Con 20 patrullas y una vieja tanqueta policías estatales persiguieron a triquis. La violencia estalló un día después del “No me conoces”, del subsecretario Luis Miranda
Por Olga Aragón y Javier Cruz
Nuevo San Juan Copala, BC.— Todo empezó muy de madrugada, todavía a oscuras. A las puertas de Rancho Seco, uno de los grandes campos agrícolas del valle de San Quintín, un grupo de jornaleros aliancistas intentaba convencer a otros de no entrar a pizcar jitomates.
En esas estaban cuando apareció el dueño –de apellidos Ruiz Esparza– y llamó a la policía. Eran casi las cinco de la mañana. Veinte patrullas de la Estatal Preventiva –con seis elementos en cada una de ellas, disparando balas de goma– y una tanqueta antimotines, conocida como El Tiburón, iniciaron la persecución por todo Nuevo San Juan Copala, la colonia de jornaleros de origen triqui, originarios de Oaxaca, situada a un lado de Rancho Seco.
Entraron en las casas, golpearon a mujeres, jóvenes y niños (algunos aún dormidos). Cuando los reporteros empezaron a llegar, a las 8:30, todavía había mujeres gritando por las calles de tierra que estaban atacando a sus hijos. Otras, que ya habían salido a trabajar a los campos volvían a ver lo ocurrido. Marisela encontró en su casa a un joven desconocido que sangraba y tenía impactos de bala de goma en la espalda. Su hijo, un adolescente de 16 años, no estaba. En su casa había sangre y destrozos.
Isidro Caballero estaba tomando su café y no había dado el segundo sorbo cuando siete policías entraron en su casa y lo golpearon con toletes. En el suelo le dispararon balas de goma. No se llevaban a nadie, sólo llegaron a golpear, comentó una vecina de Isidro que salió al escuchar los gritos y el alboroto.
En ese momento se hablaba de cinco mujeres detenidas y el rumor de tres jornaleros muertos. Incluso los dirigentes de la Alianza de Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social hablaban de esa cantidad de muertos.
Con cara de susto e indignación, y armados con piedras y palos, decenas de jornaleros empezaron a perseguir a los policías. Alcanzaron dos patrullas y las quemaron. Otro grupo de trabajadores agrícolas se fue hasta la comandancia de policía de Nuevo San Juan Copala, en busca de los detenidos y tomó las instalaciones. No estaban ahí. Un par de horas más tarde la policía se hizo con el control de sus instalaciones sólo para abandonarlas un rato después. Ya con los agentes en retirada, un grupo de jóvenes rompió lo poco que quedaba y quemó el local completo.
También quemaron El Tiburón, una vieja tanqueta que de vez en vez la Policía Estatal Preventiva paseaba por San Quintín como para intimidar a los jornaleros. Gerardo iba saliendo de su casa, los policías que iban en El Tiburón intentaron atropellarlo –eso dijeron los vecinos–, lo que provocó indignación y le prendieran fuego al vehículo blindado.
Así amaneció el sábado en Nuevo San Juan Copala –ubicado a 22 kilómetros del centro de San Quintín– en medio de gritos, toletazos y balas de goma.
En esta región la vida empieza a las 4 de la mañana, cuando los camiones de los campos agrícolas –donde se producen fresas, coles de Bruselas, arándanos, jitomates, calabazas y toda una gama de productos para el mercado estadunidense– pasan por las colonias recogiendo a los trabajadores.
El viernes también había sido intenso para los jornaleros. El subsecretario de Gobernación Luis Miranda Nava canceló la cita que tenía con la mesa de diálogo en San Quintín, donde se discuten las demandas de miles de trabajadores del campo, entre ellas poder descansar un día a la semana, que les permitan organizarse en su propio sindicato –la Confederación de Trabajadores de México (CTM) tiene contratos de protección con los grandes agricultores– y Seguro Social, entre otras prestaciones.
Cuatro mil jornaleros se quedaron esperando al funcionario de la Secretaría de Gobernación, quien argumentó que no tenía en qué trasladarse a San Quintín y pidió lo esperaran para el martes 12 de mayo. Entonces, Fidel Sánchez, uno de los líderes alianciastas, respondió al funcionario que ahí se quedarían, frente al Centro de Gobierno regional (la oficina del gobierno estatal), a esperarlo. El funcionario advirtió a Sánchez: No me conoces.
Al final no pudieron quedarse. Llegó un grupo armado con piedras y bloqueó la carretera Transpeninsular (que une las dos Baja Californias), dañaron los vehículos que circulaban por ahí y provocaron tensión. Justino Herrera, dirigente de los jornaleros de origen triqui, pidió a todos a ir a sus casas para evitar que los confundieran con los provocadores, identificados como gente enviada por la CTM.
Nuevo San Juan Copala se ubica a unos 178 kilómetros de Ensenada y a unos 3 kilómetros adentro desde la carretera Transpenisular. Está en la delegación Vicente Guerrero. Aquí viven unas 10 mil familias de jornaleros, la mayoría desde hace varios años. Son el núcleo más grande, formado en su mayoría por triquis que llegaron de Oaxaca como jornaleros temporales.
Fuente: La Jornada
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