Con el derribo del helicóptero de las fuerzas armas mexicanas, el 1 de mayo pasado en Villa Purificación, el Cártel Jalisco Nueva Generación no sólo tumbó con un misil la primera aeronave militar en la presente lucha contra el crimen organizado sino que echó abajo a un grupo secreto de militares de la Defensa Nacional conformado por elementos altamente especializados conocido ahora como el GAFE de Alto Mando.
Por Arturo Rodríguez García/ Proceso
El Cártel de Jalisco Nueva Generación golpeó, pues, no sólo una aeronave militar, sino a lo más granado de las fuerzas especiales, es decir, a los soldados entrenados en las academias más prestigiosas del mundo, lo mejor de lo mejor de las Fuerzas Armadas, según jefes militares consultados por Proceso.
El GAFE del Alto Mando realiza las operaciones de enorme riesgo e impacto, mientras que otros cuerpos especiales o agrupamientos de las diferentes armas (caballería, infantería, artillería, etcétera) prestan apoyo táctico en acciones coordinadas.
Esa unidad suele ser la encargada de capturar a los grandes capos del crimen organizado y tiene la capacidad para enfrentarse a escoltas que poseen un inmenso poder de fuego. Inclusive, en ocasiones ha sido enviada a detener a integrantes del Ejército que han cometido delitos pero que son queridos y apoyados por las tropas. Su fama es tal que cuando oficiales y jefes de otras fuerzas especiales hablan de ellos, lo hacen con una mezcla de miedo y admiración.
Pocos saben quiénes integran el grupo, y el Ejército jamás ha divulgado los operativos en los que participa.
De acuerdo con las fuentes militares consultadas, el GAFE del Alto Mando sólo responde al comandante supremo de las Fuerzas Armadas, es decir, al presidente de la República, así como al secretario de la Defensa y al comandante del Cuerpo de Fuerzas Especiales del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana, el general Miguel Ángel Aguirre Lara.
Aguirre fue quien pronunció el discurso de homenaje a los militares que murieron en la Operación Jalisco. El acto se realizó en la explanada de la Fuerza Especial de Reacción, en el Campo Militar No. 1-A.
Hasta entonces, los comunicados de la Sedena no aludían a la condición de soldados de élite de los 18 elementos que iban en el helicóptero derribado. Fue precisamente en ese encuentro cuando Aguirre lo reveló, al dirigirse a Enrique Peña Nieto:
“Como comandante del Cuerpo de Fuerzas Especiales del Ejército y Fuerza Aérea, y en representación de quienes con honor y lealtad vestimos el uniforme de la República, agradecemos su presencia en esta ceremonia de homenaje a nuestros compañeros caídos.”
La formalidad de la ceremonia revela la significación del grupo afectado: Asistieron Peña Nieto y los 10 miembros de su gabinete, incluidos los secretarios de la Defensa y de Marina. El acto fue inaccesible para la prensa y ni siquiera se dejó entrar a personal de la logística presidencial. Tan cerrado fue el encuentro que ni siquiera se dio acceso al Centro de Producción de Programas Informativos Oficiales (Cepropie), que documenta todas las actividades públicas del mandatario.
RAZÓN DE SER
En los boletines y fotografías difundidos por la Presidencia de la República la noche del miércoles 6 se evitó revelar la identidad de los caídos y sus allegados. Al contrario de lo que ocurre con todas las actividades militares oficiales, de las que se difunden imágenes sin alteración alguna, en las que distribuyeron alusivas al homenaje no se mostraron rostros de soldados ni de las familias en duelo. Los que aparecían se difuminaron.
Esto tuvo una razón de ser: el 16 de diciembre de 2009, el grupo FES de las Fuerzas Especiales de la Marina Armada de México —agrupación entrenada por el Comando Norte estadounidense— acribilló al capo Arturo Beltrán Leyva, “El Barbas”, en Cuernavaca. En la operación murió el marino Melquisedec Angulo Córdova.
La Marina, que había exhibido el cuerpo de Beltrán Leyva con los pantalones abajo y dinero encima, honró públicamente al marino de élite muerto. La consecuencia fue que un comando, presuntamente de Los Zetas, llegó al domicilio de la familia del militar en Paraíso, Tabasco, y asesinó a tiros a su madre, dos hermanos y una tía.
Desde entonces, ningún soldado o marino de élite había recibido un homenaje, mucho menos encabezado por el presidente. A diferencia de lo ocurrido con Melquisedec, esta vez no se difundieron nombres ni datos personales de las víctimas.
El mismo 1 de mayo, la Sedena emitió un comunicado en el que informó que el helicóptero Cougar matrícula 1009 que resultó derribado realizaba “reconocimientos aéreos”. Presentó el ataque casi como una eventualidad que ocasionó un “descenso de emergencia”.
La versión se mantuvo en los comunicados posteriores. Sin embargo, el martes 5, el periódico El Universal publicó una fotografía de los restos calcinados del helicóptero, distribuida por la agencia Cuartoscuro: Había pasado algo más grave que un “aterrizaje de emergencia”.
Pese a la evidencia, ese día los boletines oficiales sólo informaron que los tres militares reportados como desaparecidos estaban en realidad muertos, con lo que en ese momento se llegaba a un total de seis soldados de élite fallecidos.
En ningún comunicado se volvieron a mencionar las tareas que realizaban los tripulantes y el resto del personal. Los militares consultados por este semanario —entre ellos, comandantes de Fuerzas Especiales— explicaron que el GAFE del Alto Mando no realiza vuelos de reconocimiento, pues sus operaciones son de alta precisión, con soporte de inteligencia y apoyo logístico por tierra y aire.
Inclusive detallaron que los tres soldados que originalmente fueron reportados como desaparecidos en realidad habían bajado a rappel del helicóptero Cougar —que estaba suspendido en el aire y no desplazándose—, y que se preparaba el descenso del resto del personal para continuar la operación, presuntamente para capturar a Nemesio Oseguera, “El Mencho”, líder del Cártel de Jalisco Nueva Generación.
(Reportaje que se publica en la revista Proceso 2010, ya en circulación)
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