Por José Steinsleger
¿Es concebible la ciudad ideal, o habrá que resignarse a cuidar la que tenemos mientras la mancha urbana expande, en todas las direcciones, urbes y vialidades que distan de ser ideales y crecen pegadas a la que vivimos, pero ya no reconocemos?
En algún tramo de mi vida anterior recuerdo la plática que sostuve con Platón a propósito de la Atlántida, ciudad ideal que “… en un día y una noche terribles desapareció en el mar”, junto con la justicia y la virtud que regían su gobierno.
Hace 17 años, Walt Disney emprendió en Florida la construcción de Celebration City, a unos pasos de Disney World. Los creadores promovieron Celebration como la urbe de los más caros valores de Estados Unidos: limpia, ordenada, honesta, concurrida, segura y en la que el crimen no se toleraría jamás. La cifra de quienes solicitaron instalarse allí rebasó las previsiones.
Sin embargo, en vísperas del Thanksgiving day de 2010, apareció colgado el cadáver del anciano jubilado Matteo Giovanditto, quien vivía solo con un chihuahua que ladró tres días anunciando la infausta noticia. Descubierto por la policía, el asesino alegó que el viejo lo había agredido sexualmente.
Días más tarde, la paz de Celebration volvió a ser motivo de escándalo. Un piloto de American Airlines se atrincheró en su casa, y antes de suicidarse de un tiro disparó contra la policía durante 14 horas. Los vecinos testimoniaron que el piloto era bueno y cálido con los niños, y la gaceta local tituló en primera plana: Amigos de Disney, bienvenidos a la realidad.
Entonces, los 10 mil habitantes de Celebration sintieron que a sus ideales platónicos se los había llevado la chingada. Porque las utopías urbanas también pueden convertirse en distopía (término inventado a finales del siglo XIX para señalar, justamente, lo opuesto de la utopía), y ya en El contrato social Rousseau advirtió que las casas hacen un espacio urbano, y los ciudadanos una ciudad.
Permítame la digresión. Borroneo estos apuntes en medio de miles de autos que de ida y vuelta, a la altura de Chilpancingo, llevan cuatro horas bloqueados en la autopista México-Acapulco. Un grupo de maestros rurales se han manifestado contra el mal gobierno, y están ardiendo más que los ardientes soles de Guerrero.
Las víctimas que han huido de la ciudad real constatan que la autopista ideal tampoco existe y a ninguno le importa el conflicto on line. Los de clase media se lamentan de sus exiguas vacaciones, los pobres sienten que los alimentos frescos que transportan se pudrirán antes de llegar a la ciudad feliz, y es de imaginar que los ricos en BMW o Mercedes piensan en persuadir a Marcelo Ebrard para que impulse la construcción de un segundo piso de paga exclusiva para comunicar el Distrito Federal con Punta Diamante.
Pero en el autobús, un matrimonio hondureño nos cuenta de las ciudades modelos que, a semejanza de Celebration, proyectan erigir algunos inversionistas poderosos en el marco de la llamada Ley de Regiones Especiales para el Desarrollo (RED) de Honduras.
Sabía algo del asunto gracias a las denuncias de la Organización Fraternal Negra Hondureña (Ofraneh), el artículo publicado por Maciek Wisnieswki en esta sección (Honduras: ciudades como modelos para armar, 24/4/12) y otro suscrito por Ernesto Paz Aguilar: Ciudades modelo: la genial impostura (La Tribuna, Tegucigalpa, 12/9/12).
La Ofraneh señala: La entrega de franjas del territorio nacional a inversionistas extranjeros para crear republiquetas independientes ha sido el proyecto emblemático del Partido Nacional, que se encuentra actualmente en el poder, y el cual está aparentemente dispuesto a toda costa a permanecer en el control del país más violento del mundo y uno de los más pobres de América Latina.
En octubre pasado, la Corte Suprema declaró inconstitucional el proyecto de las RED. Sin embargo, el 7 de enero pasado el vicepresidente del Congreso, Marvin Ponce, indicó a los medios de la posible introducción de una iniciativa para crear una nueva ley que permita implementar las ciudades modelo… en una versión mejorada.
La Ofraneh piensa que la reacción del Congreso frente a la declaración de inconstitucionalidad de las ciudades modelo culminó “… con un golpe al Poder Judicial”.
El proyecto de las ciudades modelo reviste particular gravedad y trascendencia, pues se trata de otra prueba piloto del anarcocapitalismo en curso: ensayo del modelo neoliberal en Chile (1973), Plan represivo Cóndor del Pentágono en el cono sur (decenio de 1970), guerras de baja intensidad en América Central (decenio de 1980), Plan Colombia (decenio de 1990), crisis financiera inducida en Argentina (2001),limpieza étnica en México (2006).
No sólo el poder mediático le ha puesto sordina al asunto. Chovinismos seudopolíticos, sectarismos ideológicos, universalismos estrechos y otras distópicas utopías del otro mundo posible también han preferido silenciar su voz, y no precisamente por falta de información.
Fuente: La Jornada