A Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, le tomó unos 15 minutos recorrer el túnel por donde escapó por segunda vez de una prisión de máxima seguridad de México.
La recobrada libertad del capo apenas movió el escenario del tráfico de drogas en la región.
Pero al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto la fuga representó “un golpe gigantesco” en su imagen.
En poco tiempo, la imagen del mandatario, que ya iba en descenso según encuestas, se ubicó en el nivel más bajo en décadas para un presidente mexicano, coinciden especialistas.
Algunos incluso ven difícil que pueda recuperarse en los 3 años que restan de su mandato.
Un panorama que contrasta con el negocio del narcotráfico.
El mapa de los carteles se mantiene igual que antes de la fuga de El Chapo ocurrida el 11 de julio de 2015, afirma el especialista Ioan Grillo.
“El cartel de Sinaloa era muy fuerte y sigue siendo fuerte, la marca sigue ganando”, le dice a BBC Mundo el periodista y autor de varios libros sobre el tema, el más reciente Gangsters Warlords.
Los ganadores
En febrero de 2014, cuando Guzmán Loera fue encarcelado por segunda vez, los carteles de las drogas vivían un período de relativa estabilidad.
Después de la cruenta guerra iniciada por el expresidente Felipe Calderón, que costó la vida a más de 70.000 personas, las organizaciones delictivas redujeron la disputa por nuevos territorios.
“Seguía la violencia, pero sin disputas territoriales fuertes como otros años”, explica Grillo.
El Cartel de Sinaloa, encabezado entre otros por El Chapo, fue el principal ganador de la guerra.
Desde 2012 es considerado el mayor grupo de narcotráfico de América Latina, según la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, en inglés).
La detención de Guzmán Loera no alteró su negocio, entre otras razones porque la organización cuenta con una estructura muy vieja y experimentada.
El cultivo de estupefacientes en Sinaloa se remonta a la década del 40 del siglo pasado. Y la creación del cartel se ubica en la década de los 80.
Conocimiento y estructuras que no cambiaron durante el año y cinco meses que Guzmán Loera estuvo en prisión.
Emblema
En esa añeja estructura, el capo juega un papel importante pero no fundamental para su existencia.
“El Chapo Guzmán tiene un valor más emblemático que a nivel operativo”, señala Ioan Grillo.
“Pero es una figura emblemática superfuerte, le da mucho ánimo a su gente”.
De hecho el nombre del narcotraficante suele utilizarse como bandera en la disputa de rutas de tráfico.
En algunas zonas del noroeste del país son frecuentes los mensajes de no meterse con El Chapo junto a cadáveres abandonados.
“No es que mate a toda esa gente sino que lo usan como emblema del cartel”, señala el especialista.
“Cuando estuvo preso funcionaba completamente bien, incluso la imagen de El Chapo Guzmán era fuerte”.
Una percepción que parece fortalecerse tras la fuga. Ahora “el mito crece, se pone al nivel de Al Capone y Pablo Escobar”.
“No es cuestión de cuántos dólares tiene, cuántos kilos de droga mueve o cuántas personas mataron, es cuestión de fama”.
El costo de la fuga
La situación es distinta para la imagen del gobierno mexicano, señala Roy Campos, director de la empresa de opinión pública Consulta.
Los tres mejores momentos del gobierno de Peña Nieto, explica, fueron la firma del Pacto por México con los principales partidos políticos.
Luego la promulgación de reformas constitucionales y enseguida la captura de El Chapo.
En los dos primeros han ocurrido dificultades, pero la fuga de Guzmán Loera tuvo costos de imagen muy elevados.
¿Por qué? “Nuevamente mostró corrupciones”, le dice el especialista a BBC Mundo.
“El asunto de la fuga no es porque la gente diga ‘me da miedo, va a venir El Chapo y me va a matar’, sino porque es la muestra nuevamente de la corrupción”.
Según Consulta, la captura del capo representó 2 puntos de aprobación al presidente Peña.
Pero la fuga costó 6 puntos en su imagen.
“Caos”
Actualmente, el respaldo de Enrique Peña es de 32% en promedio y no va a resultar sencillo que pueda recuperarse hasta 2018, cuando concluye su gobierno.
¿Ayudaría recapturar al narcotraficante? Para Roy Campos, en realidad muy poco porque la caída en la imagen presidencial no está ligada a la fuga.
“No es que atrapando a El Chapo se acaban las corrupciones por las que se escapó”.
“Esa pérdida de popularidad se tiene que atacar por otras vías, como el combate a la corrupción o por la economía”.
En eso coincide Ioan Grillo. “El impacto fue gigantesco para Peña Nieto, en México y en el mundo”, señala.
El mensaje que se envió es que no pudo mantener en prisión a uno de los delincuentes más peligrosos.
“Es una imagen de caos”, concluye.
Fuente: BBC Mundo