este no murió de cáncer, sino que fue envenenado por agentes del gobierno militar con una inyección en la clínica donde estaba internado.

Sin embargo, la investigación no halló evidencia alguna de envenenamiento.

El premio Nobel de Literatura en 1971 murió el 23 de septiembre de 1973. Doce días antes, el general Augusto Pinochet había realizado un golpe de Estado e impuesto un gobierno de facto que duraría 17 años.

El entierro de este martes es el cuarto del poeta. BBC Mundo te cuenta cómo fueron las tres ocasiones anteriores.

1973 – El funeral del pueblo

Neruda murió en Santiago y su viuda, Matilde Urrutia, decidió velarlo en la misma casa que días antes había sido allanada por los militares: La Chascona, su hogar en la capital chilena.

Para quienes pudieron ingresar a dar el pésame, el panorama era devastador.

La Chascona
“La Chascona” fue la casa donde Pablo Neruda fue velado entre los escombros, luego de que los militares allanaran la casa días antes.

El patio de entrada estaba inundado, al igual que las piezas del primer piso por “agua que fluía de alguna parte”, cuenta el escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza en su columna “Adiós a Neruda”.

El jardín del otro lado del patio estaba lleno de escombros: papeles, libros quemados y vidrios rotos. Y dentro de la casa la situación no era mejor.

Sin electricidad, el velorio fue a la antigua, alumbrado solamente por velas y sin ninguna autoridad presente. Algo prácticamente imposible de creer un par de años antes, cuando Neruda ganaba el Nobel y era un influyente político, diplomático y precandidato presidencial del Partido Comunista.

“Aquel féretro gris, sin pompa, sin cirios, sin coronas, colocado en un extremo de la pieza y adornado sólo con dos rosas blancas que parecían cortadas de prisa, daba una sensación de soledad. Bajo el cristal, descansando sobre un raso, la cara de Neruda parecía reducida, irreal”, relata Apuleyo Mendoza.

Lo humano en aquel momento no era su cara, sino la camisa de cuadros que llevaba abierta en el cuello y el saco de tweed: una indumentaria deportiva que hacía pensar en plácidos domingos en Isla Negra”.

Pero la soledad se quedó encerrada tras las puertas de La Chascona. Porque en los cerca de tres kilómetros que la separan del cementerio general, cientos se fueron sumando en la calle al cortejo fúnebre.

Entre flores y consignas de sus compañeros comunistas, el cortejo se convirtió en quizá la primera concentración masiva en contra del régimen militar. Había pasado menos de dos semanas desde el golpe y la gente se agolpaba en la calle cantando “La internacional”.

1974 – Traslado secreto

“Mañana tristísima para un acto funeral tristísimo”, escribió el poeta Jaime Quezada, amigo de Neruda y uno de los seis asistentes a su segundo entierro “en lo más privado de lo privado”.

“Un funeral vigilado” recopila fotos y testimonio del funeral de Neruda en 1973.

Ocurrió el 7 de mayo de 1974, a menos de un año de su primer funeral.

Neruda había sido enterrado en el mausoleo de la familia de la escritora Adriana Dittborn, pero debió ser trasladado porque expresa petición de la misma familia. Neruda no era un muerto bien mirado por el régimen.

“Sobre la urna, intacta como el día primero, la bandera chilena aun sin el más mínimo deterioro. Nadie habla en ese lento y muy ritual e íntimo traslado-procesión (…) El suave chirrido de las ruedas de goma del pequeño carro mortuorio parecen decir y repetir a cada trecho: No hay soledad más grande que la muerte”.

De la opulencia de los mausoleos, el otrora premio Nobel y diplomático chileno era trasladado a un nicho en uno de los sectores más populares del cementerio, “más cerca de la tierra y del pueblo”, según Quezada.

Pero todavía muy lejos de Isla Negra.

1992 – Reconocimiento tardío

En 1990 Chile recuperó la democracia y con ella los reconocimientos previamente silenciados.

Isla Negra
Dos años después de recuperada la democracia, los restos del poeta fueron trasladados a Isla Negra, como era su voluntad.

El propio presidente Patricio Aylwin lideró en 1992 la ceremonia que cumpliría finalmente con el sueño de Neruda: descansar en Isla Negra.

Fuente: BBC

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