Por Emir Sader
El proceso electoral brasileno se acerca a su final, confirmando que la gran polarizacion en el continente se da entre proyetos neoliberales y posneoliberales. Cambió la forma de la disputa presidencial en Brasil a lo largo de la campaña, con la sustitucion de Aécio Neves como principal candidato de la oposicion, pero Marina Silva asume los mismos planteamientos neoliberales que su antecesor. A su vez, Dilma Rousseff representa la continuidad y la profundizacon de la construccion de alternativas al neoliberalismo.
La polarizacion entre una candidata que representa el proyecto inciado por Lula en 2003 y uno que expresa el gobierno de Cardoso, caminaba para la cuarta derrota seguida de la oopsicion, sepultando definitivamente el PSDB como fuerza politica nacional. El muy sospechoso accidente de aviación del 13 de agosto renovó los términos de la disputa electoral, pero confirmó que la oposición a los gobiernos progresistas latino-americanos viene de proyectos neoliberales.
Marina no tardó en anunciar sus propuestas de independencia para el Banco Central, de reacercamiento con EU y elogio de la Alianza para el Pacífico, en detrimento del Mercosur y de los Brics, de búsqueda de inversiones extranjeras para la exploracion del petróleo del Pre-sal y un gran plan de ajuste de las cuentas publicas, entre otros. El contraste con los gobiernos del PT no podría ser mas grande: prioridad de las políticas sociales, de los proyectos de integración regional, del intercambio Sur-Sur y papel activo del Estado.
Como se da tambien en los otros países del continente con gobiernos posneoliberales, la alternativa viene de la derecha. La extrema izquierda no ha logrado cuajar una propuesta y candidaturas con un mínimo de apoyo popular, quedando como fuerzas sin ningun peso en el campo politico nacional.
Así, dos mujeres, con buenas trayectorias, que se han encontrado como ministras del gobierno de Lula, las que disputan con oportunidades reales la presidencia de Brasil. Una, Marina, del área del caucho, junto con Chico Mendes, originalmente identificada con temas ambientales, ahora reciclada para el neoliberalismo puro y duro. La otra, Dilma, militante de la lucha clandestina contra la dictadura, presa y salvajemente torturada, representante escogida por Lula para dar continuidad a su gobierno.
Despues del efecto tsunami del lanzamiento de la candidatura de Marina, su nombre empezó a acumular rechazos, conforme las contradicciones y debilidades de su candidatura han empezado a aparecer. A pocos días de la primera vuelta de las elecciones, las encuestas convergen para una victoria amplia de Dilma en la primera vuelta y para una victoria mas estrecha en la segunda, pero con una clara tendencia de caída de Marina, que ya había alcanzado a tener mas de 10 puntos de ventaja en la segunda vuelta y de subida de Dilma, que vuelve a ser favorita para ganar.
Las dos –Dilma y Marina– tienen significados radicalmente opuestos. Dilma, la continuidad y profundizacion de las trasformaciones realizadas por el gobierno Lula y por su propio gobierno. La consolidación y extensión de los acuerdos de integración regional que Brasil impulsa, del Mercosur a los Brics, pasando por Unasur, Celac, Banco del Sur y Consejo Suramericano de Defensa.
Marina representa la ruptura con el modelo de desarrollo económico con distribución de renta, favoreciendo un duro ajuste fiscal, favorable a los bancos privados. En el plano externo, significaría la ruptura de todos los grandes acuerdos actuales de Brasil, privilegiando relaciones bilaterales con EU y con la Alianza para el Pacífico.
Son caminos radicalmente distintos representados por las mujeres que disputan la presidencia de Brasil: Dilma y Marina.