LA JIRAFA, EL CUADRO Y LAS CENIZAS
(O de cómo dos teiboleras se robaron las cenizas de Juan Gabriel)
Por Miguel Ángel Chávez Díaz de León
Si lo hacemos. Todo tiene que ser perfecto. Porque en la última chingadera que planeamos Raquel se nos desangró en la casa del Infonvit y a Francisco lo tuvimos que abandonar enfrente de ese Bancomer. Triste. Le metieron tres balazos y murió. Dijo Sofi, mientras se teñía el cabello.
Sofi es la cabeza. No se hace nada si ella no da la orden.
Ella trabaja y baila en el Amadeus. Su par de tetas son las mejores de los pocos teibols que quedan en Ciudad Juárez. Desde hace dos años son la atracción de todas las noches. Siempre sale a la pista a las doce en punto, en medio de una nube de humo. Tiene que ser a la media noche exactamente, si no se molesta y prefiere no salir a desnudarse. Es supersticiosa y se cree princesa.
En el Amadeus… El Templo del Placer / Hora feliz todos los días de 9 a 10 solo en cervezas y licor nacional / le pagan 500 pesos por bailar solamente dos melodías. Inicia con cualquier canción de los Creedence… se quita las pantaletas a la primera melodía siempre; para la segunda pieza elige a los Doors y es justo cuando se despoja de cualquier cosa que traiga y libera sus esplendidos senos. Si eligió L.A. Woman es que anda muy excitada. Es predecible.
Las otras chicas tienen que salir a bailar hasta en tres ocasiones… y es tradición que en la primera canción se descubren los pechos, dejando para la segunda, las nalgas y el pubis. Ganan 50 pesos por rola, más se llevan el 40 por ciento por cada ficha y propinas libres.
Sofi es encabronadamente bella, representó a Juárez en Nuestra Belleza Chihuahua 2010. La patrocinaba el dueño de una cadena de refaccionarias. Ese padrino fue el mismo cretino que la convenció de que se metiera a trabajar de bailarina cuando tenía 26 años. Simplemente se cansó de tenerla y mantenerla como amante.
‘’Ya va siendo hora de que te ganes la papa con tu cuerpecito’’, le dijo el señor Anchondo. En los primeros seis meses Sofi solo bailaba y fichaba. Después, ya liberada de ese yugo, empezó con los bailes privados y acostarse, por su cuenta. Ella ama a todos los que quieran pagarle 100 dólares por cogida. Sus senos los valen. Son ya un mito en el Amadeus de Ciudad Juárez.
En el último asalto que cometieron todo iba bien. Hasta que un policía encubierto entró en escena, las siguió hasta afuera del banco, descargó su 9mm y le pegó a Francisco. Murió de inmediato con un tiro en el rostro y dos en el pecho. Y Raquel nunca las enteró de que le habían dado en el vientre, hasta que llegaron a la casa anaranjada.
–Si vamos hacer esto Sofi. Nos vamos meter en una broncota. Mejor hay que pensarla bien. Si fallamos, deja tu que nos atrapen y nos manden a un cereso, sino que todo mundo se va a burlar de nosotras y pa’ acabarla de chingar vamos hacernos famosas mundialmente, por una pendejada. La neta no sé si entrarle.
–Está fácil Micaela. No te angusties. Ya la pensé bien. Esta todo relax. Nada puede salirnos mal. Además, acuérdate que esto es Juárez. La poli y los estatales están bien pinche pendejos… Lo de Bancomer fue pura chiripa que llegara ese ‘encubierto’. Sí perdimos a Raquel y a Francisco y me duele un madral, pero nos llevamos 900 mil pesos y 47 mil dólares.
Micaela también es bailarina. Ella es una veterana de 30 años del Jocker. Es una gordibuena muy cachonda. Las dos se conocieron una madrugada que devoraban menudo en La Choza, del Paseo de la Victoria.
Las dos había llegado solas, cada una en su carro después de haber estado con clientes en hoteles cercanos al consulado americano.
Sofi empezó a escanearla con lupa. Micaela hasta pensó que estaba siendo acosada, visualmente, por una lesbiana. Pero no. Cuando las dos se pararon al mismo tiempo para ir a pagar la cuenta a la caja. Se saludaron y se sorprendieron porque las dos traían faldas ajustadas y peligrosamente cortas. En el estacionamiento, mientras Micaela buscaba las llaves en su bolsa clon marca Michael Kors, Sofi le preguntó: ‘’¿A qué te dedicas y tan noche?’’… Con un tono irónico.
– Bailo en un centro nocturno. Le contestó Micaela sin titubear.
– ¡Ah! eres puta, ¡igual que yo! Dijo Sofi.
De las dos salieron carcajadas.
Esa madrugada se quedaron charlado sobre el ambiente en sus respectivos teibols e intercambiando anécdotas y compartieron tips. Desde entonces son amigas inseparables.
Tanto que ahora rentan una mansión en Bosques del Valle. Un fraccionamiento muy exclusivo del Camino Viejo a San José y tienen como vecino de al lado al pendejete del Gobernador de Chihuahua.
El primer robo que cometieron las bailarinas exóticas fue en una residencia del Campestre. Era una casa ubicada en la avenida principal, Sofi ya la conocía por dentro. Ahí había ido acompañando al señor Anchondo, su amante. Fueron a festejar a Renato Macías, un compadre de Anchondo, empresario muy conocido en la comunidad, dueño de una docena de estaciones de gasolina.
En esa residencia vivía el señor Gasolina. Su familia se había ido a vivir a El Paso, Texas, en busca de tranquilidad.
Pocos sabían que Macías era un confiable lavador y le blanqueaba millones de dólares a los del Cártel del Desierto y hora lo hacía para el Cártel de la Sierra.
Todos los invitados a ese cumple llevaron a sus nalguitas. Sofi fue la más admirada… y codiciada. Sus senos llamaron la atención in so facto.
Dos meseros se paseaban entre los invitados, con dos charolas, ofreciendo ochos de coca, pastillas psicotrópicas, churros bien hechos y viagras por si alguien requería.
No escatimaron en diversión. Alcohol importado. A Espinoza Paz lo trajeron para que cantara seis canciones, y amenizó toda la noche la agrupación Calibre 50.
Y ahí Sofi vio muchas cosas.
El señor Anchondo durante el aquelarre, borracho y coco, la subió al segundo piso. Buscó la recámara de su compadre y ahí intentó cogérsela, pero se quedó dormido con los pantalones a medio bajar.
Ella se alegró mucho y se puso a husmear en la recámara. Luego se fue a explorar otras habitaciones. Prefirió saciar su curiosidad que volver a la fiesta. No quería lidiar con ningún pendejo. Anduvo papaloteando, siguió caminando lento por un pasillo, abrió otra puerta. Encontró un salón de juegos y vio sobre una mesa de billar montones y montones de fajillas de billetes de a 100, 200 y 500 pesos, y otras de 5. 10, 20 ,50 y de a 100 dólares. ¡Mucho dinero!
Atónita, pero no estúpida. Delicadamente tomó una faja de los de a 500 y se la guardó delicadamente en la parte baja de sus pantaletas azules como el mar océano. Y volvió con el señor Anchondo que seguía soñando. Lo besó delicadamente para serenarse y para despertarlo delicadamente e irse de ahí. Ya sola, rumbo a su casa, con delicadeza contó 20 mil pesos que nunca fueron echados de menos.
Y Sofi supo que en esa casota había dinero a montones. Tanto que quizá sus dueños no sabían cuánto había. A ella no le importaba si ese dinero era de las ganancias de las gasolineras o pertenecía a sus amigos los narcos. Lo que más le llamó la atención es que no había cámaras ni nadie cuidando ese dineral.
Así supo que debía planear un robo, delicadamente de primer nivel.
El trabajo fue sencillo. Pues Renato Macías de 63 años, se creía galán y ‘’caimebien’’; se cogía a algunas gerentes de sus gasolineras y a mujeres que frecuentaban la cantina más grande de Juárez, el San Martin. Eran mujeres cuarentonas o cincuentonas que buscaban acción en la cantina más grande de Ciudad Juárez. Muchas de estas rucochavas, eran de El Paso.
Sofi y Micaela lo estuvieron zorreando y tomando apuntes se sus movimientos y rutinas. De lunes a viernes dormía en su residencia del Campestre y el sábado y domingo hacia vida hogareña con su obesa esposa que se creía gringa. Y la señora Macías sabía bien que Renato era muy mujeriego, y le valía, porque sus tarjetas de crédito se deslizaban perfectamente en los malls de Houston o San Antonio y en los casinos de Las Vegas.
Un mes les bastó para decidirse a dar el golpe.
En el San Martin, Micaela lo atrajo como mosca. El idiota se puso de a pechito. Invitó a Micaela a su caserón. Micaela lo durmió. No batalló; había consumido mucho whisky y antes de que se recuperara con cocaína y viagra, logró darle una pastilla muy efectiva para inducir el sueño. Sofi estaba afuera de la residencia esperando la señal. Renato Macías no usaba guardaespaldas. ¿Quién se iba a atrever a robarle al señor gasolineras? ¿Quién se animaría a robar en una residencia ostentosa de la avenida principal del Campestre?
Se llevaron 800 mil dólares y 7 millones de pesos. Sin armas, sin violencia, solo usando las nalgas de Micaela, el cerebro de Sofi y tres mochilas deportivas.
No hubo consecuencias. Pues Macías amaneció muerto tirado en el Camino Real, tres días después. Al galán lo torturaron hasta dejarlo desfigurado y sin dientes. El PM, el vespertino policiaco, había sugerido que lo mataron los del Cártel de la Sierra, porque le dejaron esta cartulina grapada en el pecho: ‘’Por querer pasarse de lanza. A este culero se lo llevó la verga: Atte: Sus amigos’’.
Y así fue el primer robo de las dos teiboleras. Eran más cabronas que bonitas.
Ocho años atrás, cuando Sofi tenía 18 años, fue novia de Ismael, hijo del mejor fabricante y vendedor de botas vaqueras de la ciudad. A Ismael le decían ‘’El exótico’’ desde chamaco, porque vendía botas de pieles exóticas muy baratas, sustraídas de los talleres de su padre.
De las botas paso a contrabandear las pieles y de ahí brincó a surtir animales exóticos y en peligro de extinción a narcotraficantes y gente pudiente y mamona y a uno que otro famoso… estrafalario.
En ese tiempo, al ‘’Exótico’’ le habló un amigo para conectarlo con otro amigo que resultó ser secretario particular de Juan Gabriel.
El señor Juan Gabriel me encargó una jirafa, para los jardines de su mansión de la l6 de septiembre. Me dijeron que tú eres el hombre indicado’’, dijo el secre.
La residencia del cantautor de ‘’No tengo dinero’’, es una antigua residencia de tamaño descomunal, rodeada de jardines y una casa donde vivía la servidumbre. La finca ocupa toda una cuadra en el Centro Histórico de Ciudad Juárez.
Al mes una jirafa macho, de 50 mil dólares, entraba a los jardines de Juan Gabriel.
Y Sofi acompañó a el ‘’Exótico’’ y a unos amigos, que entregaron la carga. A las dos de la mañana, llegaron por una de las puertas traseras. Transportaron a la jirafa en un remolque especial, halado por una Ram 3500.
La jirafa solo duró seis días adornado los jardines de la casa de JuanGa, porque se volvió loca; tumbó varios árboles, deformó mucho las grandes rejas y empezó a destruir los grandes ventanales de la mansión. Un veterinario dictaminó que la jirafa se comportó así, porque estaba en celo y desesperada.
El secretario de Juan Gabriel tuvo que darle al ‘’Exótico’’ 20 mil dólares para que se despareciera a la jirafa. El ‘’Exótico’’ acepto el nuevo encargo. Tranza como él solo, hizo unas llamadas y con la mano en la cintura se la donó al Municipio de Juárez. (Desde entonces es la atracción de niños y grandes del Parque Central… le tuvieron que eliminar los testículos).
Ese gran favor sirvió para que naciera una amistad entre el ‘’Exótico’’ y el secretario del cantante, que era muy dado a realizar grandes fiestas secretas en la mansión, pues Juan Gabriel pocas veces visitaba Juárez.
Y a esos despapayes con drogas, alcohol, maricones, putas, y mariachis iba Sofi, con la esperanza de conocer al Divo de Juárez.
Varias veces, Sofi se paseó a sus anchas por toda la mansión, por la casa de las sirvientas que ya estaba semi abandonada y por los jardines, esperando a que los inquilinos e invitados se recuperaran y despertaran, después de las francachelas. Así fue como Sofi conocía bien los movimientos y los puntos débiles de la casa de Juan Gabriel. Era observadora y todo se le grababa.
Sofi le comunicó a Micaela que iban a robar en la casa de Juanga, aprovechando el caos que se vivía en sus propiedades por la muerte del Divo de Juárez; y que en esos momentos nadie se podía imaginar que alguien se metiera a robar a una de sus casas y menos a su lujosa mansión de la 16.
Ahorita es cuando. En la madrugada solo hay un velador, cuidando la enorme residencia. Sus familiares ya están en Miami. No hay guardias de seguridad’’, le explicó Sofi a Micaela.
Las bailarinas planeaban robar el retrato que le había pintado Diego Rivera de María Félix y que adornaba la sala principal. La pintura estaba arriba de la chimenea.
Esa pintura vale al menos, 10 millones de pesos –le dijo seriamente Sofi a Micaela, como si fuera una experta en la obra de Diego Rivera- No tiene pierde. Nada más participaremos tu y yo. Hay una puerta en la parte de atrás que fácil podemos violar, que da a la casa que usaba la servidumbre. Desde ahí sorprendemos al velador que ya está bien ruffles, que vigila desde los jardines. Lo amarramos o lo desmayamos, entramos a la mansión, nos dirigimos a la sala principal, bajamos a La Doña y patitas pa’ que las quiero. Salimos por donde entramos, lo echamos atrás de una pick up y colorín colorado.
Tú la dibujas bien peladita, dijo Micaela.
¡Pues si burra! Si nos agarran decimos que somos unas fanáticas de JuanGa y que queríamos llevarnos un recuerdito de nuestro Divo.
El 6 de octubre llegaron las bailarinas exóticas a la callecita de atrás de la residencia. Eran las cuatro de la mañana. La puerta, como dijo Sofi cedió con unos empujones, ya estaba muy vieja. No hubo necesidad de usar una pequeña barreta.
De la casa de la servidumbre, salieron a los jardines de atrás, y esperaron a que pasara el velador, que efectivamente era un viejito. Al ver a las dos mujeres con máscaras de La Parca, cayó solito. Le dio un infarto fulminante. Micaela le echo la bendición.
–No te agüites ya estaba más allá que pa’ ca. Ya dejó de sufrir’’.
–¡No seas cabrona Sofi! Ha de tener nietos… una viejita que lo espera’’.
–Está bien. Está bien, pero hay que darnos carrilla’’.
Se dirigieron a la puerta trasera de la mansión. La puerta, que daba a la cocina, no tenía seguro, Sofi notó que había café recién hecho en la cafetera.
Pobre anciano, no se tomó su ultimo café. Exclamó Micaela acongojada.
Las luces de toda la mansión estaban encendidas. A Juan Gabriel lo tenían chiplón; no pagaba luz, agua, gas ni predial. Era el consentido del Gobernador. Incluso se decía que eran novios.
Sofi de inmediato se dirigió, sin titubear a la sala de la gran chimenea. Y casi se desmaya cuando vio que no estaba la pintura de Diego Rivera.
En lugar del Rivera, una foto descomunal del autor de ‘’Amor Eterno’’. La imagen era en blanco y negro y se veía a Juan Gabriel muchachito, cantando en un centro nocturno. Tenía un nombre: ‘’Noa-Noa 1970’’.
–¿Y dónde está La Doña?, ¡pendeja!
–Aquí estaba. Estos desgraciados la movieron, dijo Sofi, que de inmediato se puso a recorrer todo el caserón.
Dos mujeres con máscaras de La Parka se veían muy surrealistas recorriendo desesperadas, bucando a La Doña, por toda la mansión.
Sofi estaba encabronada, echaba lumbre.
Bajaron al sótano. Encontró de todo (muebles antiguos, discos de oro y platino, reconocimientos, vestuario; trajes chillantes y coloridos del Divo… menos la obra de Diego Rivera que valía 10 millones de pesos.
Me falló el plan. Los hijos de JuanGa se la han de haber llevado a Miami pa’ venderla. ¡Qué buitres!
¡Pues si!.. Como seremos malditas. El ruquito pagó los platos… Ya vámonos, se nos puede aparecer Juan Gabriel… Eso pensé cuando vi la urna con sus cenizas. Me imaginé a JuanGa saliendo de la cajita como si fuera un genio saliendo de la lámpara maravillosa.
Sofi carburó.
Como seremos brutas. ¡Vamos a llevarnos las cenizas de Juan Gabriel!
¡No pinche loca! Qué vamos hacer con ellas. Además, eso ha de ser pecado. Mejor vámonos ya antes de que nos descubran.
Las dos Parkas volvieron al gran salón con la chimenea. Sofi tomó la urna metálica de color dorado y las letras JG que tenían lentejuelas y pedrería incrustadas.
El Divo no pesaba tanto. Pesaba lo mismo que un kilo de tortillas o un kilo de coca o de tierra.
Polvo eres Juan y en polvo te convertiste Gabriel. Dijo Sofi mientras se persignaba y tomaba la urna dorada.
Micaela temblaba, como cada vez que tenía que masturbar a un fulano en el Joker… ‘’El lugar donde tenemos las mujeres más sensuales de la frontera al alcance de tu mano’’ (Anuncio).
Sofi se quitó la sudadera negra y con ella envolvió al Divo.
Sigilosas y cuidadosas salieron de la mansión, atravesaron el jardín, entraron a la casa trasera y se perdieron en la noche de Juárez.
Cuando llegaron a su casa, colocaron las cenizas arriba del refrigerador junto a los cereales.
Vas a ver el pedo mundial que se va armar.
¡Y que ganas wey! ¿Te vas hacer una malteada o un pinche café negro todas las mañanas con eso?
No Micaela. ¡Piensa! Vamos a pedir rescate por las cenizas de Juan Gabriel. Son más valiosas que el Rivera. Espérate a mañana que se sepa que se robaron las cenizas de Juan Gabriel. Saldrá en todos los periódicos y en las noticias. Hasta el pendejo del Presidente de la República va a ofrecer una recompensa. ¡Vas a ver! No ves que el pelele se quiere ganar el cariño del pueblo.
Estas bien pinche loca Sofía.
Al día siguiente nada. Sofi se pasó viendo los noticieros y compró el PM y nada. Ni siquiera se mencionó la muerte del velador.
Pasó una semana… dos… noviembre; y nada.
El primero de diciembre, Sofia estaba leyendo el Diario de Juárez y se topó con este desplegado, a dos planas y a todo color:
‘’Se invita al público en general a que asista a la inauguración del Museo de Juan Gabriel. Donde, por fin, los miles de fans del Divo de Juárez podrán honrar y venerar todos los días, la urna con las cenizas del hijo predilecto de Ciudad Juárez’’.
Al centro, una foto de la chimenea con la urna y de fondo el cuadro de La Doña que Diego pintó.
Sofi se quedó pasmada viendo el refrigerador, la urna y los cereales.
Y dijo en voz alta: ‘’Los hijos de Juan Gabriel son unos hijos de la chingada’’.
FIN