- Las denuncias de homofobia crecen en el gigante sudamericano. Los activistas gays y la iglesia evangélica encarnan los dos polos de la discordia
A las nueve de la noche, medio Brasil suele detenerse. La novela de esa hora, tradicional desde hace años en la omnipotente televisión Globo, es capaz hasta de cortar la luz en algunas favelas por la cantidad de gente que ve el televisor al mismo tiempo. Camareros y clientes se abstraen igual de embobados con la tele de turno. El episodio final del último de los culebrones, “Amor à vida” fue más allá de su condición de fenómeno televisivo y se convirtió en un símbolo histórico de ruptura de tabús y prejuicios: por primera vez, dos protagonistas del mismo sexo se besaron en una ficción de esta dimensión.
En un momento de intensa actividad de los colectivos LGBT (Lésbico, Gay, Bisexual y Trans) en un país que recibe denuncias diarias de homofobia, el gesto tiene una gran importancia en cuanto a la aceptación de la homosexualidad en la vida cotidiana y la ruptura de un tabú perpetuado por las novelas televisivas, si bien existen otros precedentes en culebrones de menos repercusión que el del ‘prime time’ de Globo, que contó en este episodio con un 44% de audiencia.
“Es un marco importante en cuanto a ruptura de paradigmas y apertura para la sociedad, una demostración de convivencia entre personas diferentes. El mundo es para todos. Creo que la novela consiguió decir esto, aseguró el escritor del seriado Walcyr Carrasco. Eran las 23.07 de la noche cuando Félix y Nico, interpretados por los actores Matheus Solano y Thiago Fragoso, se besaron rompiendo una regla no escrita que perduraba en los 61 años de tradición con los que cuentan estas telenovelas.
La cabeza más visible de la lucha gay, el diputado Jean Wyllys (del PSDB), expresó su emoción en las redes sociales. “A chuparla los reaccionarios, estamos evolucionando. Hoy es un día histórico”, afirmó el parlamentario, que ganó el Gran Hermano de Brasil en 2010, un par de años antes de lanzarse a por la legalización del matrimonio homoafectivo en el país. “Fue una gran conquista ganar el concurso. Creo que muchos homosexuales se liberaron, en sus casas, a raíz de que yo ganara. Después, la fama del cotilleo me parecía demasiado superficial. Así que preferí utilizar mi visibilidad para entrar en política y ayudar a mis reivindicaciones”, contó en entrevista con El MUndo.
Wyllys ha liderado un movimiento que tiene en el otro lado del ring a la iglesia evangélica, principal opositora al reconocimiento del matrimonio homosexual. Cuando en marzo del pasado año el pastor Marco Feliciano fue nombrado presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento (de la que el propio Jean Wyllys formaba parte), la polémica entre ambos bandos alcanzó su punto álgido y, de hecho, las manifestaciones contra la homofobia y contra Feliciano fueron las más importantes antes de que la población se echara masivamente a las calles en junio para protestar contra la calidad de los servicios públicos y la corrupción de la clase política del país. Antes de ocupar dicho cargo, Feliciano había asegurado que el amor homosexual “despierta el odio y el crimen” y entre sus proyectos de ley presentados estaba el de legalizar la cura de la homosexualidad si los pacientes lo pedían a los psicólogos, aceptando la idea de que es una enfermedad o trastorno. Ayer, tras la emisión del programa, aseguró que un beso así le habría preocupado en horario infantil, pero no por la noche y ante un público adulto.
El pasado 17 de enero, el presunto asesinato por motivaciones homófobas de un joven en las calles de São Paulo (que la policía había calificado de suicidio sin suficientes pruebas), indignó a cientos de manifestantes a echarse a las calles contra la homofobia y por la justicia. La investigación del crimen aún está abierta.
Según un informe elaborado por el gobierno, las denuncias por homofobia aumentaron un 166% en 2012, pasando de 1.159 en 2011 a 3.084. Otro estudio llevado a cabo por el Grupo Gay da Bahia (GGB) apunta a que 338 personas pertenecientes al colectivo LGBT fueron asesinadas en ese mismo año, lo que supone un aumento del 27% con respecto a 2011 (266). Besarse en la calle, como hicieron Félix y Nico en las pantallas, es un gesto que la mayoría de homosexuales ni tan siquiera se plantean. Por vergüenza y por miedo.
Fuente: El Mundo