Hollande declara la guerra, Sepp Blatter se lamenta y “Charlie Hebdo” perdona. Algunas citas permiten pasar revista a los sucesos de los últimos doce meses y resumir cabalmente los debates que marcaron al año 2015.
“Todo está perdonado” (Charlie Hebdo, 14 de enero)
Algunos percibieron esa portada como un gesto conciliador y, al mismo tiempo, como un desafío a la violencia. Otros criticaron a Charlie Hebdopor continuar hiriendo la sensibilidad religiosa de la comunidad musulmana en Francia, alegando que la mayoría de los musulmanes sufre un alto grado de exclusión social que limita su capacidad de defenderse de mensajes hirientes o difamatorios.
Guerra y terror
La portada de la revista satírica contrasta con la reacción del presidente francés, François Hollande, once meses más tarde:
“Francia se encuentra en guerra” (François Hollande, 16 de noviembre)
Así respondió Hollande a la serie de atentados ocurridos en París el 13 de noviembre, donde un grupo de yihadistas asesinó a 130 personas. El impopular mandatario mostró, de esta forma, determinación y voluntad para combatir al terrorismo. Al mismo tiempo, justificó el estado de emergencia que limita ciertos derechos fundamentales en aras de la seguridad. El mensaje implícito: en tiempos de guerra hay que hacer ciertos sacrificios.
En Alemania esto significa, según el Ministerio del Interior, que los ciudadanos no deben recibir, necesariamente, toda la información disponible. Thomas de Maizière dijo, con respecto a la cancelación de un partido de fútbol entre Alemania y Holanda que se iba a disputar en Hannover, que las razones para tomar esa medida no tenían por qué divulgarse.
“Una parte de esas respuestas podrían inquietar a la población” (Thomas de Maizière, 17 de noviembre)
Los refugiados y la islamofobia
Pretendiendo documentar la inquietud que existía en Alemania de cara a la amenaza terrorista, un equipo de televisión entrevistó a un refugiado sirio. Consultado sobre si sentía temor tras el atentado en París, el hombre respondió incómodo:
“Mi familia todavía está en Damasco” (un ciudadano sirio en un centro de acogida para refugiados alemán, 16 de noviembre)
Lo que sucede en Siria y en otros lugares en conflicto no puede ser comprendido cabalmente desde la distancia. Donald Trump tampoco pudo hacerlo desde Estados Unidos. No todos apoyaron las palabras del precandidato demócrata para las elecciones de 2016:
“Donald J. Trump le pide al gobierno que le prohíba la entrada total y completa a los musulmanes que quieran ingresar en nuestro país” (Donald Trump, 7 de diciembre)
De una forma similar ya se habían expresado algunos líderes de Europa del Este, que también forman parte de la Unión Europea. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, lo dijo de una forma quizás redundante, pero contagiosa:
“El problema no es un problema europeo, el problema es un problema alemán” (Viktor Orban, 3 de septiembre)
Esa fue la respuesta de Orban al discurso de Angela Merkel, con el que la canciller se refirió al creciente número de refugiados y las dificultades que esto entraña:
“‘¡Podemos lograrlo!” (Angela Merkel, 31 de agosto)
Grecia y el euro
La misma frase pudo servir a Merkel durante las negociaciones con Grecia y su futuro en la zona euro. La dura posición de Berlín contra el gobierno de Syriza quedó reflejada en una frase parecida a un ultimátum del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble:
“El 28, a la medianoche, se termina” (Wolfgang Schäuble, 17 de febrero)
Durante el curso de las negociaciones, Schäuble y su colega griego Yanis Varoufakis se habían convertido en ácidos oponentes. La naturaleza franca del político heleno regaló a la prensa algunas declaraciones de colección. Una de ellas demuestra cuánto de responsabilidad en la crisis griega otorgaba Varoufakis a los prestamistas y a los gobiernos extranjeros:
“A cada prestatario irresponsable le corresponde un prestamista irresponsable” (Yanis Varoufakis, 8 de junio)
Corrupción y pérdidas humanas
Y a cada sobornador le corresponde un funcionario sobornable, podría haber dicho Varoufakis si le hubieran preguntado sobre el escándalo de la FIFA. Luego de que la Comisión de Ética de la Federación vetara por ocho años al presidente de la UEFA, Michel Platini, y al presidente de la FIFA, Joseph Blatter, este último dijo con pesar:
“Lo siento mucho. Me siento como un saco de boxeo. Lo siento por el fútbol. Lo siento por la FIFA. Y lo siento mucho por mí” (Joseph Blatter, 21 de diciembre)
Quizás Blatter fue engañado, como dijo Franz Beckenbauer que le pasó a él. Mucho antes de 2013, cuando viajó a Catar sin ver a esclavo alguno, supuestas cajas negras de dinero le habrían dado a Alemania el Mundial de 2006, donde Beckenbauer jugó un papel primordial poniendo su rúbrica:
“Siempre he firmado a ciegas cuando alguien necesita mi firma” (Franz Beckenbauer, 21 de noviembre)
El escándalo de la FIFA está en plena marcha, pero en algún momento se convertirá en un mero recuerdo que vivirá en la memoria, como algunas personalidades que este 2015 nos dejaron: el escritor Günter Grass, el crítico Marcel Reich-Ranicki, el director de orquesta Kurt Masur y el político socialdemócrata Helmut Schmidt. Seis meses antes de su muerte, el 10 de noviembre, el excanciller dijo algo sobre su vida que, en cierto modo, responde a la vida de todos:
“Cuando se acabó, se acabó” (Helmut Schmidt, 28 de abril)