Tras el anuncio de Andrés Manuel López Obrador de que prescindirá del Estado Mayor Presidencial para su resguardo y en cambio lo integrará al Ejército, el especialista en seguridad nacional Erubiel Tirado señala que éste se ha constituido en un cuerpo militar privilegiado que no rinde cuentas a nadie y ha sido utilizado en misiones cuestionables, como la represión del movimiento estudiantil de 1968 y la guerra sucia contra la guerrilla y los líderes sociales.
Por Jorge Carrasco Araizaga/ (Proceso
El Estado Mayor Presidencial (EMP) estaba fuera de duda para el poder político militar. A esa guardia castrense a disposición del presidente de la República y de su familia desde hace 76 años la alcanzó la “austeridad republicana” pregonada por el próximo mandatario, Andrés Manuel López Obrador. Sus millonarios recursos, equipo e instalaciones entraron en los planes de ahorro del futuro gobernante, pero también pesó su desconfianza hacia un cuerpo que sabe todo del presidente y no rinde cuentas a nadie.
Pasada la euforia del triunfo electoral, el martes 3 López Obrador anunció lo que había adelantado en campaña: que el EMP dejará de formar parte de la Presidencia de la República y se integrará a la Secretaría de la Defensa Nacional.
De tajo, los más de 2 mil elementos del Ejército y la Marina vieron llegar el fin de los privilegios que les ha traído ser parte de lo que se conocía como un Ejército dentro del Ejército, por ser un cuerpo militar que se mandaba solo y que también ha estado al servicio de la represión, como en la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.
Su autonomía se ha complementado con millonarios recursos. Tan sólo para este año, la Secretaría de Hacienda le dio, con el aval del Congreso, 640 millones de pesos, una tercera parte del total del gasto de la Presidencia de la República. Fue el segundo rubro en importancia, seguido por el de difusión de las actividades presidenciales, que contó con mil millones de pesos.
De acuerdo con la Presidencia de la República, el estado de fuerza del EMP no es menor: 2 mil 21 efectivos, en su mayoría del Ejército y de la Marina, una flota aérea de nueve aviones y ocho helicópteros. En ese equipo se cuenta la nave que compró el gobierno de Felipe Calderón al final de su gestión en 7 mil 500 millones de pesos y que usufructuó el saliente Enrique Peña Nieto. AMLO pretende vender ese aparato. “Ya se lo ofrecí a Donald Trump”, insistió durante su campaña.
La fuerza militar al servicio del titular del Ejecutivo cuenta además con un Cuerpo de Guardias Presidenciales, integrado por otros 4 mil efectivos y el 24 Batallón de Infantería de Marina de Guardias Presidenciales.
Su mando está concentrado en la todavía residencia oficial de Los Pinos y tiene oficinas en el edificio conocido como Molino del Rey, enfrente de Los Pinos y en avenida Constituyentes. También posee instalaciones en el hangar presidencial en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y dispone de infraestructura deportiva, incluidos campos de tiro y equitación, que son utilizados por los presidentes, sus hijos y sus cercanos.
La mayoría de elementos del EMP son militares. De los 2 mil 21, el 80% pertenece a las tres Fuerzas Armadas (Ejército, Fuerza Aérea y Marina). Hay 52 policías federales y 383 civiles. Entre los militares, ocho de cada 10 pertenece el Ejército y el resto se lo dividen por igual la Fuerza Aérea (que pertenece al Ejército) y la Marina.
El presidente tiene a su disposición en el EMP a 12 generales y almirantes, 187 jefes o capitanes, 550 oficiales y 836 soldados de tropa y marinería. El 16% son mujeres. Todo y todos a disposición del presidente.
(Fragmento de la entrevista publicada en Proceso 2175, ya en circulación)