La economía, estancada con Peña Nieto

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Tres asuntos cruciales en los que México aún no está en movimiento, contrario a lo que se afirma en la intensa campaña gubernamental lleva como idea fuerza la frase “estamos moviendo a México” en el contexto del Segundo Informe presidencial. En una incesante difusión de spots de radio y televisión, el propio presidente Enrique Peña Nieto habla de obras de infraestructura que se han iniciado, escuelas y hospitales inaugurados, programas sociales que reconocen y atienden el hambre, y reformas que permitirán explotar al máximo los recursos energéticos. Al menos tres grandes áreas en donde los resultados aún no están a la vista: crecimiento económico, inseguridad y violencia, y combate a la corrupción.

Aprobadas las reformas, la Presidencia renovó su promesa de elevar la productividad, detonar el crecimiento y el desarrollo económico. Pero el panorama del que se parte es incierto.

Comenzó su gobierno en medio de la euforia por lo que en el mundo se denominó el Mexican Moment. Veinte meses después, la expectativa de que México despuntaría como potencia económica durante el sexenio de Enrique Peña Nieto se desvaneció.

En lo que va de la presente administración, el Congreso aprobó una reforma fiscal que creó nuevos impuestos e incrementó otros ya existentes; el Ejecutivo federal anunció una inversión histórica de 7.7 billones de pesos en infraestructura para el resto del sexenio; el Presupuesto de Egresos de la Federación registró una cifra récord de cerca de 4.5 billones y, según la Secretaría de Hacienda, desde el primer día de 2014 la administración federal comenzó a ejercer puntualmente los recursos públicos.

A pesar de ello, el crecimiento económico es uno de los grandes pendientes del actual gobierno. Cifras del Banco de México señalan que el año 2013 inició con una expectativa de crecimiento económico de 3.55 por ciento; para el cierre de ese año, el crecimiento registrado fue de sólo 1.3 por ciento.

En 2014 la meta de crecimiento también ha caído prácticamente de manera ininterrumpida. En enero la estimación era de 3.4 por ciento del PIB; para julio pasado -dato más reciente- el Banco de México la redujo a 2.56 por ciento; mientras que Hacienda la mantuvo en 2.7 por ciento.

Como consecuencia, el mercado laboral tampoco ha mejorado a pesar de que la actual administración arrancó con una reforma laboral promulgada un mes antes de que concluyera el sexenio anterior.

Datos del IMSS indican que, entre diciembre de 2012 y julio de 2014, se crearon cerca de 904 mil nuevos empleos formales, muy por debajo del millón anuales que, como candidato presidencial, Peña Nieto admitió como una necesidad para el país.

El mercado interno tampoco ha despuntado debido a la pérdida de poder adquisitivo de la población. En lo que va de la presente administración, el salario mínimo promedio aumentó sólo 5 pesos (de 61 pesos diarios en diciembre de 2012 a 66 pesos diarios en 2014). Desde 2011, el salario mínimo crece, en promedio, 5 pesos anuales.

Ante ello, el poder adquisitivo de las familias se redujo. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social indica que en el cuarto trimestre de 2012, las familias tenían un ingreso laboral promedio mensual para satisfacer sus necesidades básicas de mil 592 pesos; para el segundo trimestre de 2014, ese ingreso se redujo a mil 516 pesos.

En contraste, entre 2013 y julio de 2014, el precio de la canasta básica para el ámbito rural se incrementó de 824 pesos a 860 pesos; mientras que para el urbano aumentó de mil 159 pesos a mil 232 pesos.

Para Héctor Villarreal, director general del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, el deterioro económico del país se explica por el débil desempeño de la economía estadounidense, el desconcierto generado por la reforma fiscal aprobada el año pasado -que congeló las inversiones temporalmente- y el retraso en el ejercicio del gasto público por parte del gobierno federal.

El economista señala que, si bien reformas como la fiscal y la energética fueron aprobadas con el argumento de que activarían la economía del país, los efectos de éstas no se reflejarán en el corto plazo; de ahí que la proyección de crecimiento para este año es de alrededor de 2.56 puntos porcentuales, cifra inferior a los 3.4 puntos proyectados originalmente.

“Es muy probable que (con la reforma energética) sí vengan inversiones muy importantes, pero esto no va a ocurrir inmediatamente. Nosotros estamos estimando un horizonte de dos o tres años para que, como motor de la economía, esté funcionando bien por ahí del 2017”, sostiene.

Villarreal advierte que dicho plazo conlleva un problema financiero, pues el gobierno federal ha contraído compromisos que deberá fondear en tanto comience la aplicación de las reformas.

“Se habla de un gasto en infraestructura enorme, de todo esto de la seguridad social, de la expansión de los servicios de salud; el secretario de Hacienda acaba de declarar que se le va a dar particular importancia al gasto social y a nosotros no nos salen las cuentas, ¿de dónde van a sacar los recursos?”, cuestiona.

El economista advierte sobre la posibilidad de que estos compromisos se financien con deuda pública. “Pareciera que un tema que este gobierno ya sacrificó es que vamos a tener que seguir adquiriendo deuda en los próximos años. Difícilmente el gobierno va a cumplir con todo lo que dijo sin recurrir a déficit importantes en lo que resta del sexenio”, indica.

Ante este panorama, Villarreal sostiene que, aunque la segunda mitad del sexenio de Peña Nieto registrará crecimientos económicos importantes derivados de los efectos de las reformas estructurales, ésta también se enfrentará a grandes presiones financieras derivadas del déficit y los compromisos adquiridos.

Economía estancada

Las reformas estructurales no se han traducido aún en una mejora de la economía. La previsión de crecimiento se ha revisado a la baja y los indicadores señalan que se ha perdido el poder adquisitivo de la población, principalmente en clases populares.

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Fuente: Reforma

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